Gentileza: F. González

Miércoles 1 de julio de 2015

Casi 300 espartanos en la copamérica; la selección nacional (800 millones de dólares) es la más cara y con ese valor podrían comprarse varias selecciones rivales, etc, etc. Pero el dato de color lo aportó otra gama de curiosidades: sus peinados deben obedecer a una depurada estrategia de mayor eficiencia e imagen temible porque casi todos eligieron el corte Chingachgook (The last mohican) con filigranas talladas como laberintos en las sienes; otros optaron por el plumero (Cuadrado) o los mechones impares; la mayoría se ha tatuado alguna señal en los brazos, y el resto en todo el cuerpo incluyendo la nuca y la yugular como el arponero Queequeg (Moby Dick). Vimos hombres de piel bien oscura (el arquero jamaiquino y el referi venezolano de Chile/Perú pudieron ser dobles de Sidney Poitier); hombres magros (Di María) y percherones (los defensores colombianos); retacones (Agüero), chuecos y patizambos. Otros dones desnudaron sus genes, indisimulables: algunos quejones de las sanciones, y otros estoicos en las infracciones (Mascherano), eufóricos, introspectivos (Messi), manoseadores, y fóbicos (nuestro Otamendi); las declaraciones desnudaron acentos inconfundibles, dialecto, jerga, americanismo; hubo jugadores sudorosos, obsesivos, simuladores (los del foul fingido y del pase dado al compañero aún sabiendo que lo mandaban al muere), hubo depilados (al estilo CR7), arenguistas y apichonados; los técnicos revelaron su gusto por camperas corte Michelin, enormes, como tortugas encadenadas con tiras de chorizos, y los 300, llegado el momento del secreto táctico (o del escarnio vulgar de vecino chismoso y metepúa) optaron por taparse charramente la boca con la mano. Quedará una queja genuina: a Fernando González, fotógrafo del diario uruguayo Tenfield, pocos le dieron el crédito de su reveladora imagen proctológica en la sesión Jara/Cavani que dio la vuelta al mundo.

Aguara-í