Cultura nómada

Domingo 7 de febrero de 2016 | 21:00hs.
A principios de los 90, recién graduado de la universidad, el joven estadounidense Christopher McCandless dejó su vida rutinaria y materialista para comenzar un viaje desprovisto de toda posesión, descubriendo la solidaridad y cultivando su propia identidad en el camino. La hazaña conocida a nivel mundial lo convirtió en el arquetipo del joven contestatario en una sociedad sumida en el capitalismo salvaje. Su historia transcendió en un libro bestseller que luego fue plasmado en una película dirigida en 2007 por Sean Penn, la cual resultó una inspiración para viajeros y viajeras que se animaron a llevar adelante su propia aventura.
Pero antes de Christopher, la humanidad entera se forjó gracias al nomadismo y otros viajeros compartieron sus ideas. “El camino fue mi universidad”, dijo el músico y poeta legendario Atahualpa Yupanqui, quien con su guitarra anduvo a caballo los senderos de América del Sur hallando la riqueza en los paisajes y su gente. Atahualpa creía en el sentido del viaje y su fuerza revolucionaria en la persona, y en la sociedad.
Hoy en día, esas ideas siguen vigentes en la cultura mochilera que crece año a año. Jóvenes que abandonan la rutina y se entregan al encuentro con lo desconocido para destrabar los propios prejuicios, romper con los mandatos culturales y alejarse de la llamada zona de confort. Todo inicio viene acarreado de temores ante lo extraño. Pero andando los sentidos se agudizan, el asombro se vuelve el mejor amigo y las certezas se desvanecen.
“Invertir en viajar es dejar que el alma crezca y se desborde”, expresa la posadeña Aimé Schwieters, quien junto a su pareja recorrieron Sudamérica durante meses, construyendo y aprendiendo una filosofía viajera despojada de lo material y reivindicando la hospitalidad humana.
El mes pasado, la joven abogada Marina Bianco renunció a su trabajo para realizar el sueño de su vida. Como parte de una nueva generación, la posadeña reflexiona: “Los más grandes piensan que no queremos asumir responsabilidades o que no sabemos nada sobre el sacrificio, yo creo que todo lo contrario: salir de los esquemas sociales para ser artífices de nuestras propias vidas conlleva una gran responsabilidad e implica enfrentarse con prejuicios, relegar comodidades y seguridad”.
Gracias a la fotografía, Yonathan Adamchuk llegó a conocer más de diez países, incluso vivió dos meses en Mozambique, donde se casó con su novia argentina. “Muchos jóvenes hoy día trabajan para viajar, a medida que se pueda obviamente. Una experiencia tiene un recuerdo eterno, jamás vas a olvidarte de lo que viviste”, dice el muchacho de 25 años, oriundo de la localidad de Alem.
En coincidencia con esta postura, un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco (Estados Unidos), publicado el año pasado, ha encontrado que la clave de la felicidad radica en generar recuerdos en base a experiencias y vivencias personales (como viajar) y no comprando bienes materiales de manera compulsiva.
La vida nómada es contagiosa y con el auge de internet, se expande a través del mundo. Incluso, cada vez son más las comunidades viajeras, los blogs y foros que brindan consejos y las páginas de hospedajes gratuitos (www.couchsurfing.com). En Posadas, las empresas de turismo ofrecen distintos servicios; una de las últimas tendencias destinadas a jóvenes son los programas Work and Travel, que permiten experimentar la vida y el trabajo en otro país durante un plazo determinado.
“Podría decirse que la historia de la humanidad es la historia de sus viajes”, opina el doctor y profesor emérito de la Unam, Roberto Abínzano, y recuerda sus primeros periplos a dedo en los años sesenta. Por eso, recomienda a las nuevas generaciones levantar vuelo: “Un viejo paremia dice “pinta tu aldea y pintarás el mundo”, pero recíprocamente puede decirse "conoce el mundo y así conocerás tu aldea”.

