El Gigante de Villa Urquiza, uno de los más populosos de la capital

Domingo 23 de agosto de 2015
Daviña supo ingresar a la dirigencia del club allá por 1956 y todavía lo sigue desde cerca. | Foto: César Lasso.
Cómo olvidar el reconocido paladar negro del eterno Pantano González en las gradas del Gigante. Esas gradas que fueron elevadas por obra y gracia de Emilio Luengo. "Calles donde mi lindo barrio se alzó; calles que guardan mis recuerdos de ayer", transcribió Carlos Gardel en una de sus célebres melodías que bien puede aplicarse a este cuento. 
La historia del Club Deportivo Jorge Gibson Brown refleja la pasión de un puñado que supo entender la necesidad de vivir el momento deportivo y social. Y en esa construcción surgieron estos personajes, algunos ya entrañables en la memoria de los que siguen el día a día.
Si bien el club posadeño cumplió 99 años a principios de marzo, poco tiene que ver la cifra para reconocerlo en este informe centenario. Porque el barrio populoso de Villa Urquiza merece estar presente. Además, es sólo una cuota de mensualidad la que debe abonar. Los 100 están cerca.
Qué mejor baluarte para recorrer la historia que la de un viejo conocido de la casa: Julio Roberto Daviña. Dirigente de esos que dejaron huella en su andar. Siempre predispuesto a las respuestas en su humilde morada del barrio Papini, el ya veterano de 85 años toma la palabra en esta aventura verdirroja.

Desde el principio
El 16 de marzo de 1916, un grupo de jóvenes reunidos en la actual Plaza San Martín dio rienda suelta a sus deseos de levantar una institución orientada al soccer. Ese mismo día fundaron el club Jorge Gibson Brown, nombre elegido en memoria de aquel jugador que integró las filas del Alumni campeón y que, además, vistió los colores de la selección argentina en los inicios del siglo XX. La elección del verde y rojo como distintivos tiene que ver con Misiones, la tierra colorada y su vegetación.
“Eran chicos de entre 16 y 18 años. Se pusieron de acuerdo en la fundación, pero llamó la atención por las responsabilidades que asumieron con tan poca edad. Hoy se puede decir que es la segunda institución que existe desde la creación de la Liga Posadeña de Fútbol”, inició Daviña, casado con Ofelia ‘Quica’ Esquivel y padre de tres hijos.
En 1924, bajo la presidencia de Cayetano "Cayé" Castelli, se adquirió el terreno donde actualmente se emplaza el club. “Se sumaron a esta cuestión don Balbino Brañas, Elisardo Alonso, entre otros; todos ellos hicieron posible la compra del predio”, continuó.
Brown tomaba la forma que todos aspiraban. A medida que los finos hilos de arena consumieron el viejo reloj, se levantaron las primeras edificaciones. “Evolucionó de tal manera el club, que la comisión directiva también estaba integrada por mujeres hinchas. Tenían grandes ideas para recaudar fondos y se construyó el primer chalet. También recuerdo que se hizo el tinglado, pero el paso de un tornado lo derribó. Y quiero destacar al popular Iaio Scarso, a quien recuerdo perfectamente llorando frente a los escombros. El amor de él por la institución era muy grande. Hombre de una sola palabra que falleció joven”, agregó.
La mano de obra solidaria permitió la remodelación del polideportivo, el mismo que sigue subsistiendo en la actualidad. Esta vez, ningún viento sopló lo suficientemente fuerte. “Los presidentes pasaron con errores y aciertos. Se construyó una pileta de natación creyendo que eso acercaría el barrio a la institución. Cosa que fue difícil, porque la gente del lugar era complicada", apuntó Daviña.

Tiempo de deportes
Ya a principios de los '80, y en carácter de presidente de la Comisión Barrial de Boxeo, Daviña utilizó el club para la práctica del deporte pugilista. “Lo dotamos con todos los elementos necesarios. Se realizaban programas muy lindos”.
Brown también creó su primer equipo de básquet y, además, instaló luces en la cancha de fútbol. “El tiempo nos hizo pensar que se podían realizar partidos nocturnos. Así, con ayuda del Gobierno, se realizó la primera instalación lumínica en la cancha de fútbol. Lo particular es que no eran torres, si no un enmarañado de cables sobre el campo de juego”.
En la actualidad, Jorge Gibson Brown mantiene una proyección envidiable. Las cosas marchan bien  porque, como dijo Daviña, “el club  mejora a medida de sus posibilidades. Los viejos miramos desde afuera y todo se lo debemos al recambio generacional. Los años cobran los intereses en la vida”.
 Con la espalda suficiente para cargar las vivencias desde 1956, cuando ingresó como vocal del club, Daviña mostró nostalgia. "Todavía soy dirigente... del alma", cerró. El último sorbo de mate le pone punto final a esta recorrida. Compacta para un ‘casi centenario’, aunque necesaria por lo que mueve el populoso Jorge Gibson Brown.

Los problemas

Por supuesto que no todo fue color de rosas. Hubo momentos de angustia que no fueron fáciles de sobrellevar. “Los juegos políticos también tuvieron su lugar. Brown siempre remó en contra de la marea. Cuando gobernaban la provincia los peronistas, los dirigentes del club seguían la línea del radicalismo, y viceversa”, remarcó Daviña.
“El club fue sometido a juicios laborales, todos con fallos a favor del trabajador. El club entró en estado de remate en 1991 (Daviña era presidente del Concejo Deliberante de Posadas). En mi vida lo único que tuve como ahorro eran siete mil dólares. Había que reunir 21 mil. Los invertí y salvamos el club. Pero si vamos al caso, los directivos siempre son los culpables”,
recordó Julio.



Por Cristian Avellaneda
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