Peligrosos vuelos rasantes para evitar ser captados por radares

Domingo 17 de agosto de 2014
Peligro. | Los vuelos rasantes conllevan riesgos y no siempre son exitosos. | Foto: Archivo
Los vuelos irregulares no muestran una preferencia de horarios. Aparecen de noche, a la siesta o de mañana y se los encuentra aterrizando de imprevisto en un campo de Corrientes o en proximidades de alguna localidad alejada del casco urbano.
Quienes ingresan clandestinamente al espacio aéreo argentino están perfectamente al tanto de que lo peor que les puede pasar en el aire es ser obligados a aterrizar, la figura legal que pone el límite a la actuación de cualquier avión militar frente a una aeronave ilegal.
La Argentina no tiene ley de derribo. Bajo ninguna circunstancia se puede atacar un vuelo ilícito ni realizar maniobras que pongan en riesgo a la otra aeronave, y por eso los aviones interceptores despegan sin ningún tipo de artillería cuando son alertados por los operadores de radares.
De todos modos, tampoco falta en estas aeronaves furtivas el equipamiento que les permite saber en qué instante comienzan a ser captados por un radar (ya sea el de Posadas o el de Resistencia), y entonces descienden a alturas que los vuelven invisibles.
En esos vuelos próximos al suelo surge el peligro de que se introduzcan en la trayectoria de vuelos regulares que realizan tareas de despegue o de aproximación para el aterrizaje. “No es delirante temer que alguna vez uno de estos servicios se tope en su ruta con una avioneta cargada de droga”, dijo el especialista consultado, quien a su vez recordó que “ha pasado que los pilotos narcos le sacan fotos a los interceptores o le hacen señas; se burlan porque no les pueden hacer nada”.
Si bien las reacciones de los pilotos narcos son varias, el vuelo irregular algunas veces opta por salir del territorio argentino y otras inicia un vuelo rasante hasta de 30 metros de altura, con el objetivo de complicar la persecución de los interceptores.

Limitaciones legales
Los ilegales tienen también a su favor la imposibilidad de la Fuerza Aérea de coordinar acciones de forma inmediata con las fuerzas de seguridad en tierra. Una avioneta necesita muy poco para bajar y puede hacerlo en un campo en buen estado o en un camino vecinal.
Si la máquina fue seguida por un Pucará o un Pampa, estos aviones no pueden aterrizar si no es en una pista especial, y si pudieran hacerlo, tampoco podría exigirse al piloto militar que actuara como un solitario policía y atrape a los maleantes.
Entonces, lo que queda es avisar por radio a tierra el punto en el que la máquina intrusa descendió y esperar que los integrantes de algún destacamento policial local próximo lleguen al sitio del aterrizaje y actúen en consecuencia.
La desventaja es que en zonas rurales despobladas eso puede llevar mucho más tiempo que la media hora que puede demandarle a un narcotraficante bajar su carga y volver a despegar. En tierra los esperan cómplices en modernas camionetas que parten rápido con los bultos en distintas direcciones para evitar un punto de concentración.
“Más allá del radar que los detecta, no hay medios ni recursos para evitar que siga habiendo vuelos ilegales. Hoy llega un avión a Posadas, carga droga, se va y al rato regresa con otra carga distinta y nadie puede impedirlo. Ni siquiera los aviones de la Fuerza Aérea están más, y si están, tampoco son determinantes porque están condicionados”, mencionó Rucker.
En ese contexto, aclaró que “no se les puede disparar y tampoco hay aviones que los obliguen a descender. Para poder agarrarlos en vuelo hay que tener aviones en el aire, sino no lo alcanzan más porque es grande la inmensidad”.
Según estimaciones de las fuerzas nacionales, es interceptada una quinta parte del total de vuelos irregulares que se detectan. En el resto de los casos, cuando saben que fueron vistos, los pilotos hacen vuelos rasantes, entregan sus cargas y huyen.
Otro factor favorable para los narcos son las características del territorio, generoso en lugares aptos para los aterrizajes de aeronaves pequeñas en sitios muy alejados de los grandes poblados, imposibles de identificar.

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