¿Y para la soberbia del funcionario, no hay remedio?

Martes 7 de julio de 2015
Posadas ha tenido pocos intendentes para recordar, duele decirlo en una ciudad privilegiada por su emplazamiento elevado junto al gran río, por su juventud- donde es más fácil planificar- y por la calidad de sus primeros habitantes, que a muke y a bolsillo propio crearon los cimientos para una gran ciudad.
Vale recordar a Esteban Semilla como el gran intendente en la etapa moderna. Recuerdan sus obras Etorena y Freaza, citando a Sánchez Bonifato: “Fue durante la gestión de Semilla (1938/41) que la capital misionera comenzó a tomar forma de ciudad, se asfaltó gran parte del casco céntrico; por su iniciativa se delineó parte de las cuatro avenidas de circunvalación dándole una especie de marco de contención a la ciudad”; además con un proyecto del arquitecto Alejandro Bustillo ejecutó la Costanera y Parque Paraguayo poblándola de chivatos donados por la Villa de Encarnación. A Tulo Llamosas, que con un modestísimo presupuesto despertó a Posadas, le proveyó de servicios al municipio administrado limpia y eficientemente; extendió la ciudad con numerosos barrios empedrados y comenzó con la pavimentación de avenidas fuera del ejido central. A Carlos Rovira quien completó la pavimentación de numerosas avenidas duplicando el tamaño de la ciudad y la buena idea de hacer bulevares y forestarlos. Al actualmente intendente paralelo Oscar Thomas quien vía Yacyretá hizo lo que jamás hubiésemos podido hacer desde el municipio, completar los faltantes tramos de la Costanera y el gran acceso Sur. Lamentablemente en vez de ponerle un moño a sus tareas, puso un bruto y horrible muro que complica el tránsito y afea el paisaje.
En el año 1985 -y es la razón del escrito-, se construyó para la calurosa Posadas una modesta fuente como para iniciar un camino de muchas más que refresquen el alma y la vista a los posadeños. Ante los escasos recursos municipales y provinciales, solicitamos a la superavitaria empresa Papel Misionero- por entonces perteneciente a la Provincia- que donase los recursos necesarios a un proyecto del arquitecto Eric King. Se eligió como emplazamiento el cruce de la avenida Corrientes con Mitre donde en los primeros años de novedad, entre agua en movimiento y verdes iluminados los recién casados se sacaban fotos; allí con su murmullo acuático y melenas al viento sobrevivió décadas a numerosas intendencias… a veces abandonada, a veces resucitada, pero viva siempre. Hoy se la tragó la impiadosa piqueta municipal. No sé si duele más el hábito comunal de ignorar al ciudadano,- a quien en definitiva están dirigidas las acciones y quien con su voto le confió el cargo- o la indiferencia del posadeño para con su patrimonio común, su historia y su propio bienestar. Reflexión final: un discreto administrador es menos peligroso en su letargo, a que después de años de modorra arranque con inusitada furia a puro cemento: remodelación de plazoletas en las cuatro avenidas y homicidio de la inocente fuente de la avenida Mitre y Corrientes. No se justifican razones para reemplazar una fuente viva, por una plazoletita “pedorra” -al decir de Facebook-.
También sería bueno que los futuros funcionarios de Posadas “se den un baño de humildad”, que no basta sólo su criterio, que las acciones consensuadas son las que duran, que cambien piqueta por árboles y que la audiencia pública es una gran herramienta de la democracia.

Por Ricardo Barrios Arrechea
Ex gobernador de Misiones