“Cultura es la que te hace sentir una realización”

Viernes 23 de agosto de 2013
Promesas sobre el bidet. | Javier se crió rodeado de guitarras, hasta en el baño.

Hace casi una década Javier y su padre Walter Malosetti compartieron un duelo épico de bajo y guitarra en el Montoya, para un exquisito Festival Jazz Deluxe, entre otros fantásticos conciertos de Caoba Jazz Band y Valentino Jazz Bazar. El recuerdo de un espectáculo así pesa profundamente por estas horas. El jueves se cumplirá un mes del fallecimiento de Malosetti padre, uno de los legendarios referentes del jazz tradicional en el país. Dueño de una empatía extraordinaria, bastaban unos pocos minutos de charla para conectarse con aquel hombre.
“Era encantador, seductor y amable. Entonces no había persona que no lo quisiera. Una cosa muy loca pasaba con él”, reflexiona su hijo Javier, antes de su regreso al Montoya, hoy a las 22, junto JM4 o la era post Electrohope, su última formación en grupo.
Por su aspecto de motoquero, Malosetti puede ser confundido con un fan metalero, seguidor de Mötorhead. Aunque en sus pálpitos hay jazz puro, amalgamado con blues y una sintonía fina de rock. Malosetti sabe el significado de los aspectos que puede tener el arte o más bien su parodia.  Es que disparó contra la composición “fácil” como un fin para vender más discos, comparándola con cánticos de barrabrava. En charla desde Buenos Aires, recordó su paso por Música para soñar; y admitió que en su infancia tocaba la guitarra hasta en lugares de mayor intimidad posible.


¿Es cierto que en la infancia tenías guitarras hasta en el baño?
Sí. Hubo una época que hubo alguien que se la llevó al baño una criollita pedorra, berreta. Quedó apoyada arriba del revistero. El revistero era como si fuera en forma de tijera, paletas cruzadas con una tela. Pero eso albergaba perfecto la forma del culo de la guitarra. Y no sé si mi viejo o yo la llevó allí. Mi vieja me la sacó porque le pareció simpático. Estuvo un tiempo la guitarra en el baño. Entonces era muy común pasar por el baño y escuchar que alguien estaba tocando la viola, quedándose más tiempo del que había que quedarse.

¿Ha servido ese lugar para componer?
Seguramente. Para componer sonaba lindo porque tenía una cámara. El baño siempre tiene como una reverberancia. Por un techo alto. Era una casa vieja. Locuras de la familia loca que me tocó.

De hecho hay grabaciones históricas en el baño, como L.A. Woman, que Jim Morrison habría grabado allí, por el efecto que tenía su voz...
Mirá vos. Sí. El baño tiene una energía de concentración. Uno lee y es más divertida la lectura ahí que sentado en otro lado. No sé por qué tiene ese imán para abstraerse, para entrar, para pensar. Por más que no lleves una viola o un libro la cabeza te va a otra velocidad. Pensás, y tenés planes, recuerdos. Yo que sé. Es un portal muy loco.

¿En qué radica la diferencia entre Electrohop y JM4?
Básicamente en que es una banda conformada por otros músicos. Entonces, al ser otros músicos que tienen su impronta, dirección artística, etcétera; la música, por más que vaya por las mismas vías va a ser interpretada de otra manera. Como se trata de música donde la improvisación tiene mucho que ver. No les escribo la parte a cada uno de los músicos. Entonces ellos la llevan por distintos destinos. Por ejemplo: el batero. Lo que toque él va a estar más bueno de lo que diga yo. Porque es un batero que me gusta, lo llamé. El pianista lo mismo. Escribo los acordes con la viola y él suma armonización en su estilo. Ese tipo de cosas. La música que preparé para este, el repertorio que estamos desarrollando, su concepción musical, va por las mismas vías que la música de Electrohope. Por ahí cambiando un poquito los porcentajes de las influencias. Menos eléctrica y tiene menos de esa impronta rockera que podía tener Electrohope a veces. Pero sigue habiendo una gran cuota de blues clásico, un poco de jazz y música negra, esas cosas que me gustan, por los caminos que me gusta andar.

Tocaste con Pappo, Spinetta y Charly García. También con Dino Saluzzi y Herbie Hancok. Da la impresión que no tenes ningún prejuicio en el momento de elegir con quién tocar.
Digamos que soy bastante abierto. No sé si ningún prejuicio o no. Hay pasos que no daría nunca. Hay dos o tres cosas de la música. De la música no. Del mundo del negocio de la música. No lo consideré que eso, que esas cosas de las cuales estoy hablando se llamen del mismo modo que las cosas que me encantan, las buenas cosas que he escuchado toda la vida. Entonces no lo pongo en el mismo paquete ni loco. Ni daría esos pasos.

