En tándem con León

Viernes 11 de abril de 2014
Los Amigos del Chango. | El ensamble presentará su disco Volúmen 1 en junio, en La Trastienda, de Buenos Aires. | Foto: Gentileza
En agosto se cumplirán tres años de la muerte del Chango Farías Gómez, una figura emblemática del folclore y que todavía tiene presencia. Precisamente en la Orquesta Popular de Cámara Los Amigos del Chango.
El ensamble tocará hoy a las 21 en el Centro de Convenciones y Eventos, en el contexto de Música Argentina. 200 años. La orquesta, que fue fundada por el Chango en 2009, reunió a varios otros talentosos músicos, como Rubén El Mono Izaurralde y Luis Gurevich.
Los Amigos del Chango interpretan jazz, tango y chacareras. Hacen obras de Eduardo Lagos, los Hermanos Díaz, Castillo y Troilo, como también de Rolando Valladares. Suman instrumentos de viento y exquisitos arreglos de Farías Gómez, algo que quedó plasmado para el primer disco de la orquesta. Justamente, la sutileza del artista fallecido quedó como un esencial legado a la orquesta.

La esencia del Chango Farías
“Este primer disco es como la continuación de lo que el Chango estaba armando”, cuenta Gurevich a El Territorio.
En diálogo telefónico desde Buenos Aires, Gurevich detalló que en el álbum “siguen siendo sus arreglos, los que siguen estando en la esencia de la formación. Está ahí. El primer disco son los arreglos que él tenía en la cabeza. Es más, la orquesta llegó a grabar con él un programa: Encuentro en el Estudio (que se emite por Canal Encuentro). De ahí rescatamos la cinta para que el Chango esté presente en todos los actos. En este disco, el Chango está tocando en todos los temas”.
En junio próximo, en la Trastienda de Buenos Aires, será la presentación de Volumen 1, el disco debut de Los Amigos del Chango, integrada por Gurevich (piano), Izaurralde (flauta traversa y voz), Néstor Gómez (guitarra y bombo legüero), Jerónimo Izaurralde (batería y voz), Agustín Balbo (guitarra eléctrica y charango), Ricardo Culotta (trompeta y fliscorno), Aleix Durán (clarinete), Daniel Gómez (bandoneón), Manu Uriona (percusión), Santiago Martínez (violín) y Omar Gómez (bajo).

Con el Rey León
Además de ser el pianista de Los Amigos del Chango, Gurevich toca con León Gieco desde comienzos de la década del 80.
Desde entonces, Gurevich ha sido un eslabón indispensable para los créditos de las canciones, tal como alguna vez funcionó entre duplas tales como Alfredo Lepera y Carlos Gardel.
Gurevich ha sido el aliado de Gieco para célebres obras del cancionero popular.
Juntos compusieron El Ángel de la Bicicleta, Cinco Siglos Igual, Bandidos Rurales y De Igual a Igual.
La lista de coautoría es amplia e incluyen Los Guardianes de Mujica, Ídolo de los quemados, Yo soy Juan y Ojo con los orozco, entre más de 40 canciones que se encuentran en los 60 discos de Gieco.
La partida de esta alianza fue componer el álbum Mensajes del Alma, considerado una bisagra en la historia del autor de Sólo le pido a Dios.
Esta asociación artística entre Gieco y Gurevich se dio en una época particular para el cantante que nació en Cañada Rosquín, de Santa Fe.
“Por lo que él cuenta, lo ha dicho muchas veces, en un momento se encontró con que se estaba repitiendo mucho y necesitaba un compañero, un par con quien trabajar”, ”, dijo Gurevich.
“No sé si por casualidad o destino, lo que sea, justo hace muy poco tiempo había entrado a trabajar en la banda de él y le empecé a mostrar música, cosas que hacía. Él encontró en mí una música que lo inspiraba en lo que él tenía necesidad de escribir”.
Ambos artistas trabajan de maneras diferentes. Uno y otro puede cumplir el rol de letrista.
“O a veces nos sentamos con la guitarra a trabajar en alguna canción juntos. Son tantos años, tantos discos, tantas canciones hechas que ya tenemos como una manera de trabajar muy naturalmente”, explicó Gurevich.
Uno de los casos del irreprochable tándem artístico ocurrió, por ejemplo, con El Ángel de la Bicicleta, canción que habla de Pocho Lepratti, asesinado por la policía santafesina, a comienzos de la década pasada.
La obra tiene ritmo de cumbia, un género insólito, en ese momento, para las famosas obras de Gieco. El Ángel de la Bicicleta se popularizó y ganó la admiración de todo tipo de público. Fue galardonada como Mejor Canción de 2006 en los Premios Gardel y nominada al mismo rubro en los Grammy Latino.
“El Ángel de la Bicicleta nació como muy paralelamente. A mí, por un lado me paraba al lado de los semáforos y escuchaba a los autos con cumbia, lo que se llamaba en esos momentos como cumbia villera, a altos volúmenes. Me hizo pensar: si una música era tan popular, ¿por qué debía tener melodías que no estén bien desarrolladas o por qué tenía que hablar de cosas muy triviales?”, recordó Gurevich.
“Al mismo tiempo, yendo a Rosario, León ve que están dibujadas en las paredes bicicletas aladas y él empieza a preguntar qué es lo que significaba. Así le cuentan la historia de Pocho Lepratti. Por otro lado, Lepratti trabajaba en comedores escolares de una villa. Entonces la música tenía mucho que ver con música de villa. Así fue como se dió una unión natural de la música y la letra.


Del rock al folclore
Luis Gurevich tiene una historia muy ligada al rock nacional. Fue compañero de banda con David Lebón, por ejemplo. Se recibió de profesor de piano en el conservatorio de música de Buenos Aires. Su formación fue de música clasica pero su rumbo fue otro, desde que los Beatles y los Rolling Stones aparecieron en escena. Su primera actuación como músico profesional fue con Piero con Prema, una formación que venía de España y en la cual luego de su llegada en Argentina se sucedieron varios pianistas como Willie Reuter, Alejandro Lerner, Babu Cerviños y terminando con el propio Gurevich. Luego forma parte de la banda de David Lebón, quien hacía por entonces su experiencia solista después de Serú Girán. Luego, Gurevich forma parte de Músicos Populares Argentinos, para comenzar un camino inexplorado por el folclore. En esa agrupación tocó junto a Peteco Carabajal, Rubén Mono Izaurralde, Jacinto Piedra y Verónica Condomí. Fue toda una innovación, debido a que en plena década del ochenta tocaban instrumentos inusuales en el folclore, como la batería o el bajo eléctrico. A fines de esa década, Gieco lo convoca para ser el pianista estable de su banda.