Pedro Alfonso, en su mejor momento, habló de todo

Miércoles 25 de mayo de 2016 | 08:40hs.
Peter, de espaldas a los viñedos en la terraza del hotel Fuentemayor, en Tunuyán, horas previas al reencuentro con sus cracks de River Plate

Estaba desayunando nada menos que con Enzo Francescoli y me vi las uñas, todavía pintadas por Oli (2)”, cuenta Pedro Alfonso (37) con gracia y vergüenza, recién arribado en la nubladísima mañana de sábado al Valle de Uco mendocino.

 

El actor se permitió el gran gusto de viajar junto al denominado Equipo de las Estrellas, un evento organizado por CyP Producciones que reunió en Mendoza –por River– a figuras como Enzo Francescoli, Ariel Ortega y Ubaldo Fillol, –y por Boca– a Roberto Abbondanzieri, Raúl Cascini y José Basualdo. “Soy muy futbolero de toda la vida”, cuenta.

 

“Este año, haciendo temporada en Carlos Paz, la gente de River me invitó a jugar un partido en Córdoba y les pedí que me avisaran del próximo encuentro. Estoy feliz, es todo un honor”, dice el gallina a muerte recién arribado al hotel Fuentemayor de Tunuyán, Mendoza, con fondo de montañas y viñedos.

 

–En marzo concluiste tu quinta temporada teatral en Carlos Paz, encabezando Marcianos en la casa, con un primer puesto en convocatoria de público. ¿Qué balance hacés de ese éxito continuo?
–El envión que nos da Marcelo (Tinelli) con la exposición que significa tener figuras de ShowMatch es fundamental. Pero eso solo no alcanzaría sin las horas de trabajo en equipo. Logramos establecer una sintonía de humor muy nuestra en cada comedia. La gente que va a vernos sale contenta y vuelve al año siguiente. Tratamos de ser muy respetuosos con el público y buscar sorprenderlo en cada comedia con un 3D, un mapping, la película de inicio... Cada año vamos por más, cuidando muchísimo la armonía del grupo de trabajo.

 

–Y siempre con el gran Emilio Disi, que varias veces te vaticinó un futuro de “cómico excepcional”...
–Me emociona escuchar esas cosas de su boca. Para mí es el Enzo Francescoli de los cómicos. Con Emilio fuimos generando un código hermoso. Lo admiro profundamente y aún me sorprende estar trabajando a su lado.

 

–¿Ponés tu toque de productor en las comedias?

–¡Siempre! Claro que exclusivamente vinculado a lo creativo. Hace unos días nos juntamos en casa con los productores y el director, para idear la próxima temporada. Lo más probable es que tomemos un camino más o menos parecido al que ya venimos consolidando: una comedia con chistes potentes y un camino de aventura.

 

–Esta vez decidiste no realizar gira por el Interior. ¿Qué circunstancias pesaron?

 

–Esencialmente, estar más tiempo en familia, ahora que Pau (Paula Chaves, 31) está embarazada y que Olivia empezará el jardín de infantes. Luego me invitaron a participar en Bailando... Me costó decir que no, pero hoy disfruto momentos impagables.

 

–Tampoco concurrís a eventos. ¿Es algo charlado con Paula?
–Hace dos años que no hago presencias en boliches. Hoy mismo me ofrecieron algo en Mendoza. Podría ir, porque ya estoy aquí y es plata, pero prefiero evitar fotos que disparen confusión y generen una noticia. No se trata de que Paula no confíe, sino de mi prioridad: la armonía de la familia, que tanto cuidamos.

 

–Hablanos de tu paso por Esperanza mía, un trabajo que para los periodistas de APTRA mereció la nominación al Martín Fierro como Revelación.
–Fue toda una sorpresa. Sinceramente, no lo esperaba. Estaba en casa cuando anunciaron la lista en El diario de Mariana, y al escuchar mi nombre me emocioné. Ahí nomás agarré el teléfono y la llamé a Pau, que iba camino a Este es el show. Es importantísimo el reconocimiento al trabajo. Yo entré muy tímido y me permití que fuera así. Diego Ramos, un gran amigo, me coacheó. Al principio, por ahí pasaba Adrián (Suar), y como me veía un tanto vergonzoso me decía: “Tranquilo... En dos semanas se te va”. Y fue así. Mariano (Martínez) me decía: “Vos vení dispuesto a divertirte. Si se te ocurre algo, tiralo que va a quedar genial”. Los mismos compañeros me fueron dando confianza. Al recibirme entre ellos me hicieron sentir un privilegiado.

 

–Hablemos de Olivia. Por las situaciones tan lúdicas que compartís a través de las redes, se intuye que están viviendo un momento mágico.
–Oli siempre estuvo estimulada por Pau y por mí a desarrollar su imaginación. Ella toma todo como un juego y lo disfruta. Y es cierto: hoy está en un momento de idilio conmigo, tal vez por el embarazo. A mí me gusta consentirla, dejar que me maquille, que me disfrace... Soy su papito productor. ¡Uy! Veremos qué pasa cuando me vea bailar con otra persona que no sea ella...

 

–O sea que Olivia sería más celosa que Paula.
–¡Seguro! (se ríe). Ya vendrá al piso a disfrutar.

 

–Con seguridad, ese día Marcelo llevará a Lolo y jugará a un romance con ella.
–Ahora que me acuerdo, justo ese día Olivia no va a poder.

 

–Dicen que fue Paula quien dio el veredicto final sobre quién será tu compañera: Flor Vigna, que el año pasado estaba en Combate, por Canal 9.
–Paula es muy tranquila en ese sentido, pero es cierto que ella tiene que dar el visto bueno. Siempre me apoya en todo y sé que pronto será una más del equipo e invitará a todos a comer a casa. Me causó gracia lo que pasó con Flor: en el piso todos decidiendo y yo mirando desde mi casa.

 

–¿Ya hay nombre para el hermanito de Oli?
–Todavía no lo decidimos. Si bien Pau tiene pensado uno y Oli ya lo menciona, a mí no me convence. Pero tampoco tengo una contraoferta para hacerles.

 

–Y este amor nacido en un estudio de televisión, y tal vez prejuzgado por muchos, hoy se reconfirma con más fuerza.
–Paula y yo construimos un amor insuperable. Un vínculo que madura. Antes, si nos peleábamos, dormíamos en cuartos separados. Ahora, al segundo estamos preguntándonos qué vamos a cenar. Hoy es todo más simple, más tranquilo, más relajado. Alguna vez escuché por ahí que los hijos o los embarazos ponen algo de distancia a la pareja; a nosotros nos pasó todo lo contrario. Pau y yo seguimos muy de novios: sabemos encontrar nuestros momentos de amarnos. Estoy atravesando un período extraordinario como marido y papá. Soy un hombre muy feliz. ¡Te lo juro!

 

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