El paisano mbya buscaba ayuda de un sacerdote para espantar los espíritus

Lunes 27 de marzo de 2017
Mucho mejor de como fue encontrado, tirado en la orilla de un arroyo y casi al borde del desmayo por el hambre y la deshidratación, el paisano mbya que estuvo casi cinco días perdido en el monte recuperó la memoria y reveló que buscaba ayuda para espantar a los supuestos espíritus malignos que lo perseguían para matarlo.
Fermindo Benítez (28) manifestó desde una camilla del hospital local que es originario de la aldea aborigen Jejy pero había llegado caminando hasta la comunidad Pindó Poty -ubicada en el paraje El Fisco, distante a unos diez kilómetros de la primera- en busca de asistencia espiritual del Opyguá (sacerdote). En la espera fue -según su relato- atormentado por “los seres malignos” por lo que se metió monte adentro para ocultarse, sin tener siquiera un rumbo fijo.
Recordó que caminó descalzo casi diez kilómetros por trillos y picadas, que se alimentó solamente de algunas frutas que encontró en su camino y de pequeños animales silvestres que pudo cazar. Los médicos detectaron rasguños -posiblemente de plantas- en sus piernas y brazos.
Cuando los baqueanos lo encontraron, en el paraje La Bonita, estaba acostado sin poder moverse a pocos metros del arroyo Paraíso, tratando de llegar a la orilla para ingerir agua aunque su cuerpo no podía resistir más sin hidratarse. Los rescatistas detallaron que ni bien los vio, tímidamente esbozó algunas palabras sin sentido sobre los supuestos fantasmas que lo perseguían pero trató de reponerse para pedir ayuda, comida y agua, deseo que le fue concedido más tarde.
Fue trasladado en andas alrededor de tres kilómetros hasta salir a uno de los caminos terrados que cortan la Reserva Tangará, donde esperaba el patrullero con el cual fue trasladado directamente al hospital. En el trayecto insistió a los uniformados con la necesidad de ser curado por el guía espiritual para dejar de ser perseguido.
En el nosocomio fue atendido por el médico Pedro Kairiyama, quien en su informe diagnosticó “palidez generalizada, adelgazamiento y signos graves de deshidratación crónica” por lo que sugirió su internación, en observación, donde se encuentra actualmente. Esta mañana lo van a trasladar a Oberá para una interconsulta con otros profesionales, entre ellos, un psiquiatra.
Mientras tanto -según fuentes que llegaron hasta las aldeas para hablar con sus integrantes sobre el modo de actuar de Fermindo- constantemente son elevadas al cielo las plegarias que, de acuerdo a la creencia aborigen, son para proteger tanto al paisano como a sus buscadores.

Cuatro días en el monte
La desaparición de Fermindo generó un operativo de grandes proporciones que involucró a distintas dependencias policiales que dependen de la Unidad Regional VIII de San Vicente como a la Unidad Regional VI de Leandro N. Alem, que metió al monte un equipo de Infantería. Se sumó con gente el cuartel de Bomberos Voluntarios de El Soberbio, gendarmes de la sección local, guardaparques que trabajan en la zona de la reserva Yabotí, lugareños y alrededor de media decena de baqueanos que integran otras comunidades mbya guaraní.
Durante los primeros tres días los grupos de rastrillaje avanzaron alrededor de 20 kilómetros monte adentro, siguiendo un posible itinerario que pudo haber hecho el paisano. Hicieron noche en la orilla del arroyo El Soberbio y desde ese punto siguieron avanzando apoyados en la pericia de los baqueanos que seguían los senderos con supuestas huellas. Esos rastros condujeron directamente al sitio donde el hombre logró llegar.
Cabe recordar que su desaparición data de la madrugada del pasado martes 21 pero trascendió días después a instancias de la denuncia que hizo Raquel, quien recorre las comunidades mbya de la zona para conocer sus necesidades y gestionar asistencia.
En la sede policial relató lo que contaron los aborígenes. Dijo que todo ocurrió cerca de las dos de la madrugada y que alrededor de seis paisanos estuvieron presentes cuando el aborigen comunicó que era perseguido. “Le manifestó a los demás integrantes de la aldea que los espíritus vinieron a buscarlo porque querían matarlo y así como estaba se fue caminando hasta perderse”, detalló.
La historia de Fermindo, que tuvo un final feliz, es parecida a la de Santiago Villalba, un aborigen de 65 años que integra una comunidad de Garuhapé. A mediados de este mes llegó hasta la aldea Takuapí de Ruiz de Montoya buscando un sacerdote para que cure sus dolencias mediante rituales pero de un momento a otro se metió al monte acusando ser perseguido. Su búsqueda persiste hasta el momento.