Amenaza al corazón de la selva

Domingo 19 de febrero de 2017 | 07:00hs.
La ruta nacional 101 atraviesa el Parque Nacional Iguazú, uno de los lugares mejor conservados del país. | Foto: Facundo Correa

El corazón de la selva paranaense, en el Norte de Misiones, vuelve a estar amenazado por el progreso. Desde Comandante Andresito, hay una fuerte presión para asfaltar el último tramo de la ruta nacional 101, que atraviesa el Parque Nacional Iguazú.


Hoy, el asfalto llega hasta el Paraje Cabureí en las puertas del área protegida y principal atracción turística de Misiones.
Desde la comunidad de Andresito, hay una fuerte presión para pavimentar esos 40 kilómetros y así tener una conexión rápida con Iguazú y poder explotarla turísticamente.


Mientras, los ambientalistas de la Ciudad de las Cataratas se oponen a la llegada del asfalto porque eso provocaría desforestación y muerte de animales por atropellamiento, tal como ocurre sobre la ruta nacional 12.


Por ahora, la Administración de Parque Nacional y Vialidad Nacional se oponen a la pavimentación, debido a los negativos estudios de impacto ambiental.

Viaje selva adentro
La ruta nacional 101 tiene una extensión de 150 kilómetros. Nace en Bernardo de Irigoyen y llega hasta Puerto Iguazú. Se encuentra asfaltada desde Irigoyen hasta paraje Cabureí en Comandante Andresito. En Iguazú, el pavimento llega desde el cruce de la ruta nacional 12 hasta el Área Cataratas. Solamente quedan de tierra 40 kilómetros, que atraviesan el Parque Nacional Iguazú, la principal reserva natural de Misiones.


El Territorio recorrió la ruta y pudo apreciar la flora y fauna de la zona, donde predominan los árboles gigantes, sobre todo los palo rosa. Es una zona muy rica en aves y la principal explotación turísticas hoy es el avistaje de aves por parte de visitantes extranjeros, que quedan maravillados con el rojo de la tierra y el verde de la selva paranaense.


En la puerta del parque, descansa una retroexcavadora y el operario cuenta que están terminando el asfalto. “Por ahora la ruta no se va a asfaltar porque el parque no quiere, hasta acá llegamos. Sería lindo asfaltar para que la gente conozca”, explicó.


Transitar por ese tramo de la ruta 101 es recorrer el corazón de la selva paranaense. Su traza atraviesa seis grandes arroyos y los primeros quince kilómetros desde Andresito están entoscados y ya fue ensanchada para que pasen tranquilos dos autos.


Desde el kilómetro 16, el visitante se encuentra con la tierra roja y con una sola huella que se va cerrando a medida que pasan los kilómetros. La selva se vuelve cada vez más verde y espesa y aparecen los ‘gigantes’, los palo rosa, árbol protegido por ley.


También se posan las aves, como si esperaran ser fotografiadas por los aventureros que toman esa ruta.


El día que El Territorio viajó a esa zona se hizo presente la lluvia y, pese a la desfavorable condición climática, los autos con patente brasileña son mayoría y pasan a gran velocidad y no respetan los 50 kilómetros por hora que indica uno de los pocos carteles que tiene la ruta en su ingreso. También hay conductores locales que con sus camionetas 4x4 avanzan a gran velocidad. La mayoría de los autos van en sentido Andresito-Iguazú.


Hay sólo tres controles. Uno al ingresar desde Andresito, donde viven dos guardaparques, otro en el paraje El Timbó, cerca de la salida, donde hace guardia un guardaparque y el puesto de Gendarmería Nacional a la salida de la 101 ya en el Área Cataratas.


Durante la madrugada, la ruta es muy usada por los colonos de Andresito que van a vender sus productos a Puerto Iguazú. Por el parque evitan hacer los 140 kilómetros que hay por la ruta provincial 19 y la ruta nacional 12. Además, esquivan el pago de la tasa municipal de Puerto Iguazú.


“Si te instalás a las 6, eso parece una autopista de camionetas que vienen a Iguazú cargados de verduras, frutas. Todos son de Andresito y vienen por ahí para ahorrar combustible y evitar la tasa municipal. Casi ninguno respeta la velocidad máxima y es habitual encontrar animales atropellados. Imaginate si así en tierra no respetan, cuando esté asfaltada va a ser una matanza”, explica Omar Cañete, jefe del Área Cataratas.

La presión de Andresito
El pedido de los habitantes de Andresito de pavimentar esos 40 kilómetros de la ruta nacional 101 viene de años. El principal factor es acortar la conexión con la Ciudad de las Cataratas.


La principal conexión asfaltada con Iguazú hoy es ir por la ruta provincial 19 hasta Wanda y tomar la ruta nacional 12. Son 140 kilómetros. Por la 101 de tierra, se acortan 50 kilómetros (diez kilómetros hasta Cabureí están asfaltados).
El intendente de Comandante Andresito, Bruno Beck, reconoció que hay un interés de los habitantes y sobre todo del creciente sector turístico.


