El desafío es devolverle al templo histórico su rol religioso

Domingo 9 de marzo de 2014

Cuesta explicar la relación de esta localidad con la fe y la religión católica. Por ello, devolverle al histórico templo el esplendor que merece es un trabajo que se busca emprender desde la Iglesia y desde el gobierno.
Frente a la plaza céntrica, la capilla de casi un siglo y medio (fue la tercera del pueblo y la más antigua que se conserva) está perfectamente conservada por fuera (se reemplazó el techo por seguridad), pero por dentro luce como un depósito, con la salvedad de que guarda tesoros de antaño.
Hace algo más de una semana asumió el sacerdote Héctor Romero como administrador parroquial y se propuso que el lugar vuelva a cumplir con su función litúrgica, más allá de que a pocos metros se encuentra la nueva iglesia. Para ello cuenta con la colaboración de la Dirección de Cultura municipal, con la que buscará alcanzar un acuerdo para que se beneficie tanto la grey católica como quienes buscan conocer el patrimonio cultural.

“Tenemos que trabajar con mucho cuidado, hay imágenes de gran valor. Hoy esto así como está no le sirve a nadie”, manifestó el religioso.
El templo tiene paredes de barro, por lo que Romero analiza que no pueden colgarse elementos del culto como en cualquier muro. Advierte, por este motivo, que se necesitará de la mano de expertos, por lo que se pedirá que el Estado correntino colabore, habida cuenta de que el edificio es monumento histórico provincial.
“La idea es que no se convierta en un museo, que recupere su rol de lugar del culto. Quiero celebrar misa entre semana a la mañana, cuando viene poca gente, y tal vez uno o dos días en el año a la noche. Después seguiremos en el templo grande”, relató el padre Héctor.
Adelantó que se mandó a construir un altar de madera al estilo de los elementos jesuítico-guaraníes.
Consultado sobre si esta iniciativa responde al reconocimiento que recibió María Silvia Chapay, Romero fue cauto: “No podemos correr detrás de lo mediático. La Iglesia tiene dos mil años de experiencia para saber que hay que tener precaución. Tenemos que preocuparnos integralmente por esta señora, que esté bien cuidada de salud, bien acompañada, que se alimente bien. No queremos que se la utilice políticamente”.
Respecto de los cambios en la capilla, el sacerdote quiere que este patrimonio histórico esté disponible para los habitantes de la localidad y los visitantes. Por eso planea que la secretaria parroquial atienda allí, a fin de que se mantenga abierto el templo. También insistirá en formar a los agentes de pastoral para que sepan cómo tratar las imágenes.
“Para Semana Santa va a venir muy bien la imagen de la (Virgen) Dolorosa, pero la vamos a sacar de la vitrina”, detalló entusiasmado.
“Va a ser un trabajo largo y delicado, muy meticuloso. Ojalá Dios me dé las luces y el tiempo suficiente para avanzar en esto”, añadió el religioso.

Precursor
Sentado con grilletes en los pies y una corona de espinas está el Cristo de la Paciencia, impresionante escultura que dio origen, con el correr de los años, a la devoción a San La Muerte, culto no católico arraigado en Corrientes. Vaya muestra de la antigüedad de los tesoros de Loreto.


La Virgen de la Candelaria reposa en una pequeña capilla con historia
LORETO, CORRIENTES. La imagen de la patrona de la reducción jesuítica de Candelaria reposa desde hace casi dos siglos en una humilde capilla de barro que es histórica por sí misma. Dentro de la propiedad de la familia Umbert se ubica la construcción de barro y tacuaras, pintada de blanco y azul.
Los Umbert custodian celosamente y con amor la casita de la Virgen, talla guaraní que reposa desde hace unos años dentro de una vitrina de cristal por seguridad.
“No es una imagen de vestir, pero los guaraníes, por las costumbres que tenían, la vistieron igual. Esto hizo que la pintura se preserve casi intacta”, explicó Miguel Ojeda, integrante de la Asociación Virgen de la Candelaria.
La talla dataría del siglo XVIII y se presume que era la principal de la antigua reducción misionera.
La imagen pasó de mano en mano hasta llegar a Cayetana Areyú, descendiente de una familia que llegó con el éxodo a Loreto. La mujer se la entregó a su hijo Cornelio Umbert, cuyos nietos hoy se encargan de custodiarla.
El lugar estuvo varias veces en riesgo de ser desalojado, y un proyecto busca declarar a la capilla de interés municipal.
Una excesivamente baja puerta de madera abre paso a un mundo pequeño en tamaño pero grande en espíritu.
La Virgen de Candelaria solía irse de peregrinación bajo los brazos de algunos devotos pobladores, aunque desde hace unos años permanece inmóvil para evitar que sufra algún daño.