De novela

Miércoles 28 de enero de 2015
Sabiéndose indubitablemente perseguido por el sicario Richard Madden, Yu Tsun cuenta su odisea de huida:
“Me vestí sin ruido, me dije adiós en el espejo, bajé, escudriñé la calle tranquila y salí. La estación no distaba mucho de casa, pero juzgué preferible tomar un coche. Argüí que así corría menos peligro de ser reconocido; el hecho es que en la calle desierta me sentía visible y vulnerable, infinitamente. Recuerdo que le dije al cochero que se detuviera un poco antes de la entrada central. Bajé con lentitud voluntaria y casi penosa; iba a la aldea de Ashgrove, pero saqué un pasaje para una estación más lejana. El tren salía dentro de muy pocos minutos, a las ocho y cincuenta. Me apresuré: el próximo saldría a las nueve y media. No había casi nadie en el andén. Recorrí los coches: recuerdo a unos labradores, una enlutada, un joven, un soldado. Los coches arrancaron al fin. Un hombre que reconocí corrió en vano hasta el límite del andén. Era Richard Madden”.
Estos párrafos esenciales de El jardín de los senderos que se bifurcan, escrito por Borges, revelan, precursoramente, la estrategia del exilio del periodista que dio la primicia del suicidio/crimen del fiscal Nisman. Damián Pachter consideró que su alerta temprana impidió que se modificara la escena donde apareció muerto Nisman. El jueves a la noche le alertaron que su vida corría peligro. Se fue a Mar del Plata, donde lo alojó un amigo. Cuando fueron a un restaurante, divisaron a un agente de inteligencia bonaerense. “Andate ya porque te están buscando”, contó Pachter que le dijeron. Sacó pasajes en varias aerolíneas para despistar sobre su destino. Camino al aeropuerto, tuvo la sensación de que alguien estaba atrás suyo y que le iba a disparar. Inclusive sospechó del taxista; se imaginó que se iba a desviar y que lo iba a llevar a otro lado. Pachter voló primero a Montevideo con un pasaje de ida y vuelta, pero en lugar de regresar tomó desde allí otro vuelo a Madrid, y a Tel Aviv, que fue su destino final.

Aguará-í