Falta de mérito y excarcelación para la mujer que degolló a su hermano

Viernes 21 de abril de 2017
La mujer estuvo exactamente un mes privada de su libertad en una celda de la UR III.
Se terminó el encierro para Marciana. En pleno almuerzo del martes 21 de marzo degolló con un machete a su medio hermano paraguayo, José de la Cruz Franco Benítez (68), que esa mañana había llegado de visita con intenciones poco claras. Fue detenida y alojada en una celda, pero anoche pudo dormir nuevamente en la comodidad de su cama porque a la siesta recuperó provisoriamente la libertad.
Treinta días estuvo encarcelada en la Unidad Regional III hasta que finalmente fue beneficiada con la falta de mérito porque se comprobó, mediante pericias, y el relato de varios testigos, que el violento episodio que protagonizó fue en legítima defensa.
La mujer de 63 años fue notificada ayer -pasado el mediodía- sobre la decisión que tomó el Juez de Instrucción Uno, Roberto Saldaña. Su abogado particular, Lucas Saldivia, se reunió previamente con el magistrado para conocer los pormenores de la excarcelación y después esperó a la imputada en los estrados judiciales, donde llegó esposada y con custodia, pero se retiró con las manos libres junto a un pequeño grupo de parientes que la esperaba.
“Yo sólo me defendí si él me atacó feo”, reiteró Marciana, emocionada, antes de subir al automóvil que la llevó directo a su casa en Puerto Mado. Pretende rehacer su vida en ese lugar pero su gente pretendería llevarla a otra localidad donde pueda continuar sin pausas un tratamiento médico por las distintas dolencias que padece, pero además que se sienta contenida.
No tiene restricciones así que puede hacerlo tranquilamente.
El Territorio confirmó con fuentes cercanas al expediente que el beneficio judicial llegó en paralelo al cambio de carátula, que quedó en "homicidio simple" cuando en un principio había sido imputada por "homicidio agravado por el vínculo". No se pudo comprobar que Franco Benítez era su hermano de sangre, aunque a decir de la mujer fueron criados juntos por su padre desde pequeños. Las partidas de nacimiento de ambos no acreditaron esos lazos.
También pesó a su favor el mal concepto del hombre, considerado por quienes lo conocían como un sujeto violento e irascible, que frecuentemente consumía bebidas alcohólicas y tenía antecedentes por sus conductas agresivas.
Su propia familia se reunió con Marciana a quienes brindaron su apoyo, e incluso, testificaron en contra del paraguayo dando detalles de un estilo de vida nada tranquilo. Lamentaron que ella haya tenido que sufrir semejante ataque, pero de acuerdo a fuentes de la causa, intuían que el final de la vida del sujeto llegaría de esa manera. 

“Me pedía plata”
La decisión judicial fue consecuente con lo que esperaba la defensa de Marciana después de que declarara ante el juez Saldaña. En esa instancia ella admitió haber asesinado al hombre pero aclaró que fue tras un ataque previo y a modo de defensa.
Relató que estaba en su casa cuando en la mañana recibió la visita de forma intempestiva del sujeto extranjero, que a la postre estaba borracho. No había dado señales de vida durante dos años aunque cada vez que la visitaba -según sus dichos- era para pedirle plata.
Las horas pasaron, se sentaron a almorzar y la exigencia de dinero por parte del paraguayo no tardó en aparecer. La negativa de la mujer lo enfureció al punto de que él mismo comenzó a buscar entre los muebles, rompió cosas y ante el cuestionamiento de Marciana le tiró comida caliente en el rostro para luego sujetarla del cuello. “Me pedía plata, le dije que no”, declaró. 
Ese violento forcejeo terminó derivando en el sangriento final. La dueña de casa detalló que a punto del desmayo observó el machete cerca de la mesa y solamente atinó a empuñarlo para lanzarlo al cuello del hombre. La herida fue letal. El paraguayo murió desangrado.
Los vecinos que escucharon el alboroto alertaron a los policías, que al llegar a la escena encontraron a Marciana en estado de shock, muy nerviosa. Los médicos determinaron que en distintas partes del cuerpo tenía heridas leves, moretones y quemaduras, evidencia que para los peritos científicos son compatibles con una férrea defensa.