A Iván Mercol le destrozaron el bulbo raquídeo los golpes de puño

Jueves 18 de septiembre de 2014

Dos golpes de puño, uno en el ojo izquierdo y el restante en el maxilar del mismo lado, sumado al estado indefenso, presumiblemente por la falta de reflejos provocado por la ingesta de bebidas alcohólicas, se convirtieron ayer en los factores clave de la muerte de Iván Mercol.
La segunda jornada de debate oral, en la que son juzgados Sebastián Ruiz y Diego Cantallops, correspondió a los testimonios de seis médicos, comprendidos por el que asistió a la víctima dentro del local bailable de la avenida Corrientes, durante la madrugada del domingo 19 de marzo de 2006, y la trasladó al Madariaga, como también los que la atendieron luego en el sanatorio Boratti, y quienes participaron de la autopsia.
La forense Mónica Palacios detalló el informe que consta en el expediente del caso. Ratificó que Mercol murió por un paro cardiorrespiratorio producido por el “trauma rotacional cervical” que le “destruyó el bulbo raquídeo”.

Sobre los factores que determinaron la muerte, apuntó que pueden corresponder a la falta de reflejos por un estado alcohólico que le impidió a Mercol resistir la golpiza. En pocas palabras: que los puñetazos le sacudieron la cabeza y dañaron el bulbo raquídeo, le provocaron la pérdida de conocimiento y muerte cerebral en pocos segundos.
Como perito de parte en la autopsia de Mercol, también participó el galeno Miguel Ángel Faraudo, quien coincidió con el informe de Palacios: “La muerte fue irreversible (...) El cerebro se llenó de sangre por el trauma cervical (...) nunca vi un derrame cerebral de tal tamaño”.
Faraudo en su explicación de las causas de la muerte, coincidió con Palacios en que corresponderían a los factores externos: golpes de puño al rostro de un joven indefenso y que al dañarse el bulbo raquídeo “el cuerpo se desploma, se pierde el conocimiento y se cae”.
Pero también fue categórico sobre esta postura: “No había en el cuerpo de Mercol ningún rastro o elemento que pudiera apuntar a un golpe de botella (...) Es poco probable, casi improbable”.
Para sustentar su exposición, Faraudo se apoyó en imágenes digitalizadas de la autopsia. Las fotografías dentro de la sala de debate dejaron atónitos a los presentes, entre ellos los familiares de Mercol.
El médico detalló de esta manera que en el cuello y cráneo de Mercol no habían rastros ni hematomas que refieran a un ataque con una botella o elemento similar, y que el giro brusco de la cabeza le rompió el bulbo raquídeo. Las imágenes al respecto apuntalaron su postura en tres tomas: la de la parte posterior del cuello, los rastros de sangre dentro del bulbo raquídeo y el derrame cerebral que sufrió Mercol.
También descartó cualquier tipo de malformación o desvío cervical en Mercol que podría haber concurrido como factor del deceso. “Yo puedo considerarme el médico de la familia Mercol (...) lo conocía como paciente, Iván era un chico sano, no tenía deformaciones, ni congénitas, ni de ningún tipo, era totalmente sano”, insistió.

Patovica
Previo a la declaración de Faraudo, fue el turno de Juan Carlos Viana, médico de guardia del servicio de emergencias Domin. Debió responder a las dudas planteadas por Hugo Zapana, defensor de Sebastián Ruiz, en cuanto a quién y qué tipo de cuello ortopédico le fue puesto a Mercol cuando lo asistieron dentro de Power y si junto al cuerpo, un empleado de seguridad del boliche estaba presente.
Sobre el elemento de protección, también llamado Cuello Philadelphia, Viana manifestó que fue colocado por el enfermero que lo acompañaba y que este elemento no puede provocar daño alguno. También señaló que Mercol “estaba muy mal, sin reflejos o respuestas a estímulos, tirado en un pasillo oscuro,  lleno de gente y que un muchacho grandote, un patovica del lugar” custodiaba la escena. Según Viana, fue este sujeto quien “colaboró” para que pudiera realizar todas las medidas que le comprendían a su asistencia sanitaria.
Por el testimonio de la médica Mariela Adriana Haceistel, de guardia en el sector de Emergencias del Hospital Madariaga, se pudo saber que Mercol tenía una herida cortante en la cabeza, pero no amplió sobre el punto, ya que narró que su tarea fue la de recibir el cuerpo, asistirlo, y luego trasladarlo al laboratorio San Lucas para la tomografía computada que confirmó los daños fatales en el cráneo.
El debate continuará hoy con las citaciones a declarar de varios  guardias que prestaban servicio en el local de baile, entre ellos, el de la policía Marisa Raquel Bueno.


De la tragedia al milagro
El pediatra Manuel Riera, director médico del Sanatorio Boratti, relató que durante la media mañana del domingo 19 de marzo de 2006, recibió el traslado de Mercol, y realizó los trámites que permitieron la ablación del riñón, corazón e hígado del joven.
Destacó que en la antesala de la terapia intensiva del sanatorio de la avenida Mitre, los padres y hermanas de Mercol acompañaron la posibilidad de donar los órganos tras la confirmación de la muerte cerebral.
“Estaban ellos solos en medio de un profundo silencio y dolor, allí aprobaron la ablación, mostraron fortaleza en el peor momento”, describió el galeno.
A las 17, la defunción fue confirmada por el médico Miguel Ángel Chomin, jefe de Terapia Intensiva del Boratti, y entre las 23 y 5 de la mañana del lunes 20 de marzo se concretó la donación al Incucai.