La ciudad noctámbula

Domingo 15 de noviembre de 2015 | 21:00hs.

Después de las 23, las calles de la ciudad comienzan a quedar vacías. Los semáforos dejan de funcionar y las luces iluminan el centro posadeño. Mientras tanto, en otras zonas urbanas, el silencio y la oscuridad acaparan el espacio. La escena varía según el lugar, los días de la semana y los horarios. Para algunos es hora de descansar; para otros el momento de trabajar.
Con el crecimiento urbano, Posadas adquirió nuevos ritmos, horarios, rutinas, hábitos y usos de los espacios. Por la noche, la otra cara de la ciudad cobra vida. Los bares abren sus puertas; serenos recorren los barrios y los cementerios: el personal de seguridad custodia los edificios; los médicos y policías empiezan el horario de guardia; los estudiantes aprovechan el silencio para preparar los exámenes; y los vendedores ambulantes de hamburguesas aguardan a la salida de algún boliche. La cultura de la noche se enciende y con ella, aparecen sus personajes y sus complejidades.
Con ansias de conocer esa realidad, El Territorio indagó en las experiencias de personas noctámbulas y en las ideas de los especialistas sobre el tema.

“La gente que viene a comprar de madrugada cuenta que de día no tiene tiempo”, dicen desde los locales que trabajan las 24 horas en el centro de Posadas. También la veterinaria Animal World es la única que ofrece atención por las noches, donde atiende a una veintena de clientes por urgencias.
Para Elena Maidana, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Misiones (Unam),  los cambios en el uso de la noche se explican desde una mirada histórica: "Desde la modernidad en adelante la noche comenzaría a cobrar nuevos sentidos al inscribírsela en el modo capitalista de organización y gestión del tiempo y del espacio".
Por su parte, el neurólogo especialista en medicina del sueño, Christian Bortoluzzi destaca que la horas naturales de descanso de una persona se terminan modificando cuando trabaja de noche: “Cada vez hay personas con pocas horas de sueño”.
Con la experiencia de conocer la ciudad desde el volante, Hilda 'Pochi' Bistoletti y Beatriz Caniza dicen que por las noches se hacen los mejores viajes arriba del taxi, pero también es el momento en que deben estar alertas ante situaciones de riesgo e inseguridad.

Taxistas en la noche
Hace más de tres décadas que Hilda y Beatriz se dedican a transportar pasajeros a distintos puntos de Posadas y Garupá. Ambas tienen 60 años y trabajan en una reconocida empresa de taxis de la ciudad.  “Trabajo viernes y sábado toda la noche y hay que lidiar con personas que toman, por ejemplo”, dice Beatriz y cuenta que la siesta y el mate son sus mejores aliados para mantenerse despierta.
Circular con precaución y tener las puertas trabadas son algunas de las normas durante el viaje nocturno. “En el turno de noche no levanto pasajeros de la calle, me limito solo a las llamadas de la empresa, para evitar problemas. Así tenemos la seguridad de que son clientes registrados en el sistema”, cuenta Hilda.
La empresa cubre viajes hasta Garupá y funciona las 24 horas. “La ciudad creció y la demanda también. Últimamente, se trabaja los 30 días. La gente ya no quiere circular en colectivo a la noche. Acá hay mucha vida nocturna. Algunos trabajan y las urgencias al sanatorio es algo de todos los días. A medida que avanza la noche los viajes son más largos, ya que se reduce la frecuencia de los colectivos”, describe la taxista.
Durante la noche, algunas clientas prefieren que sea una mujer quien maneje el vehículo. “Todas las pasajeras suben y le invade una alegría cuando ven manejar una mujer. Nos piden el teléfono y dicen que viajan más tranquilas porque vivieron malas experiencias con algunos varones taxistas”, destaca Hilda.
A través de los años, Beatriz desarrolló una percepción especial: “Tenes que estar atenta y al tratar con tanta gente durante tantos años, te das cuenta cuando estás en peligro. Las veces que estuve en esa situación, por suerte, me di cuenta o pedí auxilio. Con los años, te acostumbras y ya no te pasa. Ahora la protagonista es la inseguridad es impresionante la cantidad de gente que me cuenta los casos de asalto, arrebato, motochorros”.
Como modo de prevención, la empresa de taxis incorporó el sistema de GPS y según Hilda fue un cambio significativo para desarrollar el trabajo nocturno: "La empresa sabe donde estamos y ante cualquier caso de peligro, tiene un botón de pánico y salta la alarma que avisa a todos los móviles para que se acerquen hasta el lugar. Eso es una gran tranquilidad para nosotras”.

