Flexibilizan códigos de convivencia y apuntan a la reflexión del alumno

Domingo 16 de noviembre de 2014
Escape. | El motivo de sanción más común se debe a retirarse de la escuela. | Foto: Facundo Correa

Años atrás parecía ser más sencillo remediar la indisciplina de algún alumno. El libro negro o cuaderno de firmas, un llamado de atención o, como última instancia, las amonestaciones, eran solamente algunos de los mecanismos de sanción para quienes no se adaptaban a las normas de convivencia escolar.
Sin embargo hoy, en el ámbito educativo se profundizan las problemáticas de los adolescentes, que obligan a directivos, docentes y padres a plantearse nuevas estrategias para lograr una armónica convivencia entre estudiantes. 
En coincidencia, los docentes resaltaron que el compromiso reside en fomentar valores esenciales como el respeto al otro, la tolerancia, la solidaridad, compañerismo y el dominio emocional. Básicamente, que el alumno respete las reglas de la escuela.

El mínimo uso de las amonestaciones ha disminuido las expulsiones en los establecimientos. “Si bien, la escuela tiene el derecho y obligación de retener al alumno, este debe reconocer que tiene límites y que no podemos hacer lo que queremos. Todos somos sujetos a derechos, pero los derechos del niño y adolescentes están enmarcados por los derechos de los adultos. Hay que ser tolerante, respetuoso y aceptarnos en nuestras diferencias”, expresó María Inés Rebollo, directora de la Comercio Nº 6, Mariano Moreno, y titular de la red Red de Prevención de la Violencia (Previo).
Por su parte, María Gabriela Escalada, psicopedagoga en la Escuela  Normal Mixta y especialista en el método Waldorf, sostuvo que de eliminarse el régimen de amonestaciones,  “sería necesario proponer otro sistema, no dejar el hueco y el vacío, o no habrá manera de poder señalar o enseñar que esa conducta es inapropiada para el ámbito escolar. La diferenciación de las reglas de acuerdo a cada ámbito es básica y hay que trabajarla entre los adolescentes, porque son las enseñanzas que se llevan a la vida adulta”.
Generalmente, los motivos de sanción en los establecimientos  refieren a que los alumnos se retiran de la escuela sin permiso, no ingresan a clases, no cumplen con el uniforme o sus tareas, utilizan el teléfono celular y últimamente por el consumo de bebidas alcohólicas, especialmente en cuarto y quinto año.

Revertir actitudes e incluir
Los códigos o las actas de convivencia que se encuadran dentro de la Ley Nacional de Educación y tienen como principio la inclusión de los jóvenes al sistema educativo, determinan las actitudes de los jóvenes dentro del ámbito escolar.
Rebollo explicó que establece que el alumno debe ingresar, permanecer y egresar en tiempo y forma de la escuela secundaria. “La inclusión significa la oportunidad que tienen todos los estudiantes de estar en esa aula e incorporan conocimientos que le sirvan para el futuro”, puntualizó.
Incluir no significa no actuar sobre los inconvenientes o conflictos, “lo importante es que ellos reconozcan, que si somos transgresores somos plausibles de sanción. Hay que hacer un acta de acuerdo donde el estudiante se comprometa, para que haya un cambio donde el estudiante pueda encontrarse”, contó.
“Reconocer cuál fue su error por qué agredió a ese compañero y aprender a pedir disculpa, que no significa ser débil sino ser más fuerte y tener ganas de convivir bien con el otro”. De todas maneras, en algunos casos las amonestaciones siguen estableciendo límites, ya que para los adolescentes puede implicar penitencia o la eliminación de ciertos beneficios en sus hogares.
Para la docente la  flexibilidad de los códigos también está atravesada por la realidad social del estudiante, que tiene familias que viven en zonas lejanas a la escuela con trabajos golondrinas y hallan problemas económicos para pagar el transporte.
Por ello, se flexibiliza el reglamento rígido que  pauta la expulsión del alumno con 25 amonestaciones o faltas. “Antes estaba todo pautado, la familia recibía ese acuerdo y sabía que si ocurría eso, el chico prácticamente podía quedar fuera del sistema. Ahora dada toda la problemática que se vive se trabajan los acuerdos de convivencia, que forman parte de los reglamentos de la institución”, indicó Rebollo.

