Cartagena, callecitas al pasado

Domingo 11 de febrero de 2018 | 02:00hs.
“Masajes”, “Pescado frito, a la orden”, “Pasteles de guayaba y arequipe”. La oferta insistente de los vendedores ambulantes en las playas de Cartagena llega a saturar hasta el hartazgo la paciencia de los turistas. Junto con la advertencia respecto a posibles estafas de los taxistas, el asedio comercial, a todas horas, son los únicos puntos de cuidado de esta ciudad magnífica.

Rodeada de mar como el histórico puerto que fue en tiempos de la colonia española, Cartagena está rodeada de playas. Pero este no su principal atractivo. Lo que la vuelve única es la magia intacta de la ciudad amurallada, que concede el milagro de hacer viajar en el tiempo a los visitantes que se dejan llevar por sus callecitas angostas, descubriendo en cada cuadra las pequeñas maravillas que los cartageneros han sabido conservar a lo largo de los siglos y hoy son Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Por estos meses de verano en el hemisferio Sur, es invierno en Cartagena. Pero un invierno con temperaturas arriba de los 30 grados bajo de la inclemencia del sol caribeño. Este invierno caluroso marca la estación seca, lo cual vuelve esta temporada la ideal para caminar esta joya arquitectónica.

Y así, caminando, se descubren maravillas. Como la casa que habitó Gabriel García Márquez, junto a un hotelito que lleva el sugerente nombre de Macondo. O Gertrudis, la escultura de Botero, postal obligada en la plaza de Santo Domingo. O el café librería Ábaco, donde además de tomarse un café inolvidable se pueden curiosear las novedades literarias de las plumas colombianas que no suelen llegar ni por equivocación a las librerías argentinas.

Imperdibles el castillo de San Felipe de Barajas con sus túneles no aptos para claustrofóbicos, el Museo del Oro Zenu con impactantes piezas de más de 2000 años y el Palacio de la Inquisición en el que además de conocer cómo funcionó el temible tribunal en tiempos de la colonia, se ofrece información sobre la historia de Cartagena y el comercio de esclavos que tuvo a a la ciudad como puerto privilegiado. Cartagena es un destino para saborear. Arepas, mojarras con patacones y arroz con coco, guisados antioqueños, jugos de frutas tropicales y el café intenso de esas tierras. Un último dato: el regateo es una práctica corriente. Nunca se quede con el primer precio que le dan.  

María Marta Fierro
Periodista