Malieni, por Salta

Jueves 18 de diciembre de 2014

La mañana se fue pintando sola o acaso una mano la pintó suave y apastelada como una postal de Malieni. Los tempranos autos somnolientos circulan a velocidad indefinida y se le hace a uno que la 'humanidad' atomizada desde la noche anterior, aún disgregada, lucha por cohesionarse otra vez.
Sólo unos ejemplares reales caminan por la calle Salta y es el mundo una cifra inexacta, el reverso de la moneda, el espejo ajeno.
Se siente en esta calle un apuro de seres soñados por regresar a la sombra. Pero en compensación de tal ausencia toda la 'plantidad' de la cuadra se asoma sobre los cercos de los jardines y las tapias de los baldíos, y son como comadres, como vecinas, verdes y arregladas, que cuidan a los yuyitos que juegan entre los mosaicos de la vereda mientras los árboles, galanes maduros, hacen pinta y fuman en el cordón.

En Posadas hasta el almanaque es rebelde; ni hojas con fechas ni santorales en calendarios pueden con estas escenas teatrales: ya se asoman sin timidez los brotecitos obstinados y comienzan las cortezas su eterna curación de cicatrices para florecer ansiosas; el aire es tan templado como el de la primavera del Edén y hay cierta esperanza en los rostros de los que cruzan hacia la plaza San Martín. Recién en Córdoba habrá bullicio de trámite y de vendedoras.
La mañana se pintó por aquí con un débil tono celeste, diáfano, como una postal de Malieni y los bulevares de las cuatro avenidas empujan a sus fantasmas y silban a la gente sus secuaces gorrioncitos, los corren, y con mano amable les ofrecen sus bancos, sus esculturas y bustos, su paz en esta mañana.
La vida, amigo lector, se ha detenido en esta calle, se demorará unos minutos y seguirá sin mapa ni plano por otros paisajes misioneros que irán pintándose mansamente, como una postal de Malieni.
Y la noche que es vanidosa cree a veces borrarlo todo.

Aguará-í