Vayamos desde el estadio colmado de Santiago de Chile al claro de un anónimo bosque guiados por un viejo poeta (la juventud de nuestro Virgilio transcurrió en Posadas) que supo enlazar con un fino hilo de plata a la luna llena, a su liebre inscripta entre mares y cráteres, y a alguien más.
Gran partido, a la manera del lema del portal “Por la razón o por la fuerza” (como el “Abandonad toda esperanza” del Dante en el Infierno); millones a la distancia, en el campo son 22, 50 mil en las tribunas y en el cielo una sola espectadora. De a ratos el camarógrafo con alma lírica alza su instrumento – ahora telescopio - y nos compensa con la imagen de una hermosa luna chilena. Así la recordé desde los versos de 1923, de Conrado Nalé Roxlo:
`Tú que has visto las lunas literarias que por las hojas de los libros ruedan, ven a ver esta luna. Es una simple luna de la naturaleza. No digas `se parece´, no hagas una metáfora aunque sea la justa, la inhallable, la que nunca visitó el corazón de los poetas. No cuelgues de su disco claro y puro ningún cintajo literario. Sueña que por primera vez abres los ojos a una noche de luna, y la contemplas´.