De los 11 detenidos por el crimen de Guirula, 2 podrían ser liberados

Sábado 26 de julio de 2014 | 07:15hs.
Larga jornada. | Los 11 detenidos fueron retirados de a uno del Juzgado Penal 1.

las 3 de la madrugada de ayer, y tras una jornada de quince horas de labor, los once detenidos por la muerte de Carlos Raúl Guirula fueron llevados a declarar ante el juez de Instrucción Penal Uno, Marcelo Cardozo, de los cuales sólo uno se abstuvo de responder sobre lo sucedido, mientras que los diez restantes, en líneas generales, no coincidieron en detalles clave que los pudieran favorecer, por el contrario, incurrieron en contradicciones determinantes, por ejemplo: el lugar donde golpearon o se pudo haber golpeado el albañil de 33 años hace siete días.

 

De la extensa ronda de testimoniales, la oficial de la Seccional Decimotercera, Lourdes Beatriz T., fue quien cerró la lista negando que Guirula haya sido atacado a golpes, y que sólo pudo haberse lastimado dentro del motel, en la calle de acceso, cayendo sobre algún tipo de elemento o material cuando se resistió a ser detenido por los incidentes generados ante el presunto cobro demás por tres botellas pequeñas de whisky.

 

La oficial incluso apuntó a que Guirula falleció en el trayecto hacia la comisaría, que nunca sospecharon que estaba herido de gravedad, que tampoco intentaron encubrir crimen alguno, lavando el cadáver y la caja del patrullero (Toyota Hilux) y que no ocultó el celular de la víctima entre sus pertenencias, sólo se olvidó comunicarlo a sus superiores cuando el escándalo estaba desatado.

 

La vieron golpear

 

Otro de los efectivos detenidos habría declarado haber visto a Lourdes T. patear a Guirula estando esposado por la espalda fuera del motel, en la vereda y en los instantes previos a ser subido a la camioneta policial.

 

Sobre este punto, otro de los sospechosos habría sido aún más contundente, y relató en sede judicial que la oficial perdió el control y atacó a patadas a Guirula, tirado en el piso fuera del motel.

 

Los restantes testimonios habrían señalado no haber recurrido a apremios para lograr la detención.

 

Fueron coincidentes en que fue Lourdes T. quien actuó como máxima autoridad del procedimiento, que fue ella quien solicitó los refuerzos y quien dio la directivas, incluso para que se retiraran del lugar los dos amigos de Guirula en el Renault 19 en el que habían ingresado junto a dos prostitutas.

 

También buscaron desligarse de cualquier intento por encubrir la muerte, pero no habrían aportado datos precisos que despejen las sospechas al respecto, principalmente al negar que el cuerpo haya sido movido dentro de la comisaría para ser lavado, que la caja de la Toyota haya sido limpiada con agua y que ubicaron el cadáver en una posición que no se correspondía con el movimiento que debieron desplegar para bajarlo del rodado.

 

Sería un hecho para la investigación que Guirula murió a patadas, pisotones y golpes de puño, que le provocaron hematomas y heridas en distintas partes del cuerpo, principalmente tórax y cabeza. Los puntapiés le rompieron costillas, que a su vez aprisionaron y perforaron los pulmones; es decir, la muerte se concretó por la alevosía del ataque.

 

Tras las declaraciones y siguiendo el análisis de las fuentes consultadas del caso, el expediente no variará su carátula, y nueve uniformados seguirán involucrados como sospechoso de “tortura agravada seguida de muerte”.

 

La semana que viene se espera que los amigos de Guirula brinden su testimonio ante el juez Cardozo, hecho que sería determinante para concluir que el albañil fue reducido y esposado dentro del motel, lo que dejaría en claro posiblemente que luego fue sacado a la vereda de la avenida Andresito y al resistirse a ser subido al patrullero, le propinaron la tunda letal de golpes.

 

Encubrimiento

 

En cuanto a los policías que podrían recuperar su libertad, pero bajo caución, son dos los que podrían quedar imputados de encubrimiento del crimen, y se trata de los agentes que durante la madrugada del sábado quedaron a cargo de la Seccional Decimotercera, pero en calidad de “llaveros” de las celdas de la dependencia del barrio Guazupí.

 

Los dos fueron detenidos el lunes, dos días después de conocido el homicidio y de que sus camaradas fueran ubicados en distintas comisarías de la capital provincial.

 

De todas maneras, la determinación aún no fue siquiera solicitada oficialmente al juez de la causa.

 

Cardozo tiene toda la semana próxima para definir la situación de todos los sospechosos, y de acuerdo a información que trascendió, los pasos que tome seguirán siendo precisos y seguros, sin apurar el tranco.

 

Un detalle que marca la postura se puede resaltar en los trámites y ejecución de las tomas de declaración del viernes y madrugada de ayer, las que no fueron cuestionadas por los abogados de los policías. Es decir, no habrían dado margen a que se reproche una violación de la legítima defensa.

 

“Todo fue puntilloso y se respetó como es debido el procedimiento”, recalcó uno de los letrados patrocinantes.

 

Dudas y certezas

 

• Gas pimienta: Entre los recursos que utilizaron los policías de la Decimotercera y del Comando Radioeléctrico para conseguir sacar del asiento trasero del Renault 19 dentro del motel,a Carlos Guirula, los golpes y tirones no habrían resultado suficientes, por lo que le aplicaron gas pimienta en el rostro, lo que en lugar de inmovilizar al sujeto lo tornó más violento.

 

• Bolsa atada: Según fuentes irrefutables, el celular de Guirula y las botellas pequeñas de whisky fueron descubiertas dentro de una bolsa entre las ropas y demás pertenencias de la oficial Lourdes T. dentro de la Seccional Decimotercera, después que el juez Cardozo ordenara las nueve detenciones. La uniformada habría dicho que “se olvidó” del detalle, y que “guardó” tales elementos para registrarlos cuando iba a redactar el sumario.

 

• Piedras y cantero: La oficial T. habría manifestado a la Justicia que Guirula sufrió los golpes que le ocasionaron la muerte al caer sobre piedras que formaban parte de un cantero en el interior del albergue transitorio, estando esposado y cuando se procedía a trasladarlo al patrullero. Habría negado que en la vereda haya sido atacado. De los nueve testimonios restantes brindados en el Juzgado de Instrucción, ninguno habría coincidido con la conjetura de las lesiones de la víctima al caer sobre tales materiales.

 

 

Nota perteneciente a la edición impresa.