Priorizar el diálogo
Los acuerdos de convivencia contemplan espacios de comprensión y conversación. Los docentes  resaltaron que los adolescentes son transgresores,  “creen que los límites no existen, pero los adultos debemos saber trabajar con ellos. En una interacción permanente de derechos y deberes”, indicaron.
En ese sentido, explicaron que el código de convivencia tiene que permitir al estudiante reconocer las diferentes reglas que existen en cada ámbito donde se mueve. De conocer cuál es la situación de cada curso, en cuanto al rendimiento escolar y la asistencia.
Al notar un bajo rendimiento académico, los directivos convocan  a las familias, según el acuerdo de convivencia firmado, para resolver los conflictos. La psicopedagoga Escalada, explicó que los límites para el adolescente se encuadran en coordenadas de espacio y tiempo, “tienen que saber que tienen un horario semanal y la distribución de las asignaturas, que se desarrollan en un espacio fijo. Son aspectos que debe cumplir para lograr una mejor convivencia”.
Rebollo agregó: “Tratamos de ver cómo ese estudiante puede cambiar y revertir su actitud, tiene que haber un cambio y que él aprenda”.
Por este motivo, como una alternativa a la amonestaciones se recomendó que los estudiantes que incumplen con las normas de convivencia realicen trabajos comunitarios en los establecimientos, pero que las tareas estén institucionalizadas.
“Hay que formalizar la cuestión y notificar a los padres, que a partir de la fecha el régimen de sanciones habituales van a estar cambiadas por otras. Este trabajo le viene bien a los chicos, porque están viendo que pueden hacer cosas útiles y como consecuencia positiva a la escuela”, señaló Escalada. El desafío es proponer un sistema nuevo y diferente que deje un aprendizaje al alumno, a partir del error.
“Los seres humanos aprendemos a partir de los errores, pero un número de amonestaciones no es algo que puedan hacer que reflexione respecto a eso. Simplemente indica que estoy más cerca o más lejos de que posiblemente me echen de la escuela. Entonces, lograr que el chico comprenda que cometió un error y que tiene la posibilidad de repararlo con una acción. No con un número de amonestaciones que se llevó y tiene que hace firmar a sus padres, sino en la posibilidad de reparar el daño hecho”, resaltó la especialista.
La directora de la Escuela Norma Mixta, Mirta Vittar, sostuvo que en el establecimiento el principal inconveniente a trabajar es la inasistencia, ya que de 30 alumnos, 10 están bajo la modalidad de libres por no concurrir a clases.
“Necesitamos del compromiso de los adultos, preceptores y profesores. Somos 2000 personas, entonces si tenemos el compromiso de los alumnos y cada uno cumple su rol la convivencia será armónica”, sostuvo Vittar.

Lograr el cambio
Por su parte, la directora del CEP Nº 4, Luisa Ester Serra de Idzi, contó que en el establecimiento trabajan códigos de convivencia que son adaptados a la realidad de la institución.
“Son reglas que tenemos que trabajarlas y apoyarlas entre todos para el buen funcionamiento de la escuela”, resaltó y agregó que el completar un formulario de inscripción disciplinario no tiene sentido si no se logra un cambio de conducta en los chicos.
“Aspiramos al cambio en la conducta. Eso lo trabajamos mucho con el alumno, psicopedagoga y los padres. Hay chicos que logramos que recapaciten y hagan las cosas como corresponde, hay otros que nos cuesta más, pero todos quedan dentro del sistema de la escuela”, aseguró la directora.
Sostuvo que la falta de respeto en las normas de convivencia influye en el rendimiento académico del joven.
“Cuando un chico anda revoloteando, entra y sale del aula, enseguida se nota en sus calificaciones. Nosotros cuando detectamos estas situaciones hablamos con los chicos, que no tiene que actuar de esa manera. Tiene que estudiar, le llamamos a los tutores para que el chico cambie su comportamiento”, indicó. Se destacó que estos mecanismos de trabajo han disminuido notablemente la repitencia en las aulas de los establecimientos”.

Por Carolina Ozuna Schumann
interior@elterritorio.com.ar