Un viajero evolucionado

Jueves 11 de febrero de 2016
Entre 1833 y 1835 un naturalista veinteañero recorrió nuestro país como parte de su viaje alrededor del mundo. En su periplo registró las costumbres de los nativos, las características de la fauna y flora, los fósiles, y los aspectos geológicos de nuestro territorio. Había arribado a bordo del buque británico HMS Beagle a la desembocadura del Río Negro donde el entonces gobernador de Buenos Aires, Rosas, tenía establecido su campamento de las campañas previas a la conquista del desierto. Con su autorización (y el pasaporte que se le había otorgado como “Naturalista del Beagle”) el joven atraviesa nuestras pampas, a caballo, hasta la gran ciudad. Luego de una breve visita a Santa Fe, nuevamente se embarca y recorre la costa patagónica. Se dirige a las islas Malvinas, que desde el año anterior habían sido ocupadas por la corona británica. Luego de visitar Tierra del Fuego, recorre las costas chilenas hasta Santiago y en 1835 reingresa a nuestro país atravesando la cordillera por el Paso el Potrerillos. En su estancia en Mendoza, fue picado por vinchucas y algunos historiadores especulan que habría contraído el mal de Chagas (murió de viejo, en 1882). Finalmente abandonó nuestro país regresando a Chile a través del Paso de  Uspallata, el mismo por el que, casi 20 años antes, había cruzado San Martín al frente del ejército de los Andes.
“Mi segunda vida comenzará en este momento y será como un aniversario de cumpleaños para el resto de mi vida”, escribió en su diario de viaje poco antes de la partida. Durante los cinco años que duró la travesía cada detalle que fue observando en los lugares que visitó (en Argentina y las islas Galápagos) no sólo le cambiaron la vida, sino que también le permitieron edificar una revolucionaria teoría sobre la Evolución de las Especies, que modificó la visión que se tenía sobre la vida en la Tierra.
Charles Darwin había nacido el 12 de febrero de 1802. Mañana es otro aniversario.