No pudo ser. Una vez más la selección nacional pierde una final. Quedan tristeza, enojo y otros sentimientos muy ligados a la frustración. Pero que el árbol no tape el bosque. Primero, para jugar una final hay que llegar. Y llegan dos equipos. Se sabe lo que dirá la patria futbolera: que fueron dos finales en un año y que esta selección de Messi no ganó nada importante.
Ayer se habló en la redacción de esto a la hora decidir qué cobertura le dábamos al partido. El país no habló de otra cosa en los últimos días. Hubo pico de rating en la televisión. El mundo y los medios más importantes estaban pendientes de esta final. El 90 por ciento de los países del planeta futbolero hubiesen dado cualquier cosa por un segundo puesto, por estar en el podio. Este país tiene mucho en todos los aspectos, y hay que empezar a valorarlo un poco.
Pero la vida sigue. Hoy hay elecciones en cinco provincias. El kirchnerismo y la principal alianza opositora medirán en la ciudad de Buenos Aires, La Rioja y Corrientes, mientras que en Córdoba buscarán festejar los protagonistas de UNA y en La Pampa se jugará la feroz interna peronista (páginas 22 y 23).