“Mi hijo no hizo nada malo, le vinieron a robar y le dispararon”

Domingo 2 de agosto de 2015 | 14:15hs.
Jorge y su esposa Susana se aferraron a sus hijos y a la religión para soportar la tragedia. | Foto: Marcelo Rodríguez

En la casa de los Kachuk están Jorge, su esposa Susana, sus hijos y un pequeño nieto, el nuevo integrante de la familia. Guido también está. No se mueve, no habla, no interviene y tampoco interrumpe en ninguna conversación, pero siempre está mirando, guiando y cuidando a sus padres y hermanos.

 

Su presencia física terminó hace cuatro años, cuando dos delincuentes lo interceptaron en una calurosa noche de febrero y, a pocas cuadras de su casa, lo balearon en la espalda para intentar robarle el celular. Desde ese momento, un inmenso cuadro con su rostro lo inmortaliza en el centro de su casa y una extensa historia de dolor y lucha comienza para su familia.

 

Guido Martín Kachuk tenía 17 años cuando encontró la muerte en una parada de colectivos. Había salido de su casa y caminó dos cuadras hasta Lavalle y Chacabuco para esperar el colectivo que lo llevase al encuentro con su novia en el barrio San Onofre de Posadas.

 

“Gordi, no viene ningún bondi”, fue el último mensaje que escribió con su teléfono. Mientras esperaba, fue acorralado por dos jóvenes que intentaron robarle el aparato y, luego de un forcejeo, recibió un balazo en el abdomen. Fue trasladado al Hospital Madariaga, donde falleció tras permanecer varios minutos sin ser atendido.

 

El caso fue elevado a juicio, pero hasta el momento no hay fecha confirmada para su realización. La causa tiene tres imputados: Ricardo “Chuchi” Ríos (23) y Maximiliano Acevedo por “homicidio y robo con armas en grado de tentativa” y el doctor Ibarra por “homicidio culposo”.

 

Una destruida
Ante los grabadores de El Territorio, rodeado de su familia y con la voz quebrada, Jorge Kachuk (45) graficó el dolor con el que conviven desde el 22 de febrero de 2011.

 

"Realmente duele que quede en la nada algo que fue tan injusto. Me siento mal y da bronca, porque mi hijo no hizo nada malo. Mi hijo no le fue a buscar pleito a alguien para que le hagan eso. Él estaba saliendo y los dos delincuentes le vinieron a robar y le dispararon por disparar”, expresó.

 

Detrás de cada crimen siempre hay una historia y en el después nacen otras repletas de dolor, angustia y desazón. “A Guido le arruinaron la vida y a nosotros también, porque la familia ya no es lo misma. La vida dio un vuelco total. La tranquilidad que teníamos nunca más la vamos a recuperar. Tenemos miedo que nuestros hijos salgan a la calle, esa confianza tampoco la vamos a recuperar”, añadió.

 

El padre de familia contó cómo internaliza el hecho y relató: “para la gente pasan los años y algunos dicen 'ya pasó', pero estar de este lado es muy difícil. Ese dolor a un padre le queda para toda la vida. La mitad tuya está muerta, se te murió con tu hijo”.

 

El hombre también explicó que sólo en sus hijos, en Dios y en la religión encontró la fuerza necesaria para soportar la tragedia y continuar trabajando a pesar del dolor.

 

Respecto a los implicados, señaló que “los primeros culpables son ellos, por salir a robar, portar un arma y disparar a una persona. Mi perdón no lo van a tener, que los perdone Dios”.

 

“No necesito que un juez me diga lo que pasó, porque yo estuve ahí. Yo le llevé a mi hijo a que le hagan la autopsia y ahí recién le sacaron la bala. Los delincuentes tienen su culpa y el médico también tiene su culpa, por decirme que mi hijo estaba alcoholizado y falopeado”, recalcó.

 

Por último, abrazado al cuadro de Guido, expresó que “sólo esperan que el caso se eleve a juicio para que nosotros podamos cerrar esa parte del duelo y podamos ir a visitar a nuestro hijo donde está, a llorarlo ahí arriba y no en un juzgado”.