Golemba, el caso marcado por las sospechas a la Policía

Domingo 29 de marzo de 2015

Los recuerdos los asaltan a diario. A la hora del mate, cuando se preparan para ir a la iglesia, cada vez que juega Boca o en el rostro de Angélica, la novia que esperó tantos años el regreso del amado. Así transcurren los días de Antonio e Irma, los padres de Mario Fabián Golemba.
Mario y Angélica planeaban casarse ese mismo año, estaban ahorrando y ella ya preparaba los suvenires para la boda. Él estaba muy entusiasmado y quería aumentar unos kilos para lucir mejor el traje en la ceremonia, por lo que decidió consultar con una nutricionista obereña que le recomendó el doctor del pueblo. 
Consiguió el turno y el jueves 27 de marzo del 2008 viajó a Oberá para la consulta médica. A las 15.05 de ese mismo día le envió un último mensaje a su novia diciéndole que a la tardecita estaría nuevamente en casa. Nunca lo volvió a ver.

Pero Angélica no perdió las esperanzas y mantenía viva la ilusión de casarse con Mario. El paso de los años no parecía disminuir el amor por su prometido, aunque en el camino lloró mares y rezó miles de plegarias al cielo.
Tuvieron que pasar seis años hasta que ella, a instancias de los propios padres de Mario, se diera la oportunidad de conocer a otra persona para rehacer su vida y sus proyectos.
Don Antonio Golemba -pastor de la Iglesia de Dios- fue quien presidió la ceremonia de casamiento de Angélica, a principios de este año. Por cosas del destino o quién sabe qué, se casó con un joven que también se llama Mario, como cerrando el círculo de un amor a prueba del olvido. Y los recuerdos afloran en cada rincón de la casa, en Picada Indumar, donde nada es como antes y las lágrimas estallan incontenibles.
“Parece que le veo ahí -señaló don Antonio en el frente del corredor-, cuando Mario terminó la secundaria y me preguntó si podría seguir estudiando. Me dijo: ‘papi, si conseguimos una pieza para quedarme vos me das una caja de grasa y una bolsa de poroto por mes que yo me arreglo’, pero en esa época estábamos mal y no pudo estudiar el Profesorado de Historia que tanto quería”, comentó con la voz temblorosa por la emoción.
Por esos vaivenes de la economía, donde los pequeños productores agrarios son siempre la variable de ajuste, Mario no pudo asistir a la universidad y tuvo que trabajar desde joven. Al momento de su desaparición se desempeñaba en la Cooperativa Dos de Mayo Limitada, donde era muy apreciado por ser cumplidor y buena gente.
Era apasionado por la lectura y músico autodidacta, tocaba la guitarra y cantaba en el coro de su iglesia. Era muy compañero de sus padres, y ellos sienten la ausencia. 
En diálogo con El Territorio, don Antonio relató una anécdota que pinta de cuerpo entero a Mario, quien vendió su moto para comprarle una máquina podadora a su papá. “Yo ponía herbicidas para desmalezar los yerbales y él no quería, decía que era malo para mi salud y que arruinaba el suelo. Un día, sin decirme nada, vendió la moto y con esa plata me compró una motoguadaña para que no tenga que usar más herbicidas”, recordó con la mirada triste.

Recompensa y olvido
Tras la desaparición de Mario Fabián Golemba se sucedieron las más diversas hipótesis y las autoridades de Gobierno y la Policía se solidarizaron con la familia, al punto que el gobernador Maurice Closs anunció una recompensa de 100 mil pesos para quien aporte datos que permitan dar con el paradero del muchacho.
Pero la situación cambió de manera rotunda a partir del testimonio de dos detenidos, que declararon que el día de la desaparición -el 27 de marzo- vieron cuando efectivos de la comisaría de Dos de Mayo tenían esposado a Mario Golemba. Escucharon que lo golpeaban y que él decía que no había hecho nada. Luego lo subieron a un móvil y no supieron más de él.
Ambos testimonios están incorporados en el expediente que se tramita en el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá, a cargo de la jueza Alba Kunzmann de Gauchat, quien insiste con que se trató de una “desaparición de persona” y nunca dio lugar al careo entre los testigos y los uniformados que entonces se desempeñaban en la comisaría de Dos de Mayo, tal como pretende la defensa de la familia.
A partir de dichos testimonios el ministro de Gobierno Jorge Franco removió al jefe y al personal de la citada  dependencia, al tiempo que las autoridades provinciales no volvieron a recibir a la familia Golemba.
En consecuencia, las principales sospechas apuntan al accionar policial y la presunta connivencia con el poder político y judicial. Los padres de Mario se entrevistaron varias veces con los testigos que dijeron haberlo visto en la comisaría de Dos de Mayo. “Me quedó grabado que uno de ellos nos contó que Mario les decía a los policías: ‘por qué me hacen esto, si yo no le hice mal a nadie’, que es una frase que él decía siempre. Por ejemplo, yo le decía que guarde la bici, y me contestaba: ‘para qué mami, si yo no le hice mal a nadie no me van a hacer nada a mí’. Por eso, cuando escuché esa frase me vino la imagen de Mario”, relató doña Irma.

La fuerza en la mira
Además del dolor por la desaparición, la familia padeció el accionar de inescrupulosos que pretendieron lucrar con su sufrimiento, como un comisario de la Policía que se hizo pasar por investigador privado y les solicitó una importante suma de dinero que no llegaron a pagar.
“No nos dijo que era policía, nos enteramos de casualidad cuando lo vimos en Oberá uniformado. Él mismo decía que eran policías los que lo hicieron desaparecer a Mario y quería plata para investigar”. El comisario decía que el muchacho fue detenido por la Policía de Oberá porque lo confundieron con un boquetero intensamente buscado. Lo interrogaron y después lo trasladaron a Dos de Mayo, donde más tarde dos detenidos confirmaron que lo vieron en la comisaría.
“A los pocos días que desapareció Mario, en la Seccional Primera un policía le preguntó a mi sobrina: ‘¿Por qué lo buscan acá, si desapareció en Dos de Mayo?’, pero en esos momentos nadie había nombrado a la Policía de Dos de Mayo, eso fue mucho después y hasta ahí sabíamos que había desaparecido en Oberá”, comentó el padre.
En mayo de 2010 se excavó el predio de un ex destacamento de la comisaría de Dos de Mayo a partir del testimonio de un policía que aseguró que un colega asesinó al muchacho. El resultado fue negativo.

Por Daniel Villamea
fojacero@elterritorio.com.ar