La foto de Bourscheid que despeja sospechas y sustenta la verdad

Lunes 24 de noviembre de 2014
Elga Handorf es vecina de Francisco Bourscheid y fue una de las testigos del allanamiento a su domicilio el 3 de octubre de 2012, donde se obtuvo la prueba clave, la zapatilla con sangre de Angélica Ramírez. Handorf, ante el Tribunal Penal Uno, buscó poner en duda la existencia del calzado negro con vivos claros marca Hesse, la misma que en la imagen a la que accedió El Territorio, tiene puesta Bourscheid cumpliendo su trabajo de repositor de panificados, al día siguiente que la adolescente de 14 años fuera asesinada.
Para la vecina de Bourscheid, ese par de zapatillas no estaba en el procedimiento en el que ella fue testigo, y aseguró que siempre lo vio con mocasines. Lo dijo en el debate que finalizó el 17 de noviembre con la condena a perpetua. Desvirtuar la prueba habría sido la única carta para aliviar al acusado.
Esta imagen no sólo echaría por tierra esta sospecha, sino todas las acusaciones callejeras, versiones maliciosas, panfletos, etcétera, que se ventilaron paralelamente al juicio oral en el Tribunal Penal Uno. Podría colaborar para la reflexión, el análisis y la valoración de los peritos e investigadores protagonistas que esclarecieron el crimen.
Los informes, testimonios y pruebas en el extenso debate fueron contundentes, tal el caso de Carlos Sebastián Wolhein, del Cuerpo Médico Forense, quien explicó que Angélica sufrió cuatro golpes en la cabeza, uno le fracturó el cráneo, y fueron cometidos con un elemento romo y largo, ramas de pino halladas en la escena. Tras los garrotazos, “entró en un cuadro comatoso, de agonía y posterior muerte”, fijando como desencadenante la sofocación. Angélica tenía la nariz fracturada y aspiró tierra hasta la laringe, por la presión que ejerció sobre su cabeza y contra el suelo el victimario, hasta que dejó de respirar.
Las precisiones de Wolhein avanzaron al horario en que Angélica fue asesinada. Del análisis sobre la rigidez cadavérica sostuvo que el cuerpo hallado a la vera de la calle Pionero Kuhn llevaba “más de diez horas” de haber sido ultimado.
El horario en que fue visto Bourscheid en su camioneta en la entrada al barrio San Francisco, coincide. Angélica fue vista con vida por última vez el miércoles 26 de septiembre caminando desde su casa al centro a una clase de hockey.
Las versiones de tres amigas que el miércoles 26 de septiembre vieron el auto de Bourscheid apuntalaron sospechas. Elena Páez relató cómo a bordo de su automóvil vio la utilitaria de Bourscheid “mal estacionada en el cruce de Raubert y el ingreso al barrio San Francisco hacia donde llevaba a una amiga (...). Esto sucedió entre las 8 y 8.30 de la noche, llevaba a Vanina Aranda a su casa en el barrio San Francisco y el auto rojo entorpecía el tránsito, por eso lo vi a Bourscheid”.
Vanina Vanesa Aranda narró dónde y cómo conoció a Bourscheid. “Lo conozco porque llevaba el pan al supermercado El Pibe en Garuhapé. Al día siguiente de conocida la muerte (viernes 28 de septiembre), volví a verlo entre las 9 y las 10 en el supermercado, porque mi jefa me dijo que le pagara la entrega del pan. Cuando Bourscheid me pasó la factura, vi su brazo arañado, me impactó, la intuición me dijo que podía ser el asesino, me impresionó porque también tenía un pellizcón, era llamativa la herida”.

