Una manera de ser en el lenguaje

Domingo 7 de diciembre de 2014

El profesor y licenciado en Letras, Hugo Amable, prefiere destacar expresiones más que términos. Expresiones como Así nomá é o Ya da ya, que expresan una manera de ser y estar en el mundo.
Respecto a las influencias que modelaron el habla regional indicó que “en términos lingüísticos, las más claras y evidentes son la presencia del guaraní y del portugués por la situación geopolítica que ocupa Misiones y por la historia de los pueblos originarios de esta región”.
Pero indicó que el habla regional también tiene “características propias que tienen que ver con el modo de ser de los misioneros, con una cuestión cultural que el lenguaje de alguna manera, no diría que la refleja sino que interactúa con esa dimensión cultural del ser misionero”.

Y a modo de ejemplo, se refirió a una manera de vivir de los misioneros que tiene que ver con su situación espacio temporal. “Es propio de la cultura misionera esta cuestión que se refleja casi como una imprecisión. El aquí y el ahora siempre son relativos para el misionero. El ahora es “Ahora después”, “Ahora dentro de un rato”, “Ya dentro de un ratito”. El aquí es “Ahí nomás” y sabemos que esa referencia temporal es muy distante a veces”. Puntualizó que esa manera de estar en el mundo de los misioneros está entramada en el lenguaje y “todo esto se construye en una trama semiótica del lenguaje y la cultura”.
A pesar de la inmensa riqueza del habla regional, Amable consideró que todavía está pendiente revalorizarla, fundamentalmente en el campo de la formación lingüística y la docencia. Y advirtió respecto a “esta idea de que la enseñanza de la lengua debe responder a un estándar, que se impone con un modelo que no existe porque cada región habla su propia variedad lingüística. Esto es lo que tenemos que revalorizar en nuestra provincia. Que hablar distinto no es hablar mal, sino que precisamente quizás todos estos matices que el habla misionera ofrece más que una deficiencia son una riqueza”, remarcó. Propuso cambiar el enfoque y “entender que es una riqueza expresiva que se debe explorar”.
A la influencia del guaraní y del español, se suma la complejidad de las diferentes lenguas que trajeron los inmigrantes. “En muchos casos, la lengua nativa o la primera lengua de los hablantes misioneros ha sido una lengua extranjera. Esto agrega un elemento más a la complejidad lingüística en nuestra región que también dejó su marca”, analizó. Y mencionó la influencia del alemán, polaco y ruso, por citar algunas.
Destacó que ahora, “felizmente se ha aceptado la necesidad de trabajar la problemática lingüística desde la perspectiva del plurilingüismo, entendiendo que esta situación de lenguas en contacto obliga a comprender y a valorar la presencia de otras lenguas que están interactuando con el español. Pero creería que también es una deuda en política lingüística la valorización del habla regional”.
Y puntualizó que “la diferencia lingüística estigmatiza. La lengua genera identidades, marcas sociales. Toda esa manera de hablar distinto puede constituir una desvalorización de la persona, al no corresponder su forma de hablar con la lengua estándar. Y, en eso, la responsabilidad es, en gran parte, del ámbito institucional y educativo. Y de esta concepción que, felizmente, se está revirtiendo”.
Amable destacó que la identidad cultural se está recuperando tanto en lo linguístico como en lo histórico. “Qué increíble pensar que recién ahora estamos rescatando valores históricos que en otro momento habían quedado olvidados. Porque así como hay desde el centralismo porteño marcas fuertes de la lengua oficial, también hay una marca fuerte en la historia argentina con la desvalorización de toda esta tradición”, reflexionó.
Y puso el acento en el rol que juegan los medios de comunicación orales y escritos. “También están, a veces, marcados por esta tendencia a la estandarización. Recuerdo que el Instituto Superior de Educación Radiofónica imponía la pronunciación de una Y que no era ni LL ni la Ye porteña. Imponer esos modelos de políticas comunicativas y educativas va en desmedro de la revalorización del habla regional”, sostuvo.

