Hacerse respetar

Martes 3 de marzo de 2015

Sábado, 10 de la mañana. Una agente de policía golpea la ventana de una vecina de Posadas y pide que le permitan ingresar al predio de un edificio privado sin exhibir orden de allanamiento. Ante la negativa, la uniformada le solicita a la doña que se identifique, exige, presiona. Abuso de autoridad. A esas alturas uno se pregunta cómo una persona así puede vestir un uniforme y portar un arma. Y reflexiona sobre el peligro público que representa. Qué frágil sigue siendo el respeto por los derechos humanos en Misiones.
Así actúan al menos algunos uniformados de la Policía de Misiones y, desgraciadamente, a muchos misioneros les consta, principalmente a los que recibieron menos educación y padecen una situación social más desfavorable. Entonces resulta casi una reacción natural solidarizarse con el dolor de la familia de Antonio Lloret que exige que se investigue las causas de su muerte (página 24).
Según contó su hermano Ricardo, habría sido atacado el martes a las 19, cuando esperaba el colectivo. A la medianoche de ese día, una comisión policial de la comisaría de Guaraní lo dejó muy malherido en la casa de su hermano. Agonizó tres días antes de morir, en los que alcanzó a contar que lo atacaron entre tres y lo patearon con las botas.  La familia denunció el hecho ante la Fiscalía de Instrucción Uno y reclama que se practique una autopsia.

Es doloroso pensar que lo que denuncian los Lloret pueda ser cierto. Peor aún, que no se investigue. Si pretenden que el uniforme se respete, deben ser respetables.

María Marta Fierro
Prosecretaria de Redacción
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