La primera imprenta en las Misiones de los guaraníes

Domingo 6 de julio de 2014
Imprenta. | En Santa María la Mayor.

Hubo imprentas anteriores en México desde 1533. Por eso se dice que fue la primera imprenta sudamericana. Las autoridades del Virreinato recién se preocuparon por tener una imprenta en 1780, cuando hacía más de 80 años que había sido fabricada la imprenta misionera. La que usaron en Buenos Aires fue la que hicieran los Jesuitas en la Universidad de Córdoba en 1765. El virrey Vértiz echó mano de ella para imprimir los papeles oficiales del Virreinato.
El lugar de origen de la primera imprenta guaraní-misionera es el pueblo de Loreto, según afirma el máximo historiador de las Misiones Jesuíticas, el padre Guillermo Furlong.
Los jesuitas reclamaban ya desde 1632 a España que se enviara un hermano impresor de las provincias jesuíticas de Alemania, Francia o Flandes, ya desde 1632. Pero finalizando el siglo XVII aún no habían logrado este cometido. Por eso, el ingenio y habilidad del padre Juan Bautista Neumann, austríaco nacido en Viena el 7 de enero de 1659, hizo que finalmente se construyera una imprenta con maderas nobles de la región y una aleación de plomo y estaño para fabricar los tipos. El padre Neumann había venido al Río de la Plata en 1690. Además de fundador de la primera imprenta, fue uno de los heroicos exploradores del río Pilcomayo cuando se intentó unir las Misiones de Guaraníes con las de Moxos y Chiquitos. En ese intento falleció en Asunción el 5 de enero de 1705 afectado de disentería.

El padre Neumann fue acompañado en esa tarea por el padre José Serrano, andaluz, nacido en Antequera el 12 de mayo de 1634. En 1652 había ingresado a la Compañía de Jesús y seis años después llegó al Río de la Plata con sólo 24 años. Estudió en el Colegio Máximo o Universidad de Córdoba ordenándose allí de sacerdote en 1662. Fue Superior de la Orden, a cargo de la provincia jesuítica del Paraguay entre 1690 y 1694. Murió a los 79 años en 1713 y está enterrado en Loreto.
Fueron estos curas los fundadores del arte tipográfico en las Misiones. Con esa rudimentaria prensa publicaron los primeros libros argentinos.
La primera obra publicada data de 1700 y fue una traducción del Martirologio Romano hecha por el padre Serrano, un extenso catálogo de los mártires y santos de la Iglesia.
En los Inventarios, realizados en 1767 cuando los jesuitas son expulsados, aparecen ediciones de esta obra en muchos pueblos. Sólo se ha conservado uno, hallado en Concepción el cual carece de portada y mantiene sólo el 40 por ciento de sus páginas originales.
Después del Martirologio los curas se animaron a editar otros libros. Entre 1705 y 1727 se publicaron en las Misiones ocho libros diferentes. Por ejemplo, el “Flos Sanctorum” también traducida al latín y al guaraní por el padre Serrano, al igual que la traducción al guaraní de la “Diferencia entre lo temporal y eterno” del padre Nierember. De los ocho libros, cinco están escritos en guaraní, uno en latín y guaraní y los dos restantes en castellano.
En 1724, en Santa María fue impresa una obra escrita por un cacique de ese pueblo, Nicolás Yapuguay titulada Explicación de el catecismo en lengua guaraní, con dirección del padre Paulo Restivo. Constaba de 402 páginas. En 1727, el mismo Yapuguay editó otra obra hecha en la reducción de San Francisco Javier titulada Sermones y exemplos en lengua guaraní, de 165 páginas. Yapuguay era un músico de Santa María, con un nivel destacado en la comunidad.
Furlong, que conoció la imprenta y estuvo en el equipo que la restauró a mediados de la década de 1940, indica que los tipos son hermosos. Y que es infundado aquello de que se construyeron tipos de madera y, al resquebrajarse algunos de ellos hacían muy difícil la lectura de las impresiones. Los tipos eran de estaño, material que no escaseaba en las Misiones, como lo indican los Inventarios de los Pueblos. Los tipos eran de una amalgama de estaño y plomo, según lo indica Dobrizhoffer que visitó la Imprenta. Sólo el papel era importado de Europa. La tinta se la hacía con una mezcla de varias hierbas, sobresaliendo la yerba mate.
La imprenta tuvo licencia para imprimir, como se requería en la época. Se la dio en Lima el 5 de setiembre de 1703, como consta en el Prólogo de la Diferencia entre lo Temporal y Eterno.

