Carrusel infinito II

Sábado 20 de septiembre de 2014

Y el poeta en haiku decía: "Luz de esporas, la primavera cósmica en las tinieblas". El cielo nocturno, que siempre se nos aparece manso, parece que es una selva cuya iluminación aterraría al más guapo. Existe otro escenario casi invisible más allá de las estrellas fugaces, los cuartos menguantes y los eclipses rojizos, incluso más allá del entrañable asteroide B 612, donde habita El Principito. Nuestros telescopios terrícolas siguen sacando selfies del universo y ahora los  astrónomos descubrieron que “una galaxia enana ultracompacta alberga un agujero negro supermasivo”, lo que la convierte en la galaxia más pequeña conocida que contenga semejante bicho que parece ser más común de lo que se creía. Con los telescopios Hubble (que gira allá arriba) y Gemini (firme en el volcán Mauna Kea), se descubrió a M60-UCD1, la pequeña galaxia cuyo agujero negro tiene una masa equivalente a 20 millones de soles, y semejante hallazgo (mejor sonaría "profanación") sugiere que otras galaxias enanas ultracompactas probablemente también contengan agujeros negros supermasivos, y que esas enanas puedan ser restos de colisiones con galaxias más grandes. 
Los agujeros negros son estrellas colapsadas o con una fuerza de gravedad tan fuerte que ni la luz escapa de ellas (de allí el nombre). Se supone ahora que los agujeros negros supermasivos - aquellos con una masa de al menos 1 millón de estrellas, como nuestro sol- pueden estar en los centros de muchas galaxias. ¿Y por casa cómo andamos? El agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea tiene la masa de 4 millones de soles, pero de tan pesado que es tiene menos del 0,01 por ciento de la masa total de la galaxia, que se estima en unos 50.000 millones de masas solares. Por ahora, entonces, a salvo, aunque habrá que munirse de un buen telescopio y tratar de junar la negrura como de reojo pá prevenirnos si es que algún agujero negro anda sobrevolando el techo del rancho, que ya bastante tiene.

Aguará-í