Visiones felinas

Miércoles 27 de agosto de 2014

¿Viviremos en un mundo paralelo cohabitándolo con seres invisibles? Los enigmáticos gatos saben algo al respecto pero callan, porque el maullido y su gama de variaciones aún son intraducibles al oído de homo sapiens. La gata corretea mansamente por el jardín y de repente se filtra un perro entre las rejas de la puerta y se plantea en mi verde Coliseo una lidia de razas enemigas desde las calendas griegas, pero el invasor comete un error: duda, cuestión tan celebrada por los filósofos griegos. Así, doña Félix Domesticus deja por un momento su condición con que la catalogó Linneo para convertirse en Félix Horrendus y arremete con gesto y acción como un granadero. Pega las orejas a la nuca y muestra sus colmillos en medio de un rugido mudo - resabio de un don extinguido que aún perdura en el yaguareté, el tigre y el león - que suena como el silbido de una serpiente, no menos pavoroso. Ataca con un salto horizontal (no el acostumbrado respingo vertical a la manera del Sea Harrier) y en el mejor estilo mariposa de Meolans, da brazadas en el aire y desenfunda de sus mansas almohadillas un par de Victorinox afiladas. En cercanías del dudante torero que ya tiene el rabo entre las patas, quizá arrepentido de su osadía, Horrendus versión aérea, comienza sus mandobles algo parecidos a los que daba Michael Jordan antes de encestar con volcada incluida. El perro raja como rata por tirante y ella vuelve a ser Domesticus apenas se le peina el lomo encrespado. Oculta las Victorinox, se lame el pecho y todo adquiere atmósfera de alto el fuego en el jardín. Pero de repente la valiente heroína muta a Félix Espantus porque ha visto algo (o a alguien) que yo no veo. Recula, da un maullido lastimero, vuelve a pegar las orejas a la nuca y abre sus ojazos como si estuviera viendo al fantasma de Canterville, que no me visita desde que dejé de leer el cuento de Wilde. Justamente ella, Domesticus u Horrendus, que acaba de sacar pitando a un matón, se ha vuelto Espantus. No cabe duda: los gatos ven cosas que los humanos no.

Aguará-í