“En algún momento se debería asfaltar. Son 40 kilómetros y a nosotros nos serviría de conexión con Iguazú y para explotarla turísticamente. Se debería hacer asfaltar con medidas y controles para evitar exceso de velocidad y la muerte de animales”, indicó el funcionario.


“En mi opinión se debería asfaltar. Hoy un agricultor de Andresito que quiere vender sus productos en Iguazú tiene que hacer 140 kilómetros y por el parque se acorta a no más de 50 kilómetros y diez ya están asfaltados”, sostuvo Beck.


“Sería muy importante mejorar la ruta porque así como está no sirve, los autos quedan encajados con el peligro que eso genera. Además, con la llegada del asfalto se permitiría conocer esa parte del parque, porque lo que no se conoce, no se cuida”, consideró.


El intendente aclaró que, “cuando hablo de asfaltar, me refiero para ser explotado turísticamente con todas las medidas de seguridad y controles para cuidar la fauna y flora del lugar, porque somos, y me incluyo, hijos del rigor. Si no nos controlan andamos como locos y ya lo vemos en la ruta provincial 19 que atraviesa el Parque Provincial Uruguaí”.


“Antes iniciamos gestiones pero las anteriores autoridades de Parques Nacionales eran inflexibles. Ahora vemos que puede haber otras ideas superadoras, hay un entendimiento, para tránsito exclusivo para el turismo, nada de camiones ni tránsito pesado, debería ser una ruta ecológica como otras que existen en Misiones”, afirmó Beck.


El jefe comunal reconoció que son pocos los automovilistas de la zona que circulan a 60 kilómetros, la velocidad establecida para andar por áreas protegidas. “Ese es un tema que hay que resolver con Parques Nacionales y el Ministerio de Ecología. Hoy la mayoría, y me incluyo, no pasamos por el Parque Provincial Uruguaí a 60 kilómetros. Casi nadie, y me incluyo.

 Nosotros somos una generación que somos hijos del rigor y si no hay alguien que cuide no hacemos caso. Estamos hablando con Ecología para poner casillas de control en la entrada y salida del Parque y tomar el tiempo a 60 kilómetros y si tardás menos de eso se lo multa, pero es un proyecto”.


Los primeros lugareños de Andresito tienen miles de anécdotas sobre la 101.


“Es una ruta que para nosotros es muy usada, tiene un valor cultural porque todo nos queda más cerca. Antes, cuando no estaba la 19, era la única conexión que teníamos con Iguazú y si había un enfermo o una parturienta se ponía un colchón atrás de las viejas F100 y se lo traía a Iguazú. Es hermoso el paisaje y yo la uso para ir a hacer bancos a Iguazú, ojalá la asfalten pero no creo que el parque deje”, explicó Carlos Ramírez, comerciante de Andresito. 



Conservar
Los guardaparques del Parque Nacional Iguazú y la Fundación Amigos del Parque son dos instituciones que se oponen a la llegada del asfalto. Si se llegara a asfaltar la ruta, pasaría de los cinco metros que hoy tiene a doce o quince metros, más las banquinas, con la consecuente desforestación. “Para qué asfaltar un lugar que tiene tanto valor ambiental. En Europa asfaltaron y hoy están arrepentidos. Estamos a tiempo de defender el parque que es de todos los misioneros y que no se debe tocar para que lo puedan disfrutar las próximas generaciones”, señala el guardaparques Omar Cañete.

 

Patrimonio de la humanidad
El Parque Nacional Iguazú fue declarado en el año 1984 Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad por la Unesco (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), debido a su belleza escénica y gran diversidad biológica.


El parque posee una superficie de 67.720 hectáreas pertenecientes a la ecoregión Selva Paranaense. La importancia de conservación del área reside en que en ella se protegen especies que están en peligro de extinción como ser: el yaguareté (Pantera onca), ocelote (Felis pardalis), la yacutinga (Aburria jacuntinga), macuco (Tinamus solitarius) que aún encuentra en el Parque Nacional Iguazú las condiciones para su supervivencia.


Tiene una flora autóctona con más de 3.000 especies: frondosos helechos, bromelias, orquídeas, palmeras y gigantescos árboles que sirven de soporte a una gran variedad de enredaderas trepadoras, que proveen permanentemente de frutos que atraen a monos, coatíes, venados, tucanes, por nombrar solo algunos.


Hay 450 especies de aves, las que se exhiben sin timidez en las primeras horas de la mañana y al atardecer, pudiendo observarse con facilidad tucanes, urracas, teros y loros.


Dentro del parque hay 80 especies de mamíferos, entre ellos,  cinco variedades de felinos recorren mimetizados los claroscuros selváticos. Además hay incontable variedad de insectos, destacan una gran cantidad de coloridas mariposas.