Un esfuerzo que lucha por ser reconocido

Domingo 28 de mayo de 2017 | 09:45hs.
La Murga del Tomate, desde sus inicios, fue más allá del teatro independiente, de la demostración del arte sobre las tablas.

Transitando su decimoquinto año recorriendo los escenario de Misiones y otras provincias, la Murga del Tomate, desde sus inicios, fue más allá del teatro independiente, de la demostración del arte sobre las tablas. Llegó para dejar un mensaje.

 

Manteniendo los mismos ideales desde la concepción del grupo, la murga no solamente dedica su tiempo y creatividad a entretener a las personas, sino a dejar un fuerte y claro mensaje, siempre en pos de la naturaleza, la ecología y el bienestar de la sociedad.

 

En sus inicios, por el año 2002, eran cinco familias las que integraban Red de Agricultura Orgánica de Misiones (Raom), y en ese entonces les habían solicitado dar una charla sobre alimentos transgénicos, en Oberá.

 

“Nos juntamos y nos planteamos: ‘¿Vamos a hablar de alimentos transgénicos a un público general, a productores?’”, recordó Gerardo Segovia, uno de los tres miembros fundadores que continúa en la murga, y detalló que decidieron plasmar la información en una obra para hacerla más didáctica. Y fue un éxito.

 

Esta representación, pensada para ser realizada una única vez fue el inicio de la historia de los grupos independientes más relevantes de la zona.

 

“Esta obra, que buscaba reflejar qué comemos, cuándo comemos nos llevó a encuentros de alimentos, escuelas agrícolas; hemos recorrido muchos lugares incluso fuera de la provincia por cuatro años”, destacó Gerardo.

 

Así inició la historia de este grupo que está compuesto por hombres, mujeres y niños. Después de quince años, con reconocimiento popular, ya llevan cinco obras presentadas con gran éxito, y actualmente cuenta con doce miembros. Sin embargo, este número puede variar en las presentaciones ya que como cada integrante tiene sus ocupaciones y responsabilidades, no todos están presentes el cien por ciento de las veces.

 

Con respecto a esto, Inés Mondo, otra de las integrantes actuales, señaló que al ser un grupo abierto, siempre están recibiendo gente. Al mismo tiempo que otros se van, otros llegan. Y esto “puede ser una dificultad pero también lo vemos como una riqueza, ya que siempre pensamos los show y los adaptamos para cuando somos cinco o doce, pero siempre lo hacemos”, sostuvo.

 

Por su parte, Victoria Segovia, una de las jóvenes que desde muy chica integra el grupo, indicó que toda la creación del contenido es comunitaria: “Nadie es el director de nadie, hacemos todo en conjuntos”. Destacó la colaboración de Jesús Fernández, un murguero uruguayo que colabora con ellos y les brinda ayuda y consejos para generar contenidos.

 

“Nos consideramos una murga ecológica, en defensa de la vida y la idea es transformar nuestro lugar transformando a la gente y transformarse a uno mismo, desde hábitos, alimentación, calidad de vida. Todo, no es mero entretenimiento”, resaltó Gerardo.

 

En esta línea, Inés agregó que en general los trabajos independientes suelen llevar algún mensaje, buscan dejar algo en la sociedad, y esto “es el efecto de tener la libertad, la autonomía, el no responder a nadie, y que nadie te diga qué tenés que decir”.

 

Más allá de esto, como toda producción independiente debe coexistir muchas veces con la falta de recursos. Los integrantes recordaron que en estos años pasaron por momentos que les hicieron replantearse si seguir o no con el proyecto por falta de fondos o acompañamiento. La respuesta siempre fue seguir.

 

“Actualmente tratamos de conseguir al menos para el combustible cuando nos invitan a otros lugares. Estamos tratando de cambiar las cosas porque en quince años todo fue autogestión y vemos que hay espectáculos que se pagan y otros no, y tal vez era porque no exigíamos, entonces buscamos ese reconocimiento porque no se pierde el amor al arte por recibir una recompensa”, sostuvo.

 

Desde el vestuario a la escenografía, todo es realizado por los integrantes y afortunadamente cuentan con un lugar físico para ensayar pero en todo este tiempo han tenido mucha constancia ante las grandes dificultades.

 

“Nos han negado espacios y hemos ensayado en salones prestados, galpones, incluso en la plaza de un barrio. Ser trabajador cultural independiente es un esfuerzo muy grande y que muchas veces no es reconocido”, remarcó Gerardo.

 

Estudiantes, docentes, una médica, un trabajador social, trabajadores independientes, actores recibidos, es la diversidad que demuestra actualmente este grupo.

 

El sueño de un festival propio
En la ciudad, además de la Murga del Tomate, existen otros ocho grupos teatrales, que a partir del Festival Provincial de Teatro comenzaron a unirse.

 

“Nos dimos cuenta que éramos tan independientes que éramos independientes de nosotros mismos, y a partir de esto nos dimos cuenta que somos mucho y empezamos a trabajar juntos”.

 

Además de conocer sus productos, coordinar espectáculos y el uso de salas, los une el pedido de funcionamiento del Instituto provincial del Teatro Independiente (Ipti) que ya es una ley y traería beneficios y difusión como fondos para el desarrollo de su actividad. Además, a través de esta unión, desde la asociación de teatro local, esperan poder traer a la ciudad el Festival de Teatro el próximo año.