Señor Director:
El “ser” argentino es una persona dócil que siempre irá detrás de las buenas intenciones de aquellos políticos que cumplen “medianamente” con todo lo que han prometido en sus campañas electorales, pero también se convierte en un león furioso cuando alguien mancha su confianza y nunca se sabe de qué manera va a reaccionar en la eventualidad. Fueron muchos años en los que gran parte de la ciudadanía pudo ver como se deterioraba su sistema de vida y aquello que era fruto de la producción, esfuerzo y sacrificio se dilapidaba en faraónicas demostraciones de poder, con la cruel idea de hacer creer a millones de pobres que quienes contaban con un trabajo digno eran los ricos, oligarcas liberales que se querían quedar con las riquezas del país. "Vamos por todo", les decía a su séquito de aplaudidores pagos la señora presidente y era cierto porque así ocurrió. De a poco se fueron quedando con todo, hasta con la dignidad de la gente que aún no comulgando con las ideas del "modelo", respetaron la Ley, algo que evidentemente ellos no hicieron.
De pequeño aprendí que en Argentina, la palabra era un documento y así lo recuerdan quienes lo vivieron. Al pasar los años pude comprobar que todo había cambiado y para mal. Quien representó al modelo como candidato, Daniel Scioli, nos dijo en campaña que Cambiemos era lo mismo que en su momento fue la Alianza, pero olvidó mencionar que en las listas de su actual grupo político, están presentes todavía los mismos que formaron parte de ella y como pequeño ejemplo tenemos a Diana Conti, Kunkel, Nilda Garré, Adriana Puiggrós, Eugenio Zaffaroni, Aníbal Ibarra y muchos más que no tuvieron protagonismo pero igual levantaban la mano, es decir que el otrora Frente Grande que gobernó junto a la UCR, hoy todavía comparte el modelo. En síntesis y para no dejar ningún herido, Cambiemos no es la Alianza y el Frente para la Victoria tampoco es el Peronismo y todo esto ocurre sencillamente porque en Argentina hace tiempo desaparecieron los Partidos Políticos representativos por mal que le pese a muchos que quisieron adueñarse de los escudos y banderas. Hoy las elecciones, siempre que no haya fraude, las ganan mujeres y hombres que encabezan una propuesta no un Partido y ello es muy evidente en los pueblos donde los candidatos ganan o pierden porque se los conoce bien por su comportamiento en la localidad.