Doble saqueo a Santo Tomé

Domingo 8 de febrero de 2015 | 21:00hs.
El sitio. | El puente de madera en las barrancas de Itacuá, donde Fortunato y sus hombres tuvieron reñido combate con los defensores del pueblo correntino, en la histórica noche del 30 de diciembre de 1933.
La víspera del año nuevo del 33 marcaría con sangre y fuego a los santotomeños. Muchos de los pobladores de la tranquila población de no más de 10.000 habitantes (hoy 61.643, según Censo 2010) quedarían atrapados, heridos y unos diez muertos, producto del fuego cruzado. Los uniformados argentinos, apostados en la subprefectura y la comisaría local, fueron despertados a balazos -en la madrugada del 30 de diciembre de 1933-, por integrantes de la contrarrevolución radical cuyo objetivo principal era recuperar las instituciones públicas a manos de militares que habían provocado el primer Golpe de Estado. Pero Gregorio Fortunato, cambiaría el rumbo de la historia. Quien sería el jefe de la guardia personal del presidente de Brasil, Getúlio Vargas -durante dieciséis años-, era un refuerzo conseguido por los radicales asilados en Brasil. Pero Fortunato, además de colaborar con los radicales, tenía otros planes.
De esta manera, él y quienes integraban el regimiento que lideraba el hermano de Getúlio, Benjamín Vargas, cruzaron el río Uruguay y llegaron a Santo Tomé buscando dinero y venganza. “El trasfondo era la venganza por la muerte del sobrino de Benjamín Vargas y por el dinero existente en el Banco Nación, además de tratar de secuestrar a un periodista, luego desaparecido”, recordaría el secretario de Gobierno santotomeño, Mariano Garay. Como este funcionario, otros antiguos pobladores coincidirían que en la comuna este episodio “es una historia borrada; no se cuenta”. Ello, a pesar de que el impacto de los proyectiles en viviendas e instituciones marcan hasta hoy aquel episodio.
Santo Tomé fue el único lugar donde la contrarrevolución radical tuvo éxito parcial, aunque la toma haya durado no más de un día. Los liderados por Fortunato cumplieron en parte su objetivo, ya que no pudieron identificar al periodista buscado, Jovelino de Oliveira Saldanha, quien permanecía preso en la comisaría que habían tomado. Cuando los invasores comenzaron a liberar a los detenidos, la mayoría de origen brasileño, Oliveira Saldanha le dijo a un teniente: “Soy un pobre padre de familia”. Al no ser reconocido, quedó en libertad junto a otros prisioneros. Y, como tampoco lograron apoderarse del dinero existente en la entidad bancaria, saquearon y maltrataron a los pobladores para pagar por los servicios a los soldados. Los bienes, dinero y joyas, nunca fueron recuperados. Por esta afrenta -luego reconocida por Brasil-, hubo un acuerdo secreto de una indemnización a la Argentina que los santotomeños nunca vieron un centavo. Representó el segundo saqueo a los pobladores.

Tras el golpe de Estado
Existen muy pocos registros de lo sucedido en la región, a partir de aquel golpe de Estado provocado por las Fuerzas Armadas encabezadas por José Félix Uriburu y Agustín P. Justo, el 6 de septiembre de 1930. El Golpe militar representó el derrocamiento del presidente perteneciente al partido radical, Hipólito Yrigoyen, lo que marcaría un cambio en la realidad política y social de la población nacional.
La administración del gobierno radical, cuyo líder era admirado por las masas, se acabaría como “coletazo” de la crisis mundial de 1929, con el quiebre de la bolsa de Wall Street. “Esta crisis despertaría malestar en la población argentina y ello sería aprovechado por los militares con la excusa de poner orden”, destacó, en diálogo con El Territorio, el profesor de historia Bruno Ariel Gini, quien escribió “Las contrarevoluciones radicales” (1930-1933). De esta manera, se convertiría en el primer Golpe de Estado, encabezado por Uriburu y Justo, de los varios que tendría la Nación argentina.
A su vez, ello daría origen a la denominada “década infame”, donde primaría el fraude electoral, la corrupción, la persecución a la oposición política, tanto al partido radical, como al comunismo y el anarquismo, teniendo en los sectores obreros sus mayores víctimas.

También en Misiones
Pedro Lucas Torres, un docente rural que nunca ejerció su profesión, escribió sobre su propia experiencia. Abordó sobre los preparativos y los combates en Misiones y Corrientes.
Indicó que el triunfo de Irigoyen del 28 trajo a los radicales misioneros la esperanza de ver a Misiones incorporada a la vida nacional.
Pero no fue así. “En el corto mandato del Presidente, fueron más errores que aciertos. Y, en Misiones no se registraron cambios. A pesar de ello se mantuvo la fe partidaria”, acotaría.

Aprestos militares
Dispuestos a combatir contra el régimen, se entrenaban militarmente en la zona a peones en las estancias riograndenses de Brasil, y lo mismo sucedía en lo que era entonces el territorio nacional de Misiones y Corrientes. Sobre estos preparativos cívico-militares, estaba en conocimiento Benjamín Vargas, hermano de Getúlio, quien sería uno de los más recordados presidentes de Brasil. Además, Benjamín Vargas estaba a cargo de la Policía Militar Auxiliar 14 de Sao Borja, responsable de la vigilancia de la zona costera de Corrientes y Misiones.
Aquí cobraría interesante protagonismo en la región como “comandante” radical, el ya citado Pedro Lucas Torres, conductor de reses y luego de tropas, conocido contrabandista de armas y con fuerte vínculo con los hermanos Vargas por haber participado en la revolución que llevó a Getúlio a la presidencia.
En reconocimiento a este apoyo, Benjamín Vargas ayudaría con hombres y armas a los radicales en esta parte del país.
A su vez, el hermano del primer mandatario de Brasil tuvo en forma previa un singular desembarco con hombres armados en procura de un enemigo político de los Vargas, refugiado en Santo Tomé. (Ver: Primer desembarco de Benjamín en Santo Tomé, página 5).

Por Antonio Villalba
avillalba@elterritorio.com.ar


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