Mujeres al volante
Hace 36 años, Beatriz optó por dedicarse a manejar y su primer auto fue un torino azul. De repente, se quedó sola con sus hijas y tuvo que asumir la responsabilidad principal como jefa de hogar. “No sabía qué hacer y necesitaba dinero. Con el taxi mantenía mi casa y el colegio para mis tres hijas. Tenía que enfrentar la vida y lo hice de esa manera. Me salió bien”.
Beatriz se convirtió en la primera mujer trabajando en ese rubro: “En la época que comencé era impresionante la discriminación, eran súper machistas, mucho más que ahora. Y me hicieron  llorar más de una vez. Querían que me vaya pero no lo hice. Ahora ya se acostumbraron y las mujeres somos protagonistas en todo sentido”.
Por su parte, Hilda cuenta que sus primeros años de trabajo en el volante comenzaron arriba de un transporte escolar. Durante 25 años desarrolló la actividad, pero con la crisis del 2001 se quedó sin trabajo hasta que logró encontrar un puesto en la remisería.
Actualmente el horario mínimo de un taxista es de 12 horas diarias, por eso las mujeres siguen siendo minoría ya que se deben dedicar al cuidado y educación de sus hijos.
A pesar de que ya se encuentran  en época de jubilarse, Gladys y Beatriz seguirán trabajando arriba del taxi. Así coinciden: “Es un trabajo sacrificado por el cansancio y la tensión de manejar. Igual nos gusta. Es atrapante. No se puede dejar, te enamoras del trabajo. Esto te da la oportunidad de hablar con las personas, escucharles, darles una mano y prestarles el oído. Las personas se descargan arriba del taxi y las historias son para escribir un libro”.

Opinión

El tiempo de la noche

Noche-día son mucho más que referencias vinculadas con el movimiento de rotación terrestre. Desde que la humanidad -para poder ser- separó naturaleza de cultura, noche y día devinieron en signos. No es posible pues pensarlos al margen de los procesos históricos de producción del sentido de lo real. De ahí que la palabra noche condensa una diversidad plural de significaciones. Claro que si en la etapa premoderna se la vinculó sobre todo con temores primordiales, con tinieblas y oscuridades simbólicas e imaginarias, con misterios y enigmas milenarios, con mitos fundantes; desde la modernidad en adelante la noche comenzaría a cobrar nuevos sentidos al inscribírsela en el modo capitalista de organización y gestión del tiempo y del espacio. Es que el modo de producción capitalista necesitó cronometrar el tiempo, sujetarlo a cálculos, volverlo objeto de medidas. También demandó proponer una organización de la temporalidad social dividida en tiempo de trabajo / productivo y tiempo de ocio/improductivo-reproductivo; como correlato de la división social del trabajo y de la rentabilidad del capital que hizo del tiempo de trabajo la base para la extracción de plusvalía. En ese orden social la noche significó en principio el tiempo de descanso y la posibilidad de reposición de las energías de la fuerza de trabajo. No debe extrañar que como reacción a ese orden, algunos –como los románticos y vanguardistas- buscaran convertir a la noche en el tiempo de la libertad individual, de la creatividad artística, de la ensoñación, de la liberación de lo reprimido.
Pero con el tiempo el capitalismo colonizó no sólo el día sino también la noche. Y la electricidad y la urbanización fueron clave para esa colonización. Así, la ciudad, devino en el espacio ideal y estratégico donde la noche colonizada, apropiada por la rentabilidad mercantil, iluminada, asociada simbólicamente al disfrute, a la recreación, al entretenimiento; hizo desde entonces realidad los sueños del capital: ningún tiempo, nada ni nadie quedaría al margen de su interés. No debe extrañar por eso que las noches urbanas sigan habitadas y no sólo por los que llevan a cabo trabajos nocturnos (...) Y así, mientras unos descansan, otros salen a recorrer sus calles, a encontrarse con amigos, en busca de placeres o simplemente para pasar el rato. En ese sentido, los más nocturnos suelen ser los jóvenes como lo señalaban hace unos años Margulis y Urresti, estudiosos argentinos de las culturas juveniles de Buenos Aires. También aquí en Posadas, son ellos los que más andan de noche por la ciudad, la recorren marcando zonas según sus preferencias culturales. Y suele ocurrir que cuando ellos regresan se encuentran con adultos que están comenzando la jornada. Al respecto cabe preguntarse como lo hicieron los investigadores citados si la ilusión de libertad de los jóvenes, de encontrar en la noche un tiempo-espacio alejado del control adulto no es solamente eso, una mera ilusión habida cuenta que hoy más que nunca tampoco la noche escapa del adultocentrismo tan funcional al capital. Después de todo, la noche es una mercancía más para vender.

Elena Maidana
Docente investigadora de la Universidad Nacional de Misiones



Por Ana Espinoza
sociedad@elterritorio.com.ar