Diego Martínez Jerczewski se convirtió en uno de los pocos casos de la provincia y la región en recibirse de una escuela secundaria común teniendo autismo no especificado. Fue el primero con capacidades diferentes en inscribirse en el instituto cristiano República Argentina, institución de la que finalmente logró egresar del nivel secundario con orientación económica, alcanzando la calificación de ejemplar para Misiones, la región y el país.
“El impacto que un diagnóstico como el autismo tiene en una familia, es difícil de medir. Desde el diagnóstico confirmado comienza una carrera apresurada en la búsqueda de profesionales idóneos, que ofrezcan tratamientos adecuados. Y cuando llega la edad de la escolaridad la lucha se multiplica. Al menos así suele ser. Pero la integración de chicos con capacidades diferentes en escuelas comunes afronta un nuevo desafío”, aseguró a El Territorio, la profesora Elva Benítez de Pereira da Silva, fundadora y rectora del instituto República Argentina.
Con la implementación de la educación inclusiva, en el instituto cristiano se comenzó a recibir a alumnos que no estaban en el rango común. El proceso implicó un cambio de mentalidad de los directivos, docentes, preceptores, así como la necesidad de contar con equipos de orientación escolar (Dop) con personal idóneo y suficiente para una tarea nada sencilla.
Con poco desarrollo en el nivel primario y menos aún en el nivel secundario, son contados los centros educativos que llevan adelante proyectos institucionales de características inclusivas. Desde el año 2004 el instituto se inicia en su carrera de escuela inclusiva en el nivel primario. Y es en el 2008 que incorpora un alumno con autismo no especificado, promovido a primer año de nivel secundario, Diego Martínez, que se convirtió en un caso emblemático y calificado como ejemplar en la ciudad, la provincia, y quizás en la región. “Acaba de terminar el nivel secundario con orientación en economía, Diego Martínez Jerczewski, de cuya terapia participaron todos: su madre, Eulalia Jerczewski, su servicio de apoyo particular, directivos, docentes, el departamento de orientación pedagógica del Icra y también sus propios compañeros. Es una historia que merece ser contada”, dijo sin dudar la profesora Elva.
“Lo hemos visto cantar, recitar, hacer música con su piano, disfrutar de la vida y de la compañía, aprender y replicar sus aprendizajes. En los últimos tiempos reiteró una y otra vez su deseo de ser médico pediatra. Conociendo algunas limitaciones propias del espectro, junto a su madre y su psicopedagoga, logramos convencerlo de que eligiera la medicina y la elección fue kinesiología, y Diego lo va a lograr”, dijo sin dudar Elva.
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