“Las escuelas no morirán, serán diferentes a lo que conocemos"

Domingo 28 de febrero de 2016

Lucas se pondrá un delantal de colores para empezar la salita de 4 en Posadas y, de esta manera, ingresará al sistema educativo que lo formará en los tres niveles obligatorios de nuestro país: inicial, primaria y medio. Cuando Lucas termine  sus estudios obligatorios, estimativamente dentro de catorce años, estaremos en el año 2029 y es posible que consiga su primer trabajo en el 2030, cuando sus padres esperan que empiece la universidad.
Lo que ni Lucas, ni sus padres, ni su maestra saben, es cómo será la ciudad de Posadas en el año 2030. ¿Cuáles serán los requisitos para conseguir un trabajo? ¿Cuáles serán las habilidades requeridas para vivir con dignidad? ¿Qué es lo que se necesitará saber para poder satisfacer las necesidades sociales de ese tiempo?
Para empezar a pensar en todos los niños como Lucas, El Territorio entrevistó a Axel Rivas, director del Programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), que asegura que, mas allá de los cambios tecnológicos, la escuela deberá  ser siempre un espacio de justicia donde todos puedan enseñar y aprender a pensar cómo estar mejor preparados para ser parte de la sociedad del futuro.   


¿Cómo se hace para enseñar hoy en las escuelas las habilidades que se van a requerir para el año 2030?
Esto se hace básicamente pensando la educación del presente dentro de un tiempo de transición en el que conviven un modelo educativo tradicional en el que fuimos educados todos los que nacimos en el siglo pasado, es decir, antes del año 2000, y un modelo propio de este siglo que tiene como característica principal el cambio permanente y cada vez mas rápido. Antes las transformaciones culturales demandaban siglos y ahora cambian notablemente en tan solo una década.

¿Esto puede causar temor porque implica vivir una cultura de cambio permanente en la que muchos de los que fueron educados antes de la era digital pueden ser los nuevos analfabetos del futuro?
El miedo paraliza y eso es lo que hay que evitar en las aulas. Hay que mirar hacia el futuro con el optimismo necesario para emprender los cambios que se imponen. Las escuelas no morirán. Podrán transformarse en espacios diferentes a los que hoy conocemos. Pero seguirán siendo escuelas. No hay que vivir de fascinaciones futuristas. Es fundamental combinar la memoria del pasado, la reflexión crítica sobre el presente y el inmenso potencial que abre el futuro. No hay que sumar más dificultades a las que ya tiene la situación social de docentes y alumnos.

¿Eso significa dejar de lado el temor al cambio y aprovecharlo como oportunidad para generar una educación más acorde con las necesidades del futuro que está cada vez mas cerca?
Si. Totalmente. Es fundamental vivir esta transición como un gran desafío para hacer mejor las cosas que las veíamos haciendo de una manera y que ahora hay que tratar de hacerlas de otra forma. Con otros mecanismos y con nuevas herramientas pero siempre poniendo el foco en la necesidad de la escuela como  un lugar de justicia que brinde oportunidades para todos sin exclusiones de ningún tipo.

¿Cómo es ese concepto de la escuela como lugar de justicia?
Las escuelas deben ser en todos los tiempos básicamente espacios de justicia. Más allá de cualquier otra dimensión, la primera mirada debe estar puesta en que todos los niños y jóvenes deben concurrir a la escuela. Cualquier alumno independientemente de su situación social, y de donde le haya tocado nacer tiene que tener un digno acceso a  educación de calidad.  Debemos desterrar las miradas estigmatizantes o condenatorias de los alumnos. Hay que verlos desde el potencial que tiene cada alumno por su condición de persona. Y esto aplica tanto para el presente como para el futuro.

¿Cómo es el aula del futuro?
Será un espacio donde desaparece por completo la idea de un grupo de alumnos escuchando a un docente que enseña de manera  unidireccional. Porque la educación del futuro es básicamente comunicación de ida y vuelta y multidireccional. Es decir, el conocimiento circula de docentes a alumnos y también de alumnos a docentes y también entre alumnos. Sera básicamente un aula digitalizada, tras la llegada masiva de la tecnología en las aulas. En una primera fase, que es la actual,  llegan las pizarras interactivas, computadoras y videojuegos de uso escolar. En la próxima década, el aula se transformará en un espacio global, conectado con todo el mundo, interactivo. Se extenderá el uso de las impresoras 3D, el seguimiento a través de lectores de ojos y todos los objetos pasan a estar conectados en la web. Será un aula presencial que funcionará como una ventana global interactiva.

