Un juez apartó de sus funciones al presidente de Diputados en Brasil

Viernes 6 de mayo de 2016
Cunha "no posee condiciones personales mínimas para ejercer", según un juez.

Un juez de la Corte Suprema de Justicia de Brasil suspendió ayer el mandato del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, cerebro del juicio político contra Dilma Rousseff, por obstruir las investigaciones que lo involucran en el escándalo de corrupción de Petrobras.
La sentencia es una medida cautelar y atiende a un pedido formulado en diciembre pasado por la Fiscalía, que afirma que Cunha usaba su cargo "en interés propio e ilícito para evitar que las investigaciones en su contra lleguen a buen término".
"No existe la menor duda de que el investigado no posee condiciones personales mínimas para ejercer, en este momento, en su plenitud, las responsabilidades del cargo de presidente de la Cámara de Diputados", señala el fallo del juez Teori Zavascki,

La decisión lo separa tanto de su mandato como diputado federal como de su cargo de presidente de la Cámara, pero no le quita la protección de los fueros privilegiados, que le permiten ser juzgado sólo por el máximo tribunal de Justicia.
Cunha, de 57 años, es el segundo en la sucesión presidencial de Brasil, y si Rousseff es suspendida por el Senado para iniciar un juicio de destitución el 11 de mayo, quedará en primer lugar detrás del vicepresidente Michel Temer, que reemplazaría a la mandataria.
La Fiscalía detalló once acciones en las que Cunha actuó en forma ilícita.
"Ya no está en funciones", informó la asesoría de prensa de la Cámara de Diputados. La Corte notificó a Cunha la decisión que le quitó de las manos el cargo por el que estuvo en el centro de la tormenta política que golpea a Brasil y que, una vez más, podría modificar el ajedrez del poder en el país.
Consultado acerca de si la medida no implica un avance de un poder de la república sobre otro, el diputado opositor Pauderney Avelino, del partido DEM, respondió: "La separación de un diputado federal de su mandato, en este caso del presidente de la Cámara, puede ser sí una interferencia sin un juzgamiento del plenario del STF".
Por su parte, Eduardo Cardozo, abogado general del Estado que lidera la defensa de Dilma Rousseff, señaló ayer que la medida judicial contra Cunha "es una prueba importante en el sentido de que usaba el cargo para finalidades extrañas al interés público, como aconteció en el caso del impeachment, cuando amenazó a la presidenta de la república diciendo que abriría el proceso si el PT no le daba sus votos".

Silencio
Algunos curiosos y decenas de camarógrafos de televisión se agolparon frente a la residencia de Cunha en Brasilia. Sus asesores comunicaron que permanecía dentro de la vivienda y no haría declaraciones.
Polémico, poderoso, este legislador que se convirtió en la némesis de Rousseff es, además, el único político protegido por fueros que está siendo juzgado por la Corte Suprema en una causa que indaga si cobró 5 millones de dólares para facilitar un negocio en la estatal Petrobras.
En diciembre, cercado por denuncias en su contra y amenazado en la propia Cámara de Diputados con perder su mandato por faltas éticas, autorizó un pedido de impeachment contra la presidenta por supuesta manipulación de las cuentas públicas.
A la cabeza de la Cámara será reemplazado por Waldir Maranhao, uno de sus aliados en el Partido Progresista, que también es investigado para determinar si se benefició del ducto de sobornos que drenó miles de millones de dólares de Petrobras a lo largo de una década.


Ultraconservador y ahijado político de Collor de Mello
BRASILIA. Eduardo Cunha, hábil político ultraconservador de 57 años, acusado de corrupción en el escándalo de sobornos y contratos amañados en Petrobras, pasó de estar en la cresta de la ola cuando en diciembre acogió el pedido de destitución de la debilitada presidenta Dilma Rousseff, a ver cómo el cerco se estrecha a su alrededor.
El Gobierno vio en la decisión de aprobar el pedido de impeachment un acto de venganza contra la mandataria, por no haber impedido que su Partido de los Trabajadores (PT) apoyara el proceso que la Comisión de Ética de la Cámara le había abierto a Cunha por ocultar cuentas bancarias en Suiza. El trámite sería equivalente a un impeachment, pero Cunha supo moverse para dilatar ese procedimiento que corría en paralelo al pedido de la Fiscalía para que fuese apartado de su cargo.
No en vano lo llaman 'el Frank Underwood brasileño', en referencia al inescrupuloso personaje de la serie House of Cards. Frank Underwood "es ladrón, homosexual y asesino. Yo no", ha replicado Cunha.
Su vínculo con los casos de corrupción habían mermado parte de su fuerza y le significaron amplia reprobación pública, pero este economista evangélico había conseguido seguir en su puesto moviendo los hilos de la Cámara.
Cunha es el único político brasileño con fueros en ser juzgado por el máximo tribunal. La Fiscalía lo denunció el año pasado por corrupción y lavado de dinero vinculado a la red de sobornos de Petrobras. La Corte Suprema acogió la acusación en marzo.
Si bien Cunha quemó las naves con el Gobierno y el Partido de los Trabajadores al aprobar el pedido de impeachment, eso no le valió las gracias de la oposición, que guardó distancia con este controvertido político. Algunos legisladores opositores incluso pidieron que dejara su cargo hasta que se aclarase su situación legal.
Cunha llegó a la presidencia de la Cámara a inicios de 2015 tras ganarle una pulseada a Rousseff, que promovía a un candidato más afín. Y no tardó en desatar la batalla con el Ejecutivo.
Desde su podio, este político dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra Jesús, impulsó proyectos conservadores como la reducción de la edad de responsabilidad penal a 16 años o la celebración del Día del Orgullo Heterosexual.
Conoce al detalle los reglamentos y sabe cómo moverse en los pasillos de la Cámara, donde tiene apoyos entre parlamentarios de los lobbies agrícola, evangélico y del bloque de ex policías y militares que defienden el porte de armas.
Dio sus primeros pasos en política vinculado al tesorero de la campaña del ex presidente Fernando Collor de Mello, quien renunció en 1992, también bajo la presión de un juicio de destitución.