Ir yendo
La investigadora informa la dirección exacta para la breve cita periodística: calle tanto, número tal. Y después empieza con las explicaciones. “La calle tal es la del edificio emblemático. De ahí seguís una cuadra y media, frente a la cancha. Es la casa de la enredadera”. El nombre de la calle y la numeración hubieran bastado para llegar al lugar pactado. Pero Ana Camblong, fiel al modo de ser que estudia, después de dar los datos necesarios, ofrece la dirección a la misionera.
Justamente, eso modo de hablar es al que alude en varios de los artículos que integran su libro más reciente, salido hace apenas días de la Editorial Universitaria. Habitar las fronteras… Es una recopilación de artículos suyos, algunos como el que fue publicado en la Revista Ñ de Clarín, llevan el sugerente título ¿Dónde queda allá ité?
Bajo el título No me hallo mismo, la semióloga reflexiona sobre ese modo de ser en esta región de frontera. Ese modo que explica con expresiones como Pero tené moooodo, che! Tené que tener moooodo chamigo! La expresión, según la investigadora, guarda el modus vivendi local. Y para ésta, este modo no se halla en “toda una historia” de “conflicto perpetuo con el ser nacional”.
Y lo explica en idioma coloquial, al señalar que “nosotros no somos, sino que vamos queriendo ser”, frase de la que destaca el sentido de movimiento, acentuado en la insistencia del gerundio. Aquí “las cosas y las personas van queriendo ser”, “la palabra, el tiempo y la vida se están yendo…”. Esta forma de ser y estar se hace explícita en la fórmulas de saludo con las que suele contestarse la pregunta ¿Cómo te va?. “Se contesta: y.. ahí va queriendo, y… ahí va yendo, y.. le vamo’ llevando”. Y reclama para "nosotros los del fin del mundo (...) la arrogancia política de decidir, de actuar y existir en turbulencia paradójica".


Bernardo Neumann
No hay lo que no hay
“No hay lo que no hay”, es para el artista plástico Bernardo Neumann una expresión bien misionera. “Le preguntás a alguien en La Placita, qué tiene y te contesta: No hay lo que no hay”, asegura. También la expresión "yaguá”, como negativa. “Cuando en realidad, quiere decir perro”, explica. También mencionó “Ta loco” y el agregar varias letras, como expresión afirmativa, cuando por fin se entiende algo: “aaaaaahh”, “Claaaro”.
Bernardo se crió en colonia San Alberto, cerca de Puerto Rico. Y fue uno de los tantos misioneros, hijo de inmigrantes, que fue a la escuela sin hablar español. Su lengua madre fue el alemán. Años más tarde se radicó en Posadas y descubrió otra manera de hablar el castellano. “Encontré el hablar más rápido de la gente de Posadas. En el interior se acentúa más la S, se habla más gutural por influencia del alemán”, recordó. De todas formas, sostiene que hoy, eso cambió por el influjo de los medios. Y ahora la diferencia ya no es tan clara. Y mencionó algunas anécdotas que resultaban simpáticas por la traducción textual al castellano de expresiones en alemán. “El gringo decía: Por culpa del médico se salvó mi señora. Porque en alemán se dice así. Se usa la misma expresión para a través de y por culpa de”, contó. También mencionó la aplicación de la terminación “iren” propia del alemán a verbos en castellano, en la mezcla de alemán y español que se hablaba en la zona de Misiones en la que creció.


Antonio Latreccino
Le hizo juicio, por argel
Para Antonio Latreccino, si hay dos palabras bien misioneras, esas son pichado y argel. Y lo dice el director de la Revista Mbarigüí que instaló hace décadas "La columna de los argeles". “Lo elegimos porque es popular. Y dio resultado. Porque es una expresión muy de acá, muy misionera, que no hay en otro lado”, explica respecto a la elección del nombre.
El éxito de la columna hasta les costó un juicio. Y los escritores Hugo Amable y Glaucia Sileoni de Biazzi escribieron sobre el término argel como parte de la estrategia de la defensa. “Argel es una persona intratable, ¿cómo podemos traducirlo? Mala onda. Por eso está bueno, porque es tan indefinido que significa un montón de cosas”, analiza.
Latre es misionero por adopción. De esos primeros tiempos en Misiones recuerda que lo sorprendía la expresión quebrantado. “Cuando los alumnos se sentían mal, te decían: estoy quebrantado. Me parecía una palabra extraña para que la usen chicos de cuarto y quinto grado”, recordó.


Olga Zamboni
Miiismo
La escritora Olga Zamboni elige “mismo”. “Es una afirmación de algo. ‘Ella mismo no sabía’. Lo usamos mucho para afirmar. ‘Estaba enferma miiiismo’. ‘Está enojada miiismo’, que no es el mismo que está en el diccionario”, ejemplifica. Después menciona el allá ité. Y también argel, argelado, argelar, como sustantivo, adjetivo y verbo. “Es una creación misionera, de la región. No tiene sinónimo”, analizó. Y reparó en que tampoco para pichado hay sinónimos. “Pichado y argel tienen más o menos el mismo significado, sólo que pichado parece más moderno”, sostuvo.