¿La idea de estudiar sentado frente a un libro memorizando definiciones fue definitivamente sepultada?
Ya en la actualidad ese viejo modelo de estudiar definiciones de memoria o fijar fechas, distancias o acontecimientos de manera mecánica está en plena decadencia. Porque toda esa información puede ser ubicada rápidamente en un doble click de la computadora. Entonces ¿para qué saberlo de memoria  si podemos llegar a esos datos en cuestión de segundos? Todo lo que sea estudiar de memoria sin una reflexión crítica es una práctica en desuso porque ahora se busca generar en el alumno un pensamiento autónomo y una reflexión crítica. La idea es motivarlo a pensar en diversos  escenarios y no en situaciones fijas. Ya no se enseña  el conocimiento como algo estático sino en perpetuo cambio. Por eso lo importante es enseñar capacidades a los alumnos y no contenidos fijos. Es mucho mas importante que el alumno sepa utilizar el conocimiento en resolución de problemas en diversas situaciones en vez de que repita de memoria un concepto.

¿Entonces también cambiarán los métodos de estudio y las herramientas de enseñanza?
Totalmente y eso es algo que ya empezó. Si observas cómo estudian los chicos ahora es  muy diferente a cómo lo hacíamos nosotros antes. Lo chicos están conectados a sus amigos y a sus conocidos casi en forma permanente a través de los teléfonos celulares y las redes sociales. Y en ese contexto que es su forma natural de vida pueden estudiar. Obvio que es una forma que muchos padres y docentes aun no pueden digerir porque no fuimos educados así. Pero los alumnos del presente y aún mas los del futuro son nativos digitales. Por eso,  por ejemplo los videojuegos pueden ser una herramienta de enseñanza. Permiten que el alumno vaya avanzando en etapas cada uno en el tiempo que pueda con un nuevo sistema de puntajes y premios que lo estimula a seguir practicando y que  dejan atrás el viejo sistema de notas escolares que muchas veces en vez de impulsar a la superación solo logran la frustración del estudiante. Creo que en el futuro serán los propios alumnos los que diseñarán los modelos de aprendizaje. Y los bancos escolares  serán  pantallas de trabajo colaborativo con diversos mapas de conocimiento.

Frente a tantos cambios, ¿cuál es el modelo del docente del futuro?
El docente debe ser el que enseña a buscar seleccionar y validar la enorme cantidad de información que hoy abunda tanto dentro como fuera del aula. El docente es y será fundamental  en el proceso educativo. Pero lo que habrá es una profunda transformación de su misión. Hoy los chicos son expertos en buscar información pero el docente es el que está capacitado para enseñar cuál es la información confiable y cuál no. El docente es el que debe enseñar a validar el conocimiento. No todo lo que está en Internet o en otras plataformas tiene el mismo valor.

¿Y qué grado de conciencia hay hoy en las escuelas argentinas sobre estos cambios que se vienen y en los docentes en particular? 
Hay escuelas y docentes  que ya están aplicando estas metodologías de estudio. Otras con mucha sed de dar esos pasos. Y por supuesto también hay otras con mayores resistencias a los cambios. Por eso es fundamental el rol de los directivos como movilizadores de estas transformaciones  que obviamente se dan a lo largo del tiempo. No son saltos al vacío de un día para otro. Sino procesos que llevan un tiempo y que van a continuar permanentemente en cambio porque justamente esa es la gran característica del futuro. Un constante cambio.

Individualismo o trabajo en equipo

Axel Rivas planteó que el trabajo en equipo y la capacidad colaborativa es una característica de la escuela del futuro. "No se busca un mejor alumno del grado sino sacar el mejor alumno que hay dentro de cada estudiante. Se trata de un sistema de aprendizaje colaborativo donde la escuela se reorganiza en comunidades en las que se comparte el aprendizaje con fuerte uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y un rol mediador de los docentes". Indicó que como nunca antes, los alumnos saben más que los docentes en el campo tecnológico. "Esto lejos de atemorizarnos puede ser una gran oportunidad para transformar la pedagogía y la política educativa.
En algunos países como en Finlandia, los alumnos dan a los docentes cursos para aprender a usar las tecnologías, en otros los alumnos cuidan y arreglan las computadoras".
Plantea que quizás "haya llegado la hora de pensar un siglo XXI, con alumnos enseñándose mutuamente y aprovechando el diverso caudal de saberes disponibles, para que todos puedan enseñar a todos. Esto no implica derribar la frontera final de autoridad pedagógica docente, sino complementarla en aspectos específicos".



Por Daniela Cortés
danielaroxanacortes@gmail.com