Concientizaba y ahora necesita un corazón

Domingo 25 de enero de 2015
Donar vida. | Stefanía no pierde la fe. | Foto: Graciela González
Stefanía Vier tiene 21 años y luego de recibir el implante de una válvula, decidió concientizar a la gente para que sea donante de órganos para salvar vidas. Se dedicó a hacer campañas durante su paso por la escuela primaria y secundaria y a hablar del tema con quién le consultara, pero ahora es ella quien necesita un nuevo corazón, una situación que creyó que no le iba a tocar. Los médicos le diagnosticaron insuficiencia cardiopática por disfunción ventricular.
“Acepto lo que me pasa y trato de no llorar, desde hace años vengo hablando de la importancia de la donación de órganos, pero nunca pensé que después de tantos años yo iba a estar en lista de espera”, reflexionó.
La montecarlense nació con las dos aurículas comunicadas y un sólo ventrículo.
A los diez días de vida se sometió a la primera cirugía paliativa, la segunda fue a los 17 meses, y a los 6 años le implantaron una válvula de un donante.
Desde allí, su vida fue normal: “Con esa cirugía viví rebien hasta ahora que tengo 21 años; siempre me realicé ecodoppler y controles semestrales, hasta que en abril del año pasado, cuando estaba estudiando en Posadas, comencé con síntomas gripales”.
Consciente de que no debe sufrir afecciones por mínimas que sean, como gripe o caries, porque es la vía más rápida para sufrir infecciones, Stefanía acudió a la consulta médica con el objetivo de prevenir, “pero me agarró el virus fuerte al final. Al cuarto día de gripe , después de hacer reposo, me levanté de la cama y me agarró taquicardia, un síntoma que nunca en mi vida tuve”, contó.
Ante esta situación, decidió regresar a su casa en Montecarlo y someterse a controles en el Hospital Samic de Eldorado.
En octubre último se realizó una resonancia en Buenos Aires y los médicos le informaron que la válvula que le implantaron a los 6 años comenzaba a desprenderse Le recomendaron medicación y nuevamente retomó sus estudios terciarios, pero la cosa empeoró.
“Me desvanecí en la facultad, fui internada en el sanatorio Boratti y regresé a mi casa, estuve varios días bien y de la nada me desvanecí de nuevo y me internaron en terapia intensiva en Eldorado. Anteriormente a esa gripe nunca me sentí mal ni nada de eso”, relató.
A pesar de que su vida corre peligro, Stefanía trata de no decaer y vive cada día con alegría, compartiendo con su familia y sus amigos, disfrutando de risas, anécdotas, a medida que no sienta el cansancio normal que produce esta patología.
Si bien esta en la lista de espera de un donante, todavía no forma parte de la lista de emergencia nacional, pero es consciente de que su corazón será el que decida hasta cuándo seguirá en pie.
“Después de que supe mi situación lloré dos semanas, pero después dije ‘¿por qué estar triste?’, así que me vivo riendo, disfrutando, viviendo minuto a minuto. Estoy en manos de Dios. No puedo salir para cuidarme de los virus y trato de que cuando me visitan no sean grupos grandes de gente. Y no quiero que vengan con mala onda, porque tengo que juntar pilas”, señaló.
Y finalizó: “Otra cosa que me pasa es que mi cabeza vuela las 24 horas, y sé que me puede pasar antes que el trasplante un paro, entonces es como que siento que en cualquier momento me voy a dormir, y no me quiero dormir, pero siempre me despido”.