Las increíbles declaraciones de un niño que fue a la guerra

Lunes 30 de noviembre de 2015 | 06:59hs.
Un niño que se convirtió en soldado por la fuerza.

A Samuel le sienta tan bien el uniforme... el de la escuela. Camisa rosa chillón abierta y desmangada en el recreo, pantalón azul marino, falda larga para las niñas. Tiene 14 años y está empezando a hacer amigos, los del equipo de fútbol que han montado en la escuela. Utiliza el balón como terapia, necesita olvidar lo que ha vivido. «No puedo hablar todavía de ello». Y por otros testimonios de niños y adolescentes como él sabemos que lo que nos imaginamos se queda corto. Samuel fue un niño soldado en Uganda, como otros 300.000 en todo el mundo.

 

El dato es orientativo, aunque uno solo sería ya demasiado, y lo facilita Unicef, que lleva años de cruzada contra los grupos armados que captan menores para utilizarlos en los conflictos armados que desangran República Democrática del Congo, Afganistán, Chad, Sudán... A Junior lo han rescatado con 17 años. Tarde pero a tiempo: «Matábamos a la gente como si fueran termitas. Cuando las termitas salen de su nido hay que matarlas a todas». Él se unió a la lucha para vengar la muerte de su padre, asesinado a manos de los rebeldes en República Centroafricana, donde se calcula que hay entre 6.000 y 10.000 niños soldado. «La muerte nunca me dio miedo. Antes de entrar en combate tomábamos drogas. Queríamos sentirnos como hombres, pero también necesitábamos no sentir nada». Mató al hombre que asesinó a su padre y dice que la sed de venganza empieza a remitir.

 

Unicef trabaja con Gobiernos y grupos armados en zonas de conflicto para liberar a los niños, un «trabajo muy laborioso» que da frutos que se viven como grandes victorias. En República Centroaficana hay sacado de la guerra a 300 menores. ¿Y luego? «Después hay que ayudarles a recuperarse de las atrocidades que les han hecho cometer o presenciar. Esos chavales se han desarrollado en un entorno violento y les han enseñado que las cosas se consiguen con las armas, a algunos les han obligado a matar a sus pripios padres para que rompan el vínculo o les han obligado a presenciar cómo otros asesinaban a sus familias. Por eso, cuando son liberados a veces la comunidad les rechaza, temen que tengan actitudes violentas, dicen que traen mala suerte... Las niñas tienen un riesgo añadido, a muchas las captan para que sean las esposas de los altos mandos y regresan a la comunidad con hijos del bando enemigo y los suyos las repudian», relata Lorena Cobas, responsable de emergencias de UNICEF Comité Español.

 

Y alerta de que cada vez son más pequeños los niños que reclutan, desde los 5 años. «Los utilizan de porteadores, de cocineros y también en primera línea de combate. Cada vez se construyen armas de fuego más ligeras, lo que favorece que los chavales puedan combatir casi sin diferencia respecto a un adulto. A veces los niños tienen miedo y les lanzan drogados a la primera línea».

 

2.133 euros para la reinserción
El desgarrador informe de niños en conflictos armados de Unicef los detalla a lo largo de 58 páginas casos tremendos: un terrorista suicida de 14 años que hirió a once personas al detonar los explosivos atados a su cuerpo en Afganistán, cuatro niños de 9 y 10 años decapitados en República Centroaficana, 405 niñas y un niño de entre 7 y 17 años violados, 92 chavales mutilados en Chad, menores que confesaron que les golpearon y les orinaron encima las fuerzas de seguridad de Sudán del Sur, 150 chicos secuestrados en Alepo (Siria) cuando volvían a casa después de hacer unos exámenes...

 

En el otro extremo, Unicef prosigue con su incansable lucha con la campaña ‘Ningún niño soldado’, a la que se han adherido ocho países: Afganistán, Chad «que es el primero que ha empezado a cumplir los planes de acción», República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán, Somalia, Yemen y Birmania. Pero la tarea es titánica. «En muchos países no hay registro de nacimientos y, además, es difícil saber a simple vista si un chaval tiene ya 18 años o en realidad 16. Por otro lado, hay que luchar contra su propia cultura que les lleva a no considerar un niño a un chaval de 14 años. En República Centroafricana hasta hubo que poner carteles en los que se explicaba a la población que un niño lo era hasta los 18 años y que el país debía protegerles», advierte Cobas.