Trabajar para viajar
Cada año, Andy Wedekamper deja Posadas para zambullirse en un nuevo desafío viajero. Su mayor objetivo es trabajar para viajar y conocer el mundo. Es una verdadera aventurera del camino. Con su mochila y su cámara fotográfica, se lanza a lo desconocido, sin miedos y con los ojos bien abiertos. Tras varias semanas alejada de la tierra roja, vuelve a la rutina pensando y planificando un nuevo destino.
Esta comunicadora social nació en Montecarlo, pero hace varios años vive y trabaja en la capital misionera. Los últimos países que ha conocido fueron Bolivia, Perú, Brasil, Ecuador, Colombia y este año cruzó el atlántico para conocer España, Portugal e Italia.
“Pertenezco a una familia que no le gusta quedarse quieta”, dice Andy y demuestra que la pasión por el nomadismo viene de herencia. Siendo hija y nieta de camioneros, ha tenido la posibilidad de viajar desde pequeña, conociendo Argentina y acompañando a Arturo, su padre. Además, una gran influencia en su vida es su abuela, quien hoy, con 85 años, sale de viaje mínimo tres veces al año.
Al terminar la universidad, Andy comenzó a trabajar y desde entonces, la meta ha sido ahorrar para poder escaparse a otra parte del mundo cada fin de año. “Eso implica a veces no darse muchos gustos, pero la recompensa al estar en algún otro país, alguna ciudad increíble, o una playa bien lejos es tan inmensa que vale la pena”, expresa la joven.
Y luego define: “Viajar definitivamente no es un gasto, sino una inversión. Quisiera aprovechar que aun soy joven y el cuerpo me permite carrear una mochila por donde sea para conocer lo más que pueda antes de sentirme obligada a echar raíces, a establecerme, a quedarme quieta. El sueño de poseer un auto, una casa, tener hijos, tal vez no sea universal”.

Torbellino de sensaciones
Andy explica que para ella viajar “no es solamente agarrar la valija y salir de vacaciones. Viajar es la culminación de meses de lecturas, investigaciones y tonelada de ansiedades. Viajar significa vivir una gran aventura en algún lugar (que no conozco)”.
No se trata solamente de conocer ciudades, edificios históricos, paisajes, sino que en sus andanzas, Andy se empapa de otras culturas a través de charlas con los lugareños y otros viajeros, a través de sus comidas, de la música y de sus festividades. “Se trata de un torbellino de información y sensaciones que se vive y adquiere todo el tiempo, permitiéndome aprender infinidad de cosas de la manera más intensa”.
Por eso la muchacha disfruta de organizar ella misma sus viajes de manera independiente y autogestionada, sin paquetes o agencias. Durante un año, se dedica a planificar e investigar cada detalle del recorrido, desde los lugares imperdibles hasta el transporte y las comidas. Pero en las últimas experiencias, Andy se animó a cambiar sus itinerarios sobre la marcha, “esa improvisación en algunos momentos me dio la oportunidad de conocer lugares increíbles y gente maravillosa”.
¿Qué es lo que más disfrutas y aprendes de los viajes?, pregunta El Territorio y Andy responde con elocuencia:
"Lo que más me gusta y llama la atención de los lugares que conozco son las diferencias. Todo aquello que es distinto a lo que estoy acostumbrada, esos detalles que rompen con lo que he venido viviendo día a día en mi casa, mi ciudad, mi país: el arroz con gusto a coco, tomar mate de coca para que no te pegue el soroche, trasladarse en mototaxi, moto ratón o tuc tuc, que te muestren una bandeja llena de pescados muertos para que elijas cual será tu almuerzo, descubrir que hay lugares donde no existen las estaciones del año, comer doce uvas y pedir deseos al terminar el Año Viejo, escuchar como un lugareño te explica orgulloso que ese castillo tiene más de dos mil años, poner un "caganer" debajo del árbol de Navidad para la buena suerte. La gastronomía es parte importante de la experiencia, probar comidas y bebidas nuevas, aprender a cocinar otras cosas, degustar sabores que nunca había probado hacen que el viaje valga la pena. Y ahí entran los mercados en la historia; todas las ciudades tienen esos mercados donde se pueden encontrar frutas y verduras frescas, carnes, pescados y comidas elaboradas, todo expuesto como un gran carnaval de colores, olores y sabores para los lugareños y los viajeros. Definitivamente, es mi lugar favorito en cada ciudad".

Por Ana Victoria Espinoza
sociedad@elterritorio.com.ar


:: Notas relacionadas
La vuelta al mundo con doce kilos de equipaje
Dos años de aprendizajes por los caminos de Sudamérica
“Una experiencia tiene un recuerdo eterno”
La elección de vivir y andar sin ataduras
Viajes de trabajo o estudio, otra forma de conocer el mundo