Margarita Meira: “No vamos a retroceder por un balazo”

Viernes 23 de marzo de 2018 | 06:00hs.
Policiales | El agresor estaba muy nervioso, según percibió Margarita. | Foto: Diario Crónica
La referente misionera de las Madres Víctimas de Trata, Margarita Meira, fue atacada por un presunto sicario frente a la sede que tiene la institución en el barrio de Constitución, en Buenos Aires. El hecho sucedió el martes y la mujer se salvó debido a que al agresor se le trabó el arma y huyó de la escena.

“No se puede dejar pasar una cosa como esta. Nosotros no vamos a retroceder por un balazo”, dijo ayer Margarita en diálogo con El Territorio. El lunes había llegado al país luego de ser reconocida como la mujer del año por su lucha contra la trata de personas que viene desarrollando desde que mataron a su hija, hace 25 años.

Según contó la mujer, el hecho sucedió cerca de las 11 de la mañana cuando estaba brindando una entrevista a un medio local, en relación al premio. En ese momento, llegó a la sede, ubicada en Pasaje Cuidadela al 1249, un sujeto en moto que rápidamente sacó un arma que motivaron los gritos de los presentes que estaban allí para asistir al comedor que también funciona en el lugar.

La mujer salió y el sujeto disparó, sin poder dar en el blanco. “Fue un momento de mucha histeria, recuerdo el polvo y el olor a pólvora que había”, reveló la mujer. Agregó que “no sé si el muchacho estaba muy nervioso o qué pero se le cayó el arma y el también se cayó de la moto”.

En esa instancia, el agresor quiso disparar otra vez, pero el arma -las pericias en el lugar arrojaron que se trataba de una 9 milímetros- se le trabó y salió huyendo del lugar sin lograr su cometido. “Fue un milagro, la gente estaba toda afuera porque habíamos recibido mercadería y el pasillo estaba lleno, se metieron como pudieron adentro”, contó Margarita.

Los presentes llamaron a la Policía, pero nadie llegó a tiempo y nadie escuchó los disparos. Según contó la entrevistada, los uniformados se limitaron a preguntar qué ropa tenía el agresor en vez de mandar rápidamente una patrulla. Y en ese tiempo transcurrido, el sujeto volvió a llegar al lugar.

“Aparentemente volvió a buscar el casquillo de bala”, especuló la luchadora. Sabiendo que su arma estaba inutilizada las personas del lugar, todas mujeres, se abalanzaron sobre él, por lo que no pudo lograr su cometido. Los vestigios de la bala, y la patente fueron las pruebas integradas a la Justicia. Aún no hay detenidos.

La valentía de la mujer se podía sentir a través del teléfono. No tiene miedo, pero exige que busquen y maten a los responsables. “Esta es una lucha que vamos a seguir”, insistió, destacando el apoyo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, con quien estuvo reunida en la víspera.

“Sus hijos desaparecieron en la dictadura y los nuestros en democracia”, comparó.

Meira contó que no es la primera vez que recibe amenazas de este tipo. “Ya tengo un balazo en la sede y una vez colgaron un cartel que decía ‘cerrado por duelo’”, dijo sin que su voz se inmute. “Esto venía venirse, yo en Italia dije cosas que sabía que no iban a gustar, cuando hablas de trata y de droga tocas intereses muy importantes”.

Margarita destacó que en 25 años de lucha nunca recibió a tantos medios como ayer. Resaltó también que desde Italia se movilizaron y solidarizaron con ella y hasta dieron una conferencia de prensa. “Allá me dan un premio y acá un balazo”, reflexionó.

Una lucha con respaldo internacional

Margarita Meira nació en hace 68 años en Valle Hermoso, a 18 kilómetros de Eldorado. Luego de estar secuestrada durante un año por una red de trata, su hija Susi apareció el 23 de marzo de 1993, hace exactamente 25 años, embarazada, quemada y asfixiada.

Así, con el mazazo más duro de su vida, conoció ese flagelo. Y no ha parado de luchar contra el, conteniendo a las madres que lo padecen, muchas de las cuales no encuentran sentido a la vida.

Hace pocos días recibió el Italia el premio de la mujer del año otorgado por el Consiglio Regionale Della Valle D’aosta. Eso implica un espaldarazo internacional gigante a su lucha, la misma que siente que no es apoyada por su país.