Señor Director:
Toda fuerza política se desgasta en el ejercicio del poder produciendo anquilosamiento. No es ajena la Renovación que guía el destino de nuestra querida provincia desde hace casi doce años. El esquema de gobierno se ha convertido en un rompecabezas compuesto de piezas iguales que facilitan el intercambio de funciones, se profundizan los aciertos, por qué no decirlo, eso sí, también los errores. La soberbia hace que no se acepten sugerencias ni disidencias, es denostado todo aquel que ose proponer acciones distintas a las instrumentadas por los conductores del partido. Todo se reduce a acatamiento sin preguntas, si no el escarnio, la separación y el olvido.
La obligación constitucional de publicar los actos de gobierno, se convierte en vergonzosa campaña electoral financiada con dineros públicos. En las elecciones del próximo 9 de agosto, los misioneros debemos considerar seriamente un cambio. Esto no implica dejar de lado las correctas políticas públicas diseñadas, sino devolver la ética y los valores a la praxis, la profesionalización de la militancia frustra jóvenes promesas de la política provincial.