¿Cuáles son esas dos o tres cosas que no harías?
No te lo voy a decir. Vos ya lo sabés. El que lee la nota ya lo sabe. Y yo también lo sé y no hace falta hablar de más. Ni herir el sentimiento de nadie.

¿Es como no tocar con alguien? ¿Eso no lo harías?
Con alguien no. No son nombres propios de personas. Sino géneros musicales, o de formas musicales. Ese estilo de música. Que pueden ser varios en realidad. Pero que hablan una cosa con un notorio móvil populachero, como hecho fácil a propósito para lograr mayor alcance. Es algo bastante canalla. Es bajar la puntería. Porque si no vendés menos discos. ¿Cómo es una canción de cancha? No es una genialidad. Siempre es fácil para que la canten, la entiendan todos. Eso. De bajar la cultura hasta que la entendamos. Para mí son cuentos. La cultura es una sola. ¿Qué es la cultura superior? Es la que te hace sentir una realización. Cuando llegás a entenderla, más o menos acariciarla. Todo lo demás es un blef (una mentira) que tiene que ver con vender discos, como moverte en el negocio que se llama música. No comparto el nombre de que es música de verdad. Se llaman igual pero no tiene que ver una cosa con la otra.

La TV Pública hizo un tributo a tu papá. Sin embargo dijiste que tu homenaje real aún permanecía puertas adentro de tu casa. Musicalmente, ¿pensás honrar a Walter Malosetti?
Sí, es un plan. Pasa que me parecía que no era éste mi homenaje. Pero sí, claro. Tengo muchos planes de hacer cosas. Inclusive tengo un material que está grabado y nunca se editó. Es una cosa en vivo en La Trastienda. Dos noches, todo el multi track grabado para un disco. Lo tengo en un disco rígido que nunca lo usé. Era en el 2007. Mi viejo estaba que volaba con la viola. Porque después entró en un deterioro por su alzheimer, etcétera. Entonces hay como cosas, o alguien puede haberlo visto después de eso pero ya no era el mismo.

En el ciclo Música para soñar existió una amplia variedad de invitados. ¿Volverías a hacer algo parecido en televisión?
Yo le tengo un muy cariñoso recuerdo a ese programa y a esa época. Dadas las condiciones volvería a hacerlo. Muchas veces me volvieron a contactar para situaciones musicales televisadas que no me gustaban un carajo y nunca acepté nada. Ese programa fue lo que fue y después no me quedé como ‘limosnando’ un puesto de maestruli en este programa u otro, para ir a la pausa con la cortina. Ese programa estuvo bárbaro y después cuando terminó volví a tocar con mi banda, que es lo que me gusta. Dada la situación y las condiciones que tienen que ser óptimas, porque soy feliz haciendo otra cosa. Pero eso es un juego. Ponernos esos trajes, ponernos abajo de esas luces y jugar a quienes no éramos. Porque yo no soy eso: tocar éxitos del rock nacional reversionados como el jazz para que cante, no sé, Teresa Parodi. Pero estuvo divertido. Varias veces hablamos con Claudio Villarroel de vuelta. Él me escribió varias veces a Twitter que le estaba picando el bichito de Música para soñar. Y yo le dije. A mí me mordió un par de veces el bichito, no me picó. Pero de todos modos nunca lo haría diario, lo haría semanal. Ponele. Y con otro formato, donde tocamos de otra manera, porque eso fue un laburo de locos que no estoy dispuesto a soportar ahora. Pero qué sé yo. Lo miro ahora, para atrás, diez años después y lo veo con simpatía, con un recuerdo muy amoroso.

Maestro del jazz en la memoria
Walter Malosetti nació el 3 de junio de 1931 en Córdoba. Falleció a los 82 años, el 29 de julio. Tocó para álbumes y en conciertos de Oscar Alemán, Hernán Oliva, el “Gato” Barbieri, Enrique “Mono” Villegas, Roberto “Fats” Fernández, Lalo Schiffrin, Joe Pass y Jim Hall. “No me importa vender mucho. A los músicos de jazz no nos conoce nadie, pero somos sinceros y no queremos comprar a la gente”, ha dicho el músico.