“Era un panorama tan feo y triste que no lo podía creer”

Domingo 29 de mayo de 2016 | 08:54hs.
Los esqueletos tanto del ómnibus como del camión quedaron incinerados sobre una zona de pinares. | Foto: Archivo

Hoy se cumplen cuatro años de la tragedia de Caraguatay, en la que ocho personas fallecieron a causa de una brutal colisión frontal entre un micro de la empresa Río Uruguay y un camión que llevaba una carga de arroz y yerba, ocurrido sobre la ruta nacional 12, en cercanías al pesque y pague de la localidad de Montecarlo.

 

Si bien la causa llevada adelante por el Juzgado de Instrucción Uno de Eldorado aguarda una testimonial, junto a otras requisitorias solicitadas en su momento para su posible elevación a juicio, el recuerdo del dramático episodio vial aún permanece en la retina de vecinos tanto de Caraguatay como de otras localidades cercanas.

 

Para quienes habitualmente circulan por la ruta nacional 12, es difícil no detener la mirada sobre las diversas cruces puestas por familiares en memoria de las víctimas. En torno a un nuevo aniversario, El Territorio dialogó con Romina Laumann (25), una joven oriunda de esta localidad que viajaba como pasajera del micro y que por fortuna logró escapar del horror.

 

La muchacha recordó que, al momento del accidente, “iba a Puerto Rico a estudiar, perdí el Horianski y tomé ese colectivo. Me fui abajo, bien atrás. Me vino a cobrar el guarda. Le quedé debiendo un peso. Él, muy sonriente estaba y me dice ‘bueno, pero acordate de mi cara, eh’. Luego apagaron las luces, entre la música de mi auricular, siento que frena, frena, frena y cuando pensé ‘acá algo pasa’, hubo un impacto, sacudones y otro impacto, ahí todo quieto y gritos, golpes, llanto de criaturas, tenía golpes pero no sentía nada”.

 

Romina contó que intentó mantener la calma hasta saber qué pasaba realmente en ese momento. “ Me paré en el pasillo y desde adelante empezó una llama. Luego empezó a incendiarse y ahí entré en pánico. Había una ventana rota y la carga del camión que era arroz y yerba creo estaba todo adentro del cole; trepé sobre eso, por la ventana y estaba arriba del semi del camión. Luego salté al asfalto y ya había gente rompiendo los vidrios de arriba. No recuerdo mucho en qué orden, pero empecé a correr parando a los autos, pedí un teléfono, alcé a una nena que estaba llorando. Era un panorama tan feo y triste que no podía creer lo que estaba pasando, sólo quería salir de ahí y ver a mi familia”.

 

Mas allá del dolor, la tristeza y el pánico por la dramática situación, Romina trató de seguir adelante con su vida tras el accidente. Siguiendo con su testimonio, hizo una dura crítica a los transeúntes, que en su gran mayoría oficiaron de curiosos sin dar ayuda ante la caótica escena durante la noche de la colisión. “Había mucha gente herida, estábamos pasándola mal y ver que personas chusmas se acerquen con sus hijos pequeños a ver el espectáculo de sangre, me parece morboso y de mala persona. No era un espectáculo, la gente la estaba pasando mal y que estén ahí mirando, sin hacer nada, es una falta de respeto”.

 

La joven tuvo que afrontar sus miedos y volver a subirse a un ómnibus para poder continuar sus estudios. “A los pocos días ya tuve que viajar, iba con Kruse (empresa de Montecarlo) porque me da confianza, pero era tortuoso. Estas experiencias te hacen madurar y ver las cosas de otra manera. Se valora más lo afectivo, el día a día. Fui a terapia un par de veces, pero el tiempo es la mejor cura, vas procesando y entendiendo”, sostuvo.

 

Noche trágica.
El fatídico accidente se produjo el 29 de mayo de 2012, cerca de las 20 y el impacto tuvo como protagonistas a un camión y un colectivo de doble piso de la empresa Río Uruguay, que partió de la terminal de Montecarlo media hora antes con destino a Posadas.

 

La colisión tuvo lugar a la altura del kilómetro 1.507 y, tras el fuerte impacto, ambos vehículos se incineraron.