Un poco más allá de una mera sensación

Domingo 13 de julio de 2014
Lunes 3 de febrero. | De una oficina de Bolívar y 25 de Mayo los delincuentes intentaron arrojar una caja fuerte.

Cuando los hechos se suceden, el dinero se suma y abruma, las víctimas ya no sufren sólo la pérdida de recaudación  y ahorros, sino que terminan hospitalizadas o muertas. Buscar el registro característico de  los maleantes que atacan en Misiones puede resultar engorroso y hasta tiempo perdido.
La realidad se torna homogénea e innegable: los robos y asaltos aumentaron en la región, pero también se perfeccionaron sus actores y ya no son 'especialistas profesionales en la materia que migran o se importan', sino que sembraron camadas autóctonas, que se desenvuelven atemorizando, en algunos casos con impunidad (según sus víctimas).
Para los investigadores de los casos resonantes, no se trata de una seguidilla simple de delitos contra la propiedad. Se trata del choque con la realidad en la que el remedio es un cóctel integral de Justicia, Policía y comunidad.


Fábula
“Hablar de asaltantes, boqueteros o bandas completas que vienen de fuera de la provincia para comprar datos, ejecutar los atracos, pagar y volverse con los bolsillos llenos a sus lugares de origen, ya es parte de la fábula delincuencial (…). Acá los malvivientes comenzaron arriesgándose entrando a una casa primero, para robar lo que puedan. Hoy ya no sienten temor por nada y dan los golpes con trabajos elementales de inteligencia, en el más completo de los casos que se hayan registrado, pero mayormente van jugados sólo con la sospecha de que hay un buen botín en el objetivo planteado”.
La síntesis corresponde a una alta fuente, incuestionable, de la Policía de Misiones, a la que accedió El Territorio con la finalidad de obtener un pantallazo que despeje dudas sobre el crecimiento de robos en los que sus ejecutantes desaparecen, al igual que el dinero que obtienen.
“En toda la provincia hay casos registrados, es cierto que el dinero no se recupera, pero no porque no se lo quiera hallar. Los delincuentes distribuyen las ganancias rápidamente, los objetos de valor se reducen en segundos, por lo que resulta complejo de solucionar este punto. De todas maneras, las investigaciones se profundizan, hay seguimiento y se actúa sobre los sospechosos”, aseguró el uniformado.
El recurso humano y material no sería la “clave” para “aliviar la situación”. También explicó que “se está trabajando e identificando a los principales sospechosos, no se necesitan más policías o herramientas, hay momentos en que se debe apuntar a la prevención del delito, y ese es hoy un punto central. Corren tiempos en que una mujer no puede moverse con 20 mil pesos en la cartera sin estar atenta. Para cualquier motochorro puede resultar un golpe de suerte arrancarle ese dinero y seguir cometiendo hechos similares”.
E intenta ser más preciso: “Hay que tomar recaudos mayores, porque la traición no parte de un policía infiel o un personal de seguridad de una empresa determinada. Los datos a los ladrones los aportan y hasta ejecutan familiares y allegados al empresario o comerciante chino que se enteran, sin hurgar mucho, que guarda en un escritorio con llave 50 mil dólares, o la abuela ahorra en su ropero más de 900 mil pesos. Si no ponen el dinero en lugares más seguros, la posibilidad de que los roben es cada vez mayor. Es duro, pero hay que aceptarlo”.

“Si ellos fallan...”
Una fuente judicial, además de coincidir con la relativa falta de ajuste en los propios controles de los ciudadanos, interpretó que los casos no son aislados y sus respectivos esclarecimientos corresponden al fruto que logren los investigadores policiales. “Si ellos fallan, no indagan o varios de sus eslabones están inmiscuidos o relacionados a los mismos maleantes, no hay alternativa que desde la Justicia se pueda proponer. Los pesquisas son de la Policía, debemos acompañarlos para que los delitos sean descubiertos. Por supuesto que, si además de los autores se recupera el dinero, los niveles van a bajar rápidamente”.
“Los casos de robos y asaltos que se transforman en noticia, ante la réplica constante fueron acostumbrando a la gente de que en Misiones el índice delictivo es alarmante. Se suceden más robos y hechos violentos, pero no responden a la falta de interés policial por perseguir que esto no ocurra; muy por el contrario, se responde con buenos resultados, tal vez la ansiedad informativa corra a contramano a mayor velocidad”, replicó el vocero de la Justicia.
Pero también dejó el espacio necesario para atender a lo inmediato: "Suceden los asaltos, no se puede ocultar. Pedimos información a la Policía, cotejamos  huellas, solicitamos registros de las más de 50 cámaras de seguridad instaladas en Posadas, y nos topamos con escollos repetidos: las imágenes no permiten identificar a nadie, ni duda levantan, las huellas dactilares no se pueden comparar con un millón de personas, los pedidos de pruebas genéticas no se realizan en la provincia y así (...) los contratiempos son evidentes, más aún cuando hay policías que si te dicen 'va a llover' mejor dejar el paraguas en la casa nomás".

