Una alternativa a tirar los muebles antiguos o guardarlos en el fondo de la casa, en ese cuarto de las cosas que ya no se usan, es reciclarlos.
Con ingenio, diseño y poco dinero, se puede renovar la pieza y sumar un elemento original y personal al mobiliario de la casa.
Los cuquittos, es el nombre que Carolina Villasanti (28) y Ramiro Ruíz (28) le pusieron al proyecto de reciclar e intervenir muebles.
Vocación creadora
Carolina fue a un colegio técnico, estudio arquitectura y diseño y en su casa era la que siempre arreglaba las cosas. Frente a la necesidad, decidió empezar el proyecto por sus propios muebles. “Arrancamos con los muebles de mi casa y mis amigos estaban en la misma situación que nosotros y nos empezaban a encargar sus muebles y así empezó todo”.
Asimismo, la joven explicó: “nosotros sabemos ver el mueble y proyectar en él, sabemos que le podemos hacer para mejorarlo”.
Actualmente, el proyecto marcha bien, los clientes los contactan por las redes sociales o a través de amigos, para encargarles sus pedidos. Sin embargo, también la joven pareja suele salir a dar una recorrida por la ciudad para ver si no hay alguien que tenga un mueble para dar o para comprar. “Le decimos a la gente que nos llame si van a tirar muebles o si las van a vender”, dijo Carolina.
Con nueva materia prima, emprenden nuevos desafíos. La última novedad para Los cuquitos, que planean abrir un local comercial, es la intervención de muebles con artistas plásticos. “Empezamos a trabajar con el artista Maticus, él es un genio, los vimos pintar en vivo en una feria. Sin ninguna consigna previa le damos el mueble y luego lo pasamos a buscar, la verdad que siempre nos sorprende, tiene una onda muy copada”.
Aunque, al iniciar el proyecto, Carolina y Ramiro pensaron que reciclarían muebles y los venderían en un local simplemente, Carolina reveló que “es más la gente que trae sus propios muebles para reciclarlos que los que nos compran de lo que ya tenemos.Pensamos que iba a ser al revés”. También se da el caso de la gente que lleva sus muebles, según cuenta la joven, que no se quieren desprender porque dicen que la pieza tiene un valor sentimental por haber pertenecido a la abuela o familiares muy queridos.
El proceso de reciclaje dura aproximadamente una semana y consiste en ir a ver el mueble, charlar con el cliente, luego traerlo a su casa/taller, lijarlo, pintarlo (flete incluido en el presupuesto), reponer manijas o piezas en el caso que sea necesario.
“Nosotros vamos a las casas de las personas, sin cobrarles nada por ello, hablamos con ellos sobre sus gustos, vemos también la onda de la persona y le ofrecemos una propuesta. Al ver que es accesible, al principio un poco desconfiados, aceptan”, contó.
El tratamiento personalizado con cada cliente, según explicó Carolina, “es fundamental a la hora de elegir los colores, el papel, a mi me gusta mucho hacer collages y miro muchas revistas para buscar por ejemplo la banda de música preferida del cliente, juego mucho con eso, es muy personal el resultado final”.
Los elementos con los que trabajan los jóvenes son papeles, revistas, telas que una vez puestos en las piezas, se dan varias manos de barniz para garantizar el acabado prolijo final y la posterior limpieza del mueble.
De todos modos, Carolina comentó “nosotros probamos los muebles, apoyamos cosas, nos tiramos arriba para asegurarnos que no haya problemas, igual le damos al cliente nuestras tarjetas para que nos llamen si surge algún inconveniente”.
La ventaja de esta opción es que por poco dinero se puede recuperar una pieza de utilidad para el hogar y ahorrar dinero y lugar.
Una idea propia que comenzó con una necesidad, siguió de la mano del comentario callejero y hoy crece cada día más teniendo muy pocos meses de vida.
Los cuquittos aún no tienen su propio local, aunque ya piensan en abrirlo, por lo que los clientes pueden ver los trabajos ya realizados y contactarse con ellos buscándolos en Facebook como Los cuquittos.