“Hablar en alemán me genera tibieza alrededor del corazón”

Domingo 1 de marzo de 2015
Bartz. | Estudió alemán en Zúrich, Suiza.

Los abuelos maternos de Susana Bartz (56) llegaron a Misiones en 1929 desde Berna, Suiza. En un principio se asentaron en Olegario V. de Andrade pero en 1945 consiguieron tierras en Dos de Mayo y la familia se mudó. Además de tener descendencia suiza, Susana también tiene la alemana por parte de su padre.
“Fueron tiempos duros para ellos porque llegaban al monte y tuvieron que hacerse una choza para vivir el primer tiempo. Voltearon árboles para hacerse su casa y esto llevaba un tiempo porque había que trasladar los rollos a un aserradero después secar lo aserrado y construir casas, galpones, establos. Cuando yo nací esas cosas estaban hechas. De todos modos todos trabajábamos en las tareas que nuestras fuerzas y edades lo permitían”, contó la mujer.
Susana habla y escribe perfectamente el alemán pero por más que sus abuelos y padres lo hablaran en el hogar, ella lo aprendió recién de adulta, cuando fue a vivir a Suiza por unos años. “En casa se hablaba dialecto suizo y en la iglesia recibíamos las clases de la escuela dominical en alemán, O sea que aprendíamos de forma natural aunque luego lo olvidáramos al ir a la escuela”, señaló.

En Zúrich estudió el idioma y obtuvo el certificado del Göthe Institut, una institución pública cuya misión es promover, divulgar y promocionar el conocimiento de la lengua alemana y su cultura.
Hace dos años que la familia de Susana se reúne en Dos de Mayo para llevar a cabo lo que ellos decidieron llamar “nietos y bisnietos”, aunque confiesa que ya hay tataranietos. Son más de 300 los parientes que se juntan a compartir comidas típicas y experiencias. “Creemos que debemos hacer saber a los que nos siguen de dónde venimos. Es muy divertido y la pasamos muy bien”, compartió Susana.
Con respecto a la herencia lingüística de los más jóvenes, confesó que ya no hablan el alemán y tampoco le dan importancia salvo que emigren hacia ese país. “Los primos más grandes vivimos las épocas en las que se sostenía la cultura de los abuelos inmigrantes. En la medida que fuimos creciendo y murieron los abuelos, dejamos de hablar el dialecto y el alemán aunque alguno aún entienda un poco”, dijo.
Susana tiene el hábito de entablar conversaciones en alemán si es que descubre a alguien que como ella sepa hablarlo. “A mí, hablar en alemán me genera una tibieza alrededor del corazón. Me alegro, me emociono, siento que me acerco a la otra persona y podemos hablar sin más, de cualquier cosa”, expresó emocionada.


Buscan fomentar la cultura germana en Montecarlo
MONTECARLO (Corresponsalía). El Instituto Carlos Culmey cumplirá en junio 56 años de enseñanza. Uno de sus principales objetivos es poder formar a sus alumnos en la comprensión de la cultura y el idioma alemán, teniendo en cuenta que fue fundada por inmigrantes germanos.
Por sus aulas pasaron numerosos alumnos, tanto descendientes alemanes, como de la comunidad en general. Los que eligen esta formación aprenden el idioma desde salita de tres hasta quinto año del secundario.
Gladis Walter trabaja en el instituto hace 26 años.  Desde 2001 es coordinadora de alemán, y hace dos años, coordinadora de jornada extendida.
“Aprendí alemán en mi casa, me enseñaron mis padres con un poco de dialecto. Cursé de primero a séptimo grado acá en esta escuela y el secundario en la Escuela Normal, porque acá todavía no había secundario. Luego fui 3 años a Buenos Aires y estudié en un instituto donde obtuve mi título de profesora “ relató la docente.

Escuela abierta
Respecto al trabajo en la Culmey, dijo “acá no es para enseñar alemán  a los alemanes o aquellos que saben, sino que estamos para enseñar a los que no saben. La escuela está abierta para los que ya tienen una formación desde sus casas y para los que no", señaló.
La docente destacó que son muy pocos los padres de los alumnos que mantienen el idioma, y son contados los chicos de la institución que lo aprenden en sus casas. “La mayoría aprendió el idioma acá en la escuela", indicó.
El objetivo de la institución es que sus alumnos puedan llegar al cuarto año del secundario manejando el alemán, porque allí tienen un examen con la profesora y la consejera pedagógica de la institución, que es  una alemana.  Deben desarrollar un tema por veinte minutos en el idioma, interpretar un texto y hacer ejercicios. No todos llegan a esta instancia porque algunos, al terminar la primaria deciden cambiarse de escuela, otros vienen de otras escuelas y se forman desde cero.

Intercambios
El Instituto Carlos Culmey realiza intercambios estudiantiles, y alrededor de 100 jóvenes ya viajaron a Alemania con este sistema.
También la escuela cuenta con jóvenes voluntarios de entre 18 a 25 años, que se instalan en la localidad desde marzo hasta febrero del siguiente año, enviados por la Unesco, que colaboran con los docentes y ayudan a los alumnos con el idioma.

Por Elena Hipólito
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