El Monasterio de Pedralves: un lugar que invita a la meditación

Sábado 24 de septiembre de 2016 | 00:05hs.
El monasterio de Pedralves

Al segundo día en Barcelona visitamos el Monasterio de Pedralbes. Confieso que, aunque a todo lo largo de mi vida siempre he querido visitar un monasterio habitado por monjas, este monasterio, que, pasó a ser Museo y desafortunadamente ya no está habitado, ha despertado todo mi interés. Siempre he sido un admirador de los diseños arquitectónicos. Atraen mucho mi atención y de esta construcción majestuosa hay mucho de que hablar. Para ello me apoyaré un poco en la guía que le entregan a uno al momento de la entrada.

El Monasterio de Pedralbes fue fundado por la reina Elisenda de Montcada en el año 1327, con el apoyo de su esposo, el rey Jaime II, quien quiso que la iglesia se dedicara a Santamaría. Siguiendo las corrientes espirituales de la época, el nuevo monasterio pasó a ser habitado desde sus inicios por monjas Clarisas, la rama femenina de la orden de San Francisco, que hoy día habitan otro monasterio que les construyó “L´ajuntament de Catalunya”. El lugar de Pedralbes, nombre que procede del latín Petras Albas (piedras blancas), fue elegido por la reina para la nueva fundación.

La heredad se encontraba dentro del antiguo término de Sarrià. La primera piedra fue colocada por los monarcas en el ábside de la iglesia, en marzo de 1326, y tan solo un año después, el 3 de marzo de 1327, el monasterio estaba bastante avanzado como para que se pudiera alojar en él la comunidad de monjas que procedía del convento de San Antonio de Barcelona.

El edificio constituye uno de los mejores ejemplos del gótico catalán, tanto por la iglesia como por el claustro, el cual, con sus tres plantas, es uno de los más espaciosos y armónicos de este estilo. En la iglesia se destaca el sepulcro de la reina Elisenda, que ofrece dos partes: la que da a la iglesia, donde aparece su imagen vestida como soberana, y la que da al claustro. Donde observa como viuda y penitente.

Hay que destacar que la idea del monasterio fue originada con ocasión de hacerse monja y enclaustrarse una vez su esposo el rey Jaime II muriera, que a la postre eraducho mayor que él. De igual modo, resaltan las vidrieras del siglo XIV, varias sepulturas de familias nobles y los tres coros: el alto, el bajo y el de los frailes. Dentro del monasterio, y alrededor del claustro, se pueden ver varias “celdas de día”, donde se retiraban las religiosas para su recogimiento personal.

Destaca la capilla de San Miguel, encargada por la abadesa sor Francesca Ça Portella en el año 1343 al pintor Ferrer Bassa, con una clara influencia de artistas, como Giottp, el taller de Lorenzzeti o Simone Maritini. Poco a poco, recorremos los extensos corredores y los amplios salones con el respeto que el lugar inspira, muy a pesar de las protestas de Virginia, mi esposa, muy poco aficionada a este tipo de lugares que invitan al recogimiento y a la devoción.

Lucía, Josep y yo, por el contrario, disfrutamos de esta visita, tal como lo hacen otros grupos de turistas. La sala capitular y la de la abadía, el refectorio, la cocina, las procuras, el dormidor y la enfermería-uno de los ejemplos mejor conservados de edificio hospitalario del Renacimiento-completan la visita. El Monasterio de Pedralbes, además de su valor como conjunto arquitectónico, permite, gracias a los objetos y obras de arte que presenta, mostrar la vida monástica dentro del recinto a lo largo del tiempo, y ayuda a comprender la vida de clausura de la comunidad.

Para quienes desean visitarlo, les informo que la entrada vale 5 euros y pueden traerse un buen libro por si desean permanecer todo el día en él. Por lo que a nosotros respecta, hemos permanecido cerca de 2 horas, pero hay motivos para quedarse un poco más y meditar un poco sobre la vida de recogimiento que allí se vivía, antes de que Colón se descubriera el nuevo mundo.

Por: Leonardo Gutiérrez Berdejo (en viajeros.com)

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