Contundentes
Marcelo Maslowski, licenciado en criminalística de la Unidad Regional IV, encabezó la inspección al cuerpo de Angélica. Identificó manchas de sangre en el suelo y huellas de zapatillas y ruedas, como también los elementos con que fue asesinada la adolescente.
Para Maslowski, Angélica fue ultimada a golpes entre las 22 y 23 del miércoles 26 de septiembre, y no fue violada. Tenía la ropa interior perfectamente colocada, y la rotura de la calza fue producida al desgarrarse la tela siendo arrastrada, es decir, el asesino la tomó de la prenda a la altura de los genitales con una mano, la derecha, y con la otra de los cabellos hasta depositarla sobre las hormigas, restos de ramas espinozas de Santa Rita y rematarla a garrotazos “con fuerza muscular y a modo de hachazos”, y aprisionarle la cabeza hasta que dejó de respirar. También detalló la labor concretada en la vivienda de Línea Paraná 220, allanamiento en que se secuestró la zapatilla de la imagen. “En la suela del lado derecho de la zapatilla Hesse observamos pequeñas gotas, máculas impregnadas pardo-rojizas; con la lupa se podía ver brillante la mancha entre los interticios de las estrías de la goma”. El ADN logrado de esa muestra, analizada en Capital Federal, arrojó el máximo de compatibilidad con el patrón de Angélica, 99,99%.
Además, en la labor de campo en calle Pionero Kuhn se obtuvieron dos rastros de zapatillas, uno que coincidía con las de la víctima, “figuras de rombos”, y otra con las Hesse de Bourscheid.
Fernando Castelli, jefe de la Secretaría de Apoyo en Investigaciones Complejas (Saic), también ante los jueces Marín Errecaborde, Ángel Dejesus Cardozo y Eduardo D’Orsaneo hilvanó detalles y alejó cualquier sospecha referida al operativo en la casa de Bourscheid. Testigos que lo vieron con heridas en un brazo y otros que hablaban de que conocía a la víctima, derivaron en el allanamiento. “Teníamos certificado el horario en que estuvo el auto (de Bourscheid) cerca del playón deportivo del barrio San Francisco la noche del crimen. Llegamos al lugar y solicitamos dos testigos hábiles, se tomaron las primeras fotos panorámicas del frente de la vivienda y se procedió al ingreso del personal técnico. Ellos encabezan el procedimiento buscando elementos que pudieran servir para la investigación. Hallaron un par de zapatillas de color azul y otras negras con blanco, dos pantalones, una campera polar y una venda con manchas para ser analizadas”.
El comisario Emilio Zapa, bioquímico de la Unidad Regional IV, también aportó contundencia y abrió un punto polémico: “Buscábamos manchas sospechosas, un trabajo de lupa en cada prenda que encontrábamos, así fue que con el licenciado (Marcelo) Maslowski localizamos una mancha con figura geométrica en la suela de una zapatilla, nos dijimos ‘esto parece ser sangre por su brillo’. Ahí sentí que algo grande estaba viniendo o iba a ocurrir”. Pero al confirmarse la evidencia, la sensación de satisfacción derivó en pesadumbre: “Todo el esfuerzo y dedicación que pusimos no tuvo reconocimiento, tengo una hija de la edad de Angélica, por ella principalmente puse todo lo que pude en mi trabajo, pero nada tuvo valor para la población, fue un golpe que nos dio el pueblo, nos acusaron de que plantamos pruebas. Ni con el ADN confirmado se calmó el pueblo;nos acusaban de plantar pruebas (...). Yo estoy orgulloso de la forma en que trabajamos con la Saic; este procedimiento voy a guardarlo como un ícono en mi carrera”.

Perfil
La licenciada en psicología Paula Leguía, miembro de la Saic, fue quien analizó al acusado. “Bourscheid tiende a manejar o a forzar la realidad de acuerdo a sus expectativas y necesidades (...). No puede apoderarse de sus impulsos, y su presentación es la de una persona buena” pero que “no puede visualizar sus impulsos agresivos”.
Dentro de los impulsos autolesivos, Bourscheid habría encontrado en su adicción al acohol uno de sus emergentes, pero en las acciones heterolesivas, hacia los demás, podría reaccionar con violencia, con mayor posibilidad cuando se encontraba en abstinencia. “Los impulsos que podía controlar con el alcohol, los puede desviar cuando no toma”.

Por Javier Pelozo
fojacero@elterritorio.com.ar