Ahora se podrá volar hacia la inexpugnable isla-prisión de Napoleón

Lunes 16 de octubre de 2017 | 14:30hs.
Napoleón en Santa Helena, donde vivió sus últimos 6 años

La compañía Airlink inauguró este sábado 14 de octubre su vuelo semanal hacia Jamestown, capital de Santa Helena, desde Johannesburgo, Sudáfrica, para gran satisfacción de los 4500 habitantes de la isla que apuestan a un boom del turismo.

 

Esta posesión británica, ubicada en medio del Atlántico, casi a mitad de camino entre Africa y Sudámerica, tiene sus atractivos, en especial para los amantes de la naturaleza virgen -preservada por el aislamiento- y la vida tranquila en sitios que parecen fijados en el tiempo.

 

Pero, más allá de la biodiversidad, de la flora y la fauna tropicales y abundantes, los paisajes alucinantes y su arquitectura georgiana de casas coloridas, el principal atractivo de Santa Helena es el haber albergado a Napoleón durante sus últimos seis años de vida.

 

Allí murió el ex emperador de los franceses, el 5 de mayo de 1821, a los 51 años, y allí descansó en un sitio por él mismo elegido hasta la repatriación de sus restos a Francia, en el año 1840. Ahora, su tumba está en un panteón especialmente construido en Los Inválidos -el hospital de sus soldados-, en París, a orillas del Sena.

 

El predio donde se encontraba la tumba de Napoleón, el bosque que lo circunda y la casa donde vivió, Longwood, son propiedad del Estado francés, que los adquirió en 1858 y los custodia desde entonces.

 

Michel Dancoisne-Martineau, actual cónsul honorario de Francia en la isla y conservador de los llamados "Dominios franceses de Santa Elena", unas 16 hectáreas en total, escribió recientemente un libro -"Soy el guardián de la tumba vacía de Napoleón"- con el fin de atraer más aún la atención sobre este sitio que alberga una porción de la historia francesa y universal. Recordemos que fue allí que Napoleón dictó sus memorias, de las que surgieron varios libros, siendo el más conocido el Memorial de Santa Helena.

 

Como Napoleón ya se había fugado -¡y recuperado el trono!- de un exilio anterior en la isla de Elba, cercana a la costa italiana, esta vez sus enemigos quisieron asegurarse de evitar que su influencia continuara irradiando sobre Europa y más allá, y lo enviaron a Santa Elena, una isla inhóspita, ubicada a 2000 kilómetros de la costa africana, más o menos a la altura de Angola, y a 3.000 de la sudamericana (Brasil). Una de las islas de más difícil acceso en el mundo.

 

El año pasado, una inauguración fallida del aeropuerto de Santa Elena se convirtió en escándalo internacional. Debía estar operativo en junio de 2016, pero al parecer los estudios de factibilidad no estaban bien hechos y los ensayos de aterrizaje se frustraron por violentas turbulencias. El relieve que rodea la pista produce un efecto de cizalla del viento.

 

Un papelón directamente proporcional a la millonaria inversión realizada para financiar la importación de todos los materiales desde Ciudad del Cabo (Sudáfrica), más el desplazamiento de millones de toneladas de roca para rellenar el terreno. En total, 330 millones de euros. Sin mencionar las inversiones de los operadores turísticos y hoteleros locales en infraestructura para ampliar la capacidad de Santa Helena de recibir visitantes.

 

Aunque algunos residentes puedan haber estado contentos por preservar sus vidas tranquilas lejos del mundanal ruido, para muchos habitantes de la isla que Napoleón Bonaparte hizo célebre muy a su pesar era un gran negocio frustrado.

 

La solución encontrada por la Compañía para hacer turísticamente operativo el aeropuerto -desde su inauguración sólo se usa para evacuaciones médicas urgentes o pequeños vuelos privados- ha sido la de cambiar el tipo de aparato y reducir el número de pasajeros para hacer los vuelos más livianos. En vez de los Boeing 737 previstos se usarán los Embraer. Y sólo se ocuparán 76 de las 99 plazas que ofrecen. Aún así, habrá que tener temple para soportar aterrizajes turbulentos.

 

El vuelo desde Johannesburgo hasta esta isla volcánica de 122 kilómetros cuadrados dura 6 horas, contra los cinco días de travesía por el único barco -el RMS St Helena- que hacía el ida vuelta desde Ciudad del Cabo y que hará su última travesía el 16 de febrero de 2018. Pero el costo del billete aéreo será el mismo que el del viaje en barco: 900 euros.

 

Si pensamos que los "dominios franceses" de Santa Elena recibían hasta ahora entre 5000 y 6000 visitantes por año a través del único servicio marítimo existente, más algunos cruceros que podían desembarcar un millar de pasajeros a la vez, no es infundada la esperanza de los isleños de multiplicar por diez la llegada de visitantes extranjeros. Toda una revolución para la isla que es una de las de más difícil acceso en el mundo.

 

La casa de Napoléon fue saneada y restaurada para el bicentenario de su llegada a la isla que se conmemoró el 17 de octubre de 2015 con una reconstrucción, por los residentes del lugar, del arribo del Emperador a Santa Elena. Ya no hay humedad chorreando por los muros, ni olor a moho, como en aquellos tiempos históricos.

 

Como se señaló más arriba, Longwood fue también el escenario, durante seis años, de la lucha que Napoleón libró contra el olvido y la difamación, dictando sus memorias a sus camaradas de exilio, siendo el mejor signo de éxito de esa empresa el citado Memorial de Santa Elena, redactado por el conde Emmanuel de Las Cases, varias veces best-seller y traducido a infinidad de idiomas.