La fragilidad
Determinar cuánto de mito y realidad existe en el ambiente del hampa provincial y la cantidad de hechos que se cometen, para los investigadores es un punto oscuro. “Negar que las bandas que asaltan en Misiones provienen de otros lugares del país o del exterior (principalmente Paraguay y Brasil) es tan frágil como aseverar que los ladrones locales se especializan en escaparse de las garras de la Policía”.
La voz escuchada de la fuerza de seguridad sobre este punto también profundiza que “no es difícil que un familiar traicione, o un empleado venda un dato a cualquier sujeto que se arriesgue a realizar un escruche o establecer contacto con sujetos que rompan una pared, puerta o ventana para con una amoladora cortar una caja fuerte, o hasta intentar arrojarla desde un primer piso en el microcentro posadeño para llevársela a un taller y abrirla con más tranquilidad”
De esta manera, se podría desmitificar que los 'paquetes de datos' para salideras bancarias o asaltar un comercio, corresponden a informantes dedicados a recabar y vender su 'producto' a organizaciones delictivas foráneas.
Por el momento resulta intrincado el asunto, y peligroso tomar como válido que la solución es más próxima de lo que parece.
Más aún cuando los últimos casos, por ejemplo en la capital provincial, se describen como protagonizados por bandas conformadas por cuatro asaltantes con acento porteño o de otra provincia.
Al menos así lo describió la mujer que durante la madrugada del domingo pasado sufrió que tres sujetos rompieran una ventana de su domicilio en Rivadavia y La Rioja, la ataran de pies y manos y revolvieran la casa hasta encontrar todos sus ahorros: 75 mil dólares y cien mil pesos en efectivo.
Denunció que los delincuentes actuaron con calma, fueron precisos y ninguno era de la provincia.
¿De qué forma o cómo obtuvieron el dato entonces? Esa labor está en manos de los investigadores policiales, quienes estarían próximos a desentrañar la trama, según confiaron a este medio.

Trágico Panambí
La masacre de la familia Knack ocurrida el domingo 25 de mayo sacudió no sólo a la opinión pública sino también a los propios encargados de brindar seguridad en la provincia.
“Como hecho macabro fue aislado, pero la ocasión del asalto no, más de 300 ó 400 mil pesos guardados en cajas de zapatos, es un dato que los delincuentes reciben con las manos abiertas y ejecutan el robo o lo intentan con premura y poca inteligencia previa”, describió la fuente policial.
En la investigación de este hecho, profesionales de la Secretaría de Apoyo en Investigaciones Complejas y pesquisas de las unidades regionales de Leandro Alem y Oberá están abocados por completo.
Pero hasta en esta causa el factor fortuito contribuyó y una llamada anónima estiró la punta de la madeja, que se localizaba en San Javier, y permitió la detención de cuatro sujetos. “La suerte hay que buscarla”, admitieron fuentes de la investigación.

Carriles opuestos
Por lo pronto, lo que se puede catalogar (y debatir) como 'sensación de seguridad' u 'ola de robos sin esclarecimiento', seguirá corriendo contra la voluntad tozuda (a veces lenta) de los investigadores pertinentes. Vías a contramano, una veloz y en bajada, la que mide, cuantifica y califica los hechos. La otra, una trepada con piedras que necesitaría de mayor entrenamiento y motores.


Modalidades de temor en uso
• Motochorros:
La modalidad de arrebato motochorro es otra de las seguidillas delictivas que en las principales localidades de la provincia se repiten a diario.
Los casos son tantos que para los mismos voceros de seguridad no merecerían ser comunicados.
De todas maneras, este punto no constituye que se le reste importancia y en las ultimas dos semanas se ordenaron operativos policiales que arrojaron más de 25 detenciones en Posadas. Uno fue realizado en la chacra 181 (avenidas Urquiza y San Martín) el viernes 4 de julio, y el restante siete días después en la chacra 26, conocida como barrio Parque Adam.
En ambos operativos, la orden judicial autorizó ir a buscar a los sospechosos de robos en el microcentro, principalmente los cometidos contra mujeres desaprensivas ante la inestable realidad de seguridad, que perdieron en un instante sus carteras con pertenencias varias, entre ellas una mujer en La Rioja y General Paz a la que la birlaron 16 mil pesos en efectivo.

• Salideras:
Uno de los delitos que fueron noticia en los últimos meses fue la salidera bancaria cometida contra un colono de Dos de Mayo al que le arrancaron 400 mil pesos correspondientes a una indemnización por un juicio laboral.
El asalto ocurrió en plena calle, en la chacra 109 de Posadas, contra Raúl Benítez y su pareja, quien lo acompañó para cobrar el dinero en un banco de calle Colón entre San Martín y Sarmiento.
En un primer momento el principal sospechoso (y único detenido) fue Nélson Leiva, el abogado que lo patrocinó en el reclamo contra una tealera en la cual Benítez trabajó y sufrió un accidente en una mano que quedó inmovilizada.
Benítez lo acusó de llevarlo, tras salir de la entidad bancaria, a su casa en el sector Oeste de Posadas, donde fueron asaltados por dos sujetos armados que descendieron de un automóvil de color oscuro.
Pero tras una semana de careos y pericias, el juez de Instrucción Penal Seis, Ricardo Balor, liberó al abogado por falta de mérito.
Hasta hoy la causa continúa sin imputados y el colono sin el dinero.

Por Javier Pelozo
fojacero@elterritorio.com.ar