El cuervo

Miércoles 20 de agosto de 2014

El marco de una obra poética, y su atmósfera, no siempre resultan inspiración espontánea de la musa, sino que a veces un suceso real nutre de recursos al poeta que finalmente, dotado de arte, tan sólo le da su forma ideal, como un orfebre. Es el caso de un poema de larga fama, ponderado por Baudelaire y que entusiasmó a Quiroga.
Cuando va llegando la primavera en Richmond, EE.UU, espesas bandadas de cuervos se abaten sobre las plantaciones de maíz. Un agricultor le pide a su esclavo que cace uno y entre trampas y redes, cae la presa joven, malherida. Lo enjaulan, lo curan y lo adiestran – perversamente - a repetir la frase `Nunca más´, ya que el repetir sonidos parecidos a las voces humanas es un don de estos pájaros, como lo es de nuestros loros vulgares. Así, enseñado, el oscuro cuervo fue la atracción de las reuniones cuando se le preguntaba sarcásticamente `¿Cuándo volverás a la bandada? ¿Cuándo volverás a comer mi maíz? ¿Cuándo habré de soltarte?´ y el ave respondía monótonamente: `Nunca más, nunca más, nunca más´. Una asignada noche de tormenta cayó la jaula, se abrió la portezuela y escapó. El viento, o alguna otra superstición, lo llevó al poblado, voló sobre los tejados hasta dar contra una ventana de buhardilla apenas iluminada en la que un estudiante repartía sus pensamientos entre lo que leía, y Leonor, su amada muerta. Lo que fue un interrogatorio divertido al principio, se convirtió después ante cada respuesta del cuervo (¡Nunca más!) en un auto flagelo al que se abocó aquel amante viudo aumentando la gravedad de las preguntas, ahondando su pena. Así fue como en 1845 Edgar Allan Poe imaginó el suceso con el que construyó El cuervo, que vendió por centavos al editor y que luego alcanzó fama universal. `¿Cuándo habrá de escribirse una composición parecida? ¿Cuándo habrán de percibir los poetas retribuciones justas?´ preguntamos, y desde una profunda lejanía se oye el eco del cuervo repetir su letanía: `Nunca más, nunca más´.

Aguará-í