¿Hubo sólo una imprenta?
En los libros publicados aparecen varios lugares. Por ejemplo Impreso en las Doctrinas en 1705, o En el pueblo de Santa María la Mayor. El año de el Señor de 1724 o En el Pueblo de San Javier de 1727.
La hipótesis de Furlong es que hubo sólo una imprenta, que se la trasladaba a los pueblos mencionados donde se imprimieron las obras, pero varios tipógrafos en los diferentes pueblos, donde existían colecciones de caracteres tipográficos.
Por eso, si por imprenta se entiende al conjunto de partes para imprimir: la platina, el cuadro o frasqueta, el árbol o tórculo, con su mesa y bisagras hubo sólo una, ambulante. Ahora, si por imprenta se entiende al taller donde unos oficiales fabrican tipos, los escogen, los alinean, disponen en páginas, en espera de la imprenta ambulante, hubo varias imprentas en las Misiones.
En 1727 dejó de funcionar la imprenta misionera. No hay datos de impresiones posteriores a esa fecha. Y es difícil explicar las razones para ello.
La imprenta desde esa fecha hasta 1784 siempre estuvo en Santa María la Mayor. No fue retirada de allí. Pero lo llamativo es que en ese tiempo, desde 1727 hasta la expulsión varios documentos hablan de que en cada pueblo existen tipógrafos o impresores idóneos.
Algunos historiadores indican que España veía con malos ojos la imprenta, pero Furlong dice que nunca hubo una prohibición de la corte española.
El cree que la imprenta había sido construida para la publicación en guaraní de obras religiosas. Y que desde España se fomentaba el aprendizaje del castellano a los indios y la abolición del idioma nativo. Y que los jesuitas prefirieron seguir publicando pequeños folletos en lengua guaraní que no trascendieran las Misiones. Porque según él la imprenta siguió funcionando y siguieron habiendo maestros impresores en los pueblos misioneros.
En 1890 la imprenta de Santa María la Mayor fue enviada al museo histórico y se propuso su restauración.
En 1942 pasó al Museo del Cabildo donde se la restauró por disposición del historiador Ricardo Levene, con el asesoramiento del propio padre Furlong.


Los libros
• Explicación de el Catecismo en lengua guaraní
Publicado en Santa María la Mayor en 1724, cuenta con 443 páginas, con dirección del padre Restivo. Presenta viñeta grabada en cobre que representa a la virgen con el niño en brazos. Contiene rezos compuestos por el franciscano Luis Bolaños, oraciones y temas de doctrina en la primera sección. En la sección siguiente, a dos columnas, en castellano y guaraní, está la historia de la pasión en forma de sermón. Y continúa con otro tratado de doctrina y el catecismo que el concilio limense ordenó que se hiciera para los niños y que fuera explicado en lengua guaraní por los primeros padres. Al final, una breve explicación de Yapuguay sobre el catecismo. La obra presenta asignatura, foliación y la parte tipográfica es bastante regular y cuidada. En Posadas, hay dos ejemplares de este libro: uno en el Instituto Montoya y otro dependiente de la Dirección de Museos y Patrimonio de la provincia de Misiones.

• Sermones y exemplos de la lengua guaraní
Es publicado en la reducción de San Francisco Javier en 1727, con dirección de un religioso de la Compañía de Jesús. La portada es encabezada por una doble fila de adornos tipográficos. Contiene 313 páginas. Dice el padre jesuita José Peramás: “El modo cómo compuso este volumen fue el siguiente: cada domingo se fijaba atentamente lo que el párroco o el colaborador del párroco, exponía sobre el evangelio del día iba a exponer y lo que después agregaba ya exhortando, ya reprendiendo a fin de mejorar las costumbres. Meditando estas cosas iba el indio a su casa, y una vez allí, reproducía el sermón y lo ponía en un idioma guaraní purísimo. Agregaba al sermón oído lo que parecía más apto”.

Por Alfredo Poenitz
Historiador