Cuentos fantásticos con escenarios misioneros

Domingo 2 de septiembre de 2012
El misterio del monte misionero; el silencio de la noche y la soledad, como débiles límites que separan la cordura de la locura; y los sueños, devenidos en disparadores de relatos dinámicos. Todo eso y más detalles, hijos de la sutileza de un observador joven, pueden encontrarse en Cetrero Nocturno, el último libro del escritor posadeño Sebastián Borkoski.
Se trata de una recopilación de diez cuentos cortos, de diversas temáticas, en los que no falta el condimento misionero y que incluyen  el agregado de elementos fantásticos, propios de los relatos de grandes exponentes del género, como Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares y Horacio Quiroga.
El libro comienza con El Cruce, la historia de cuatro hermanos que deben escapar de su lugar para preservar sus vidas. Los paisajes locales dan el marco ideal a un relato que rememora la Misiones de antaño, con parajes inhóspitos en los que las reglas son impuestas por quienes detentan las armas.
Una de las perlas del texto es Último Cajón. De una situación cotidiana, como hacer un alto en la ruta para orinar, el autor construye una historia en la que superponen relatos y donde sueños y pesadillas juegan un rol central. Una casa abandonada en medio del monte y un cuaderno en el que alguien confiesa los miedos más profundos de la noche, llevan al protagonista a luchar de forma sistemática, como si fuera un mito griego, contra figuras espectrales que ruegan por una ayuda que nunca llega. “Me preguntaron si esa casa existe y en realidad no”, dice Borkoski, y añade: “Hay sí una casa de madera que está abandonada, en el kilómetro mil cuatro noventa y pico. Lo que hice fue ponerla a orillas del río Paraná Guazú, que me parece un lugar espectacular”.
El autor es ingeniero, y Último Cajón nació de esa misma profesión: “El trabajo me lleva a viajar mucho por el interior, ahí uno va viajando en la soledad de la ruta y vas pensando. Además, la naturaleza de Misiones es algo que inspira mucho”, explica.
El relato que le da nombre al libro, Cetrero Nocturno, es bien autóctono. Se trata de la extraña relación entre un sereno, que cuida por las noches el obrador que acompaña la construcción de un camino en Iguazú, y un pájaro. El hombre monologa ante la atenta mirada del ave y ambos construyen un vínculo en el que gravitan la necesidad de compañía y la complicidad.
Otro relato de la Misiones de antaño es Los Fabricantes, que versa sobre un misterioso peón de estancia que despierta una fascinación en el hijo de sus patrones. Se trata de un relato que exhorta a la reflexión sobre la valoración de los silencios y la ponderación de las expectativas que cada uno pone sobre su vida.
La obra se completa con otros cuentos en los que, como dice la escritora Olga Zamboni, Borkoski demuestra “ductilidad en el manejo de la narración y una búsqueda de nuevos caminos”.
Este es el segundo libro de Borkoski y llega tras una novela, El Puñal Escondido, que fue ternada el año pasado para los Premios Arandú y que ganó la distinción Vencejo de Plata en Puerto Iguazú.
El autor le contó a El Territorio que comenzó a escribir cuando tenía 14 años. Por aquellos días, surgían relatos breves y hasta ensayos. Pero fue a los 26 años, tras un viaje por Latinoamérica, que Borkoski se decidió a difundir sus escritos. Primero lo hizo a través de un blog y, cuando leyó los comentarios de los internautas, se decidió a publicar El Puñal Escondido.
Actualmente, Borkoski planea una nueva novela. “En ese género se trabaja de otra manera, uno va escribiendo cosas sueltas y después trata de unirlas a través de una idea general”, explica. Sin embargo, no puede resistirse a la tentación de los relatos cortos: “Con los cuentos pasa algo extraño, aparecen de la nada, un sueño por ejemplo, o por ahí uno está sentado tomando mate y se le ocurre algo, o recuerda alguna anécdota familiar, y aparece. El cuento exige que te sientes a hacer algo con eso. Ahora trabajo en una novela, pero es como que pago peaje para avanzar con los cuentos. Dios sabrá lo que se publique primero”, completó.