Desagotaron un estanque y robaron más de 100 kilogramos de pescado

Domingo 3 de mayo de 2015

La noche estaba agradable. La antesala de las Pascuas no generaba muchas expectativas en la colonia, que de por sí es tranquila y sin mucho movimiento, mas allá de las camionetas que de vez en cuando surcan los caminos que conducen al pueblo.
Esa jornada había sido demasiada intensa para Gerardo Schuster, un agricultor de 58 años que se las ingenia para vivir bien, diversificando lo más que puede y sacando el máximo provecho del pequeño aserradero familiar que desde hace un buen tiempo ocupa la mayor parte de su tiempo.
Si bien estaba cansado, luego de la cena obvió ir de inmediato a la cama y prefirió quedarse en un sillón de madera que ocupa un buen espacio de la galería de la casa. Hacía rato que el silbido de los sapos y algún que otro raro gruñido de los animales nocturnos se habían adueñado de la noche. Mas allá de eso, nada. Silencio absoluto de voces humanas.

De golpe, todo fue distinto. Un sonido lejano pero potente lo levanto de su comodidad. ¡Splash,  splash! Una y otra vez se escuchó. Lo asoció con el golpe de algo contra el agua, pero tuvo que afinar los oídos para llegar a una conclusión certera de lo que oía.
Segundos después otra vez, el mismo sonido para otros golpes que provenían desde el fondo de la chacra. Supuso que algo estaba pasando en los estanques ubicados en el limite con la propiedad de su vecino.
Miró la hora y recién habían pasado diez minutos de las 11 de la noche. No dudó. Busco un viejo rifle y volvió a la galería decidido a ver qué pasaba, pero se frenó. Un solo cartucho era poco para hacer frente a lo que sea que había.
¿Qué podía ser?, se preguntó. Mientras la preocupación ganaba terreno, se acordó que tenia conectada una bomba de extracción de agua en uno de los tajamares y la encendió para demostrar que había alguien despierto.
Pasada la medianoche el silencio volvió a adueñarse del ambiente y el agricultor decidió dejarse vencer por el sueño, con la seguridad de que había sido un animal nocturno el que chapoteó.

Vacío y sin pescados
El nuevo día arranco temprano para los Schuster, que viven en casas cercanas unas de otras, padres e hijos con sus respectivas familias. Las mujeres pasaron a ocupar su rol en los quehaceres de la casa y los hombres se hicieron cargo de hacer circular las sierras del aserradero.
El trabajo era intenso a esa altura de la jornada y el monótono ronquido de las maquinas anulaba cualquier sonido que venia de afuera, pero no pudieron apagar los gritos de la concubina de uno de los hijos del hombre, que apareció exaltada.
No pudo explicarlo con palabras y tampoco nadie imaginó lo que iban a ver. Recorrieron en pocos minutos los 300 metros que separan la carpintería de los estanques y observaron atónitos que uno había desaparecido. Sí. El estanque mas grande, que albergaba mas de 100 kilogramos de peces, ya no existía, estaba vacío y en la orilla más lejana las moscas volaban sobre las cabezas de las especies que, supuestamente, iban a ser servidas en Semana Santa.
Schuster padre recordó entonces el episodio de la noche anterior, los golpes en el agua, y en una rápida mirada entendió que no recibió la visita de un animal, sino que fue victima de uno de los robos mas insólitos conocidos en toda la colonia.
En medio de la noche, los ladrones se tomaron el trabajo de cavar una canaleta de medio metro de profundidad por más de un metro de largo en uno de los extremos del terraplén. Eso les ayudo a vaciar el estanque.
Los golpes en el agua fueron producidos con una madera, para desorientar a los peces y que la tarea de atraparlos fuera más fácil. Los sacaron todos y hasta se animaron a limpiarlos para así alivianar la huida.
Todo indica que los cargaron en bolsas y se escaparon por el mismo lugar por donde ingresaron. Las huellas dibujadas en el sendero indicaron que utilizaron motos para salir de ese terreno agreste.

Interés en la machimbradora
Si bien la desazón se apoderó de la familia, buscando alguna respuesta a tamaño perjuicio Schuster recapituló los acontecimientos que sucedieron en los días anteriores y se acordó de uno en particular: De forma imprevista aparecieron en su chacra dos motociclistas, jóvenes, interesados en comprar una machimbradora para un supuesto emprendimiento.
El hombre está seguro de que fueron ellos quienes aprovecharon el poco tiempo que estuvieron para estudiar la forma de cometer el robo y por la noche regresaron para ejecutar el plan.
La denuncia fue realizada en la comisaría de Campo Viera, pero la supuesta investigación no fue positiva. En Colonia Seguín Schuster pasó a ser conocido como “el hombre al que dos motociclistas le robaron un estanque”.


Entraron a robar y merendaron con la única sidra de sus víctimas
ELDORADO. Un envase vacío de sidra en medio de un living totalmente revuelto fue la firma provocadora que dejó un grupo de delincuentes, en una vivienda del barrio El Golfito en Eldorado, lugar de donde escaparon con una gran cantidad de costosos electrodomésticos, no sin antes aprovechar la ocasión para merendar y brindar con los insumos  de la heladera de la casa. 
El caso se registró el domingo 23 de noviembre del año pasado en horas de la tarde, en el momento en que los propietarios del inmueble se encontraban de visita en casa de unos amigos.
Cerca de las 20, la familia regresó a la propiedad y se topó con los muebles patas arriba y un escenario con los rastros del festín que se hicieron los amigos de lo ajeno. Los delincuentes bebieron hasta la única sidra que guardaba la familia para agasajar a las visitas y calmaron su furia de estómago con todos los alimentos que encontraron.


"Te salvaste, casi te hago boleta"
El 13 de diciembre de 2014, en Posadas, una empleada del hipermercado Libertad denunció haber sido interceptada en el estacionamiento del centro comercial por un supuesto sicario. Durante los pocos minutos que trató con el extraño, y tras un pequeño forcejeo, el hombre advirtió a través del DNI que la mujer no era la persona a la cual debía ultimar y se alejó del lugar, no sin antes decir: “Te salvaste, casi te hago boleta”.
Según contaron efectivos de la Seccional Decimotercera, el llamativo suceso ocurrió cuando la joven intentaba abandonar el complejo comercial en su auto, luego de la jornada laboral. En ese momento la empleada fue abordada por un motociclista cuyo rostro no alcanzó a ver por el casco que llevaba puesto. Sin perder un sólo instante, el sujeto sacó un arma de fuego y apuntó a la cabeza de la trabajadora.
En medio de la sorpresa provocada por la situación, la joven reaccionó y le arrebató el arma, que cayó al suelo.
No obstante, el desconocido se repuso, retomó el arma y apuntó otra vez a la mujer, mientras le gritaba si ella era la persona que buscaba. Asombrada por la pregunta, la empleada contestó que no era la mujer que le nombró el agresor y para confirmarlo le mostró su documento. El atento sicario pidió disculpas y escapó del lugar.

Por Cristian Valdez
fojacero@elterritorio.com.ar