Don Perlimplín

Sábado 6 de febrero de 2016
Cuando Federico García Lorca dejaba Buenos Aires en el 34 se privó de lucirla en la histórica función de títeres brindada en el Teatro Avenida: poco antes de llegar al país, su farsa guiñolesca Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín se había estrenado en abril de 1933 en el Teatro Español de Madrid (por el Club Teatral de Cultura), bajo la dirección del autor, y contó con música de Scarlatti, ejecutada al piano por Pura Lago.
La obra llegaba a aquel estreno madrileño después de diez fatigosos años: en 1923 Lorca la empezó a escribir; a fines del 25 estaba concluida y en enero de 1926 Federico la envía a Melchor Fernández Almagro, su amigo desde los tiempos del Café Alameda de Granada. En el 28 Cipriano Rivas Cheriff ya dirige los ensayos del grupo Caracol, sin embargo, el estreno, que estaba previsto para el 5 de febrero de 1929 en la sala Rex de Madrid, debió posponerse por la muerte de la reina María Cristina. Se suspendieron todos los espectáculos y aquel día, `nuestro´ Federico vivió algo muy especial: la policía entró al Rex, y no solo prohibió la representación; además se llevó todas las copias de la obra, que fue archivada en la sección de Pornografía de la Dirección de Seguridad.
Tras el estreno de abril del 33 Don Perlimplín no volvió a los escenarios españoles hasta medio siglo después, a mediados de los años ochenta. Pero mucho antes, El duende loco, grupo titiritero de Posadas integrado por Maruja Gil de Ledesma, Ada Aiquín de Warenycia y Yolanda Paladini de Boratti, entre otros artistas, la estrenó sin tapujos a mediados de los 50.
Lorca, (impulsor de los títeres en Argentina a través de Javier Villafañe que a su vez estimuló a Juan Acuña en San Ignacio), había dejado su huella: aquellas posadeñas “transgresoras” no escatimaron fuerzas para darla a conocer en la Tierra Roja.
Don Perlimplín también fue puesta en el Desván, actuada, muchos